Quejas de padres y sanitarios por las condiciones de la UCI de Pediatría del 12 de Octubre
El sindicato Mats advierte de la falta de espacio y de adecuación de algunos servicios
La Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de Pediatría del Hospital 12 de Octubre se ha ubicado en unas salas del centro que están muy lejos de ser las más adecuadas para la delicada tarea que tienen asignada, según algunos de los padres que tienen allí a sus hijos y los representantes del sindicato Movimiento Asambleario de Trabajadores de Sanidad (Mats).
Desde que el 16 de enero el servicio tuvo que abandonar su emplazamiento original por una inundación provocada por la rotura de una tubería, los 12 niños que ocupaban UCI fueron repartidos por varias zonas donde apenas hay espacio para que convivan los trabajadores y los padres, que para no estar todo el día de pie tienen que tomar prestadas sillas plegables de los profesionales. Ni siquiera hay enchufes suficientes para todo el aparataje médico del servicio ni está adaptado el sistema eléctrico en caso de falta de suministro, asegura el sindicato.
En una respuesta escrita, una portavoz del hospital asegura que está garantizada una buena y constante atención de los menores, que el plan de funcionamiento se ha consensuado con los responsables médicos y de enfermería, que se ha reforzado la plantilla con 23 profesionales y, en cuanto a la vuelta a la normalidad, que las obras de la UCI durarán “un mes y medio”, más un periodo posterior para “los controles preventivos preceptivos”. Nada dice de la falta de espacio o del sistema eléctrico. Tampoco ha respondido nada sobre los problemas que la reubicación de la UCI ha provocado en otros servicios que han tenido que ser, a su vez, desplazados, sobre todo, el de Reanimación Ginecológica.
Se veía venir
Marta Fernández, una mujer de 26 años que tiene a su hija de mes y medio en la UCI, no duda de que la profesionalidad del equipo de sanitarios ha garantizado en todo momento y sigue garantizando el bienestar de los pacientes: “Si nos vamos cada noche tranquilos a casa es porque están ellos aquí”, dice. Pero insiste en que las condiciones no son las adecuadas: “Ha sido todo un caos. Y ahora parece un hospital de campaña en una zona de conflicto”. Además, menciona los altos niveles de estrés que perciben en los profesionales por las malas condiciones.
En todo caso, espera que su queja —y la decena de reclamaciones que ha puesto por escrito junto a su pareja en el hospital— sirva para que situaciones como esta no se vuelvan a repetir, pues en este caso, asegura, podría haberse hecho "todo mucho mejor, de una forma más ordenada". Y lo explica: “Es que se veía venir: solo había que ver la humedad enorme que había entre nuestra cabina y la de al lado antes de que se rompiera la tubería. Pero no han hecho nada hasta que no ha sido irremediable".
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