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Una plaga en los fogones

Una iniciativa de la Fundación Catalunya La Pedrera y la Fundación Alícia busca popularizar el consumo de jabalí

Marc Rovira
Dos jabalíes abatidos en una batida en 2011.
Dos jabalíes abatidos en una batida en 2011.M. Minocri

A bocados contra el jabalí. Una iniciativa de la Fundación Catalunya La Pedrera y la Fundación Alícia, con el apoyo del Departamento de Agricultura de la Generalitat, busca promover el consumo de jabalí para afrontar la superpoblación de una especie que causa grandes daños en los cultivos y cientos de accidentes de tráfico al año. El cerdo salvaje tiene óptimas propiedades nutricionales, aseguran los defensores de una propuesta que también levanta recelos.

La población de jabalíes en Cataluña se ha disparado en las últimas dos décadas. Hace 25 años, los cazadores apenas abatían 6.000 ejemplares por temporada. En las últimas campañas se superan las 35.000 piezas. Hay zonas, como Poblet (Conca de Barberà) y los bosques del Montseny y la Garrotxa donde la densidad de jabalíes es de 20 animales por kilómetro cuadrado, cuando a partir de ocho ya se podría declarar la emergencia cinegética. Los accidentes de tráfico causados por la especie provocan daños por valor de 13 millones de euros al año.

Fuera del asfalto, el jabalí también puede ser una amenaza. Los agricultores llevan tiempo lamentando las pérdidas que les causan. Son animales nómadas, que rondan los 100 kilos de peso, aunque el mes pasado en el Berguedà cazaron a un ejemplar imponente de 228 kilos. Arrasan con todo lo que encuentran y muestran especial predilección por el maíz.

Unió de Pagesos

En Girona, donde la población de jabalíes es muy abundante, es donde los agricultores muestran mayor hartazgo. Para visualizar su protesta, incluso trataron de liberar una cría de jabalí en la sede de la Generalitat. Ramon Comes, responsable de Medio Natural del sindicato Unió de Pagesos, recibe con escepticismo la campaña para meter al jabalí en la cazuela. “Esto no es la solución, ni mucho menos”, avisa. Exige una actuación coordinada para atacar el problema de raíz.

Toni Massanés, director de la Fundación Alícia, opina que “una parte de la solución del futuro es comernos una parte del problema”. Según Massanés, hay que poner en valor la carne de jabalí por su valor nutricional. Entre otras propiedades, tiene poca grasa, hierro y vitaminas del grupo B, “pero lo que más interesa del jabalí es que la mayoría de grasas que contiene son ácidos grasos oleicos de buena calidad”.

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Francesc Rovira, cocinero con estrella Michelin en la Fonda Xesc de Gombrèn (Ripollès), recela de la campaña. Eliminó al jabalí de su carta —lo cocinaba estofado con nabos— por el escaso éxito de la propuesta. “Es una carne complicada y no tenía mucha demanda”, indica. Concede que opina con cierto prejuicio: “A mí, la verdad, tampoco me atrae mucho, porque el jabalí es un animal muy tosco, que come todo lo que encuentra”.

Arnau Padrosa es el gerente de Senglar de Girona, una empresa especializada en la comercialización de carne de caza. Indica que el jabalí es una carne “dinámica y libre de medicamentos” y destaca que la normativa europea intensifica los controles sanitarios. Aplaude la iniciativa para acercar el jabalí a los fogones: “Si generamos una actividad comercial entorno al problema, puede ser la manera de agilizar una solución”.

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