El acoso a los partidos contrarios a la independencia enturbia la campaña catalana
Expertos consultados hablan de una sociedad “polarizada como nunca” y un clima de crispación que es la “antesala” de la violencia de baja intensidad
El acoso a los partidos contrarios a la independencia está enturbiando la ya de por sí crispada campaña electoral de Cataluña. Las sedes de Ciudadanos han sido atacadas este año 14 veces, las de los socialistas, una decena, los candidatos constitucionalistas han recibido amenazas e insultos de alto calibre en las redes y en actos públicos, además de la agresión sufrida por jóvenes del PSC en una pegada de carteles. Expertos consultados hablan de una sociedad “polarizada como nunca” y unos episodios que son “antesala” de la violencia de baja intensidad.
Son 15 jóvenes. De entre 17 y 24 años. Han quedado a medianoche en la sede del PSC de Hospitalet de Llobregat (la segunda ciudad catalana, con 254.000 habitantes) para pegar carteles de su candidato, Miquel Iceta. Los jóvenes se dividen en tres grupos. En uno va Daniel Martínez, de 24 años, licenciado en Historia y secretario primero de las juventudes del PSC local. A las 00.15, recibe una llamada: “¡Dani, ven, por favor! ¡Unos independentistas nos han insultado, nos han quitado los carteles y nos han pegado! Al irse, han gritado: ¡No queremos socialistas en Hospitalet! ¡Fuera de aquí! Visca la terra lliure”.
Cuando Daniel Martínez llega se encuentra a los chavales asustados, doloridos, con la rabia que provoca la impotencia. A una chica, menor de edad, la han empujado contra una pared. Otro chaval, que se ha negado a dejar de pegar carteles, ha recibido un puñetazo y una patada en el pecho. “Los más viejos del partido”, explica el joven secretario, “nos dicen que desde hace 40 años no se habían producido agresiones callejeras de este tipo. Y creemos que lo que hay detrás de esta escalada de violencia es la frustración de los independentistas ante la posibilidad de perder las elecciones”.
“Desde septiembre hay un clima de tensión social que se ve en las manifestaciones, en el lenguaje político, en las agresiones a las sedes y acoso a los candidatos y alcaldes. Por eso pedimos a todo el mundo que no contribuya a esa situación”, pide el secretario de organización del PSC, Salvador Illa. El secretario general del PP catalán, Santi Rodríguez, se refiere a “acoso” puntual. “En líneas generales, no hay una enorme presión, pero sí hay actos como los que sufrió Andrea Levy”, en referencia a la intimidación por parte de diversas personas en Sant Fos de Campsentelles (Barcelona) a la dirigente popular. En las redes, se han “inmunizado”: insultos, amenazas de muerte a Xavier García Albiol... “Lo más suave es fascista”, dice.
“El ambiente está crispado y eso es la antesala a la violencia de baja intensidad”, explica el profesor de Ciencia Política de la UAB Oriol Bartomeus, que lo atribuye a una actitud social generalizada. “Los espacios de contacto entre las personas que piensan diferente han saltado por los aires. Ahora tenemos grupos de personas que piensan lo mismo, que se retroalimentan a través de medios de comunicación y de las redes. De esa forma se reafirma la posición de odio hacia los que piensan diferente a ti. Y eso acaba produciendo episodios de violencia”, añade. Habla de una “sociedad cabreada”, cada uno en su “burbuja”, instalada en “discursos de odio y humillación”, tolerante con la “violencia verbal”. Y eso, dice, da “réditos políticamente”.
“Ha regresado el fantasma de las dos comunidades”, lamenta el catedrático de Filosofía del Derecho y exrector de la UPF, Josep Joan Moreso, que reparte responsabilidades. “La sociedad catalana se ha polarizado como nunca”, sigue, y se muestra poco esperanzado: “Querría que no fuese a peor, pero no estoy seguro porque veo posiciones muy cerradas”. Victoria Camps, catedrática de Filosofía moral y política de la UAB, es más positiva: “La bandera del independentismo es la paz, dudo que empeore”. Sin embargo, advierte que según la posición de los partidos tras las elecciones, sí puede “enquistarse”.
Este diario ha pedido datos a los partidos independentistas (ERC, Junts per Catalunya y la CUP) sobre acoso a sus sedes y representantes, pero o no han respondido o han declinado tratar el tema. Todos ellos han sufrido pintadas, insultos y amenazas. El exconsejero Joaquim Forn fue increpado en el El Prat. El expresidente Carles Puigdemont ha sido amenazado de muerte en las redes en diversas ocasiones.
La noche inaugural de la campaña fue difícil también en la comarca de Osona (con 150.000 personas y 80% de voto independentista). Marta Moreta, diputada del PSC y concejal de Manlleu, tuvo que soportar insultos y amenazas por parte de varios independentistas —uno encapuchado— durante la pegada de carteles en Vic. “El joven que llevaba la cara completamente tapada”, explica, “arrancó y tiró al suelo todos los carteles que habíamos puesto, además de llamarnos de todo —de hijos de puta para arriba—. La escena era surrealista, porque ya era más de medianoche y en la plaza había gente dentro de las cárceles que han instalado en solidaridad con los políticos presos. Nadie vino en nuestra ayuda”.
Moreta dice que no siente miedo, pero que algunos compañeros del PSC sí están asustados por el cariz que va tomando la situación. “Ni Ciudadanos ni el PP tienen aquí presencia”, advierte Moreta, quien hace unos días recibió una curiosa llamada del alcalde de Manlleu, de ERC: “Me dijo que si yo rompía el carnet del PSC, mantenía nuestro pacto de Gobierno, pero si no, no tendría más remedio que romperlo. Es lo mismo que le pasó a Xavier Vilamala, alcalde nuestro en Sant Hipòlit de Voltregà. Le dijeron que estaban muy contentos con él como alcalde, pero que si no rompía el carnet del PSC tendrían que echarlo de la alcaldía. Y así lo hicieron”.
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