Urgencias sin esperas para pacientes frágiles
El hospital Sant Pau pone en marcha una unidad de urgencias específica para tratar de formar integral e individualizada a pacientes ancianos, con demencia, dependencia o enfermedades crónicas graves
El hospital de Sant Pau ha echado a andar una nueva unidad para atender un perfil de urgencias muy concreto, los llamados pacientes frágiles, que ya suponen el 20% de todas las visitas que se atienden en el servicio de urgencias del complejo sanitaria. Se trata de ancianos en su mayoría, personas con demencia, altos dependientes o personas con insuficiencias cardíacas o renales graves, entre otros, que en un servicio de urgencias común tienden a desorientarse o empeorar su estado de salud porque el entorno resulta desfavorable para su curación.
La zona de urgencias, reconoce la doctora Mireia Puig, jefa del servicio en el hospital, es un entorno “adverso” para este tipo de pacientes, pues “se desorientan y sufren cuadros confusionales” que dificultan su proceso curativo. Controlar la iluminación para que puedan ubicar si es de noche o de día, el ruido —para cuidar el descanso— y mejorar la comodidad del acompañante son elementos necesarios para dar una atención integral a estos pacientes.
Esta unidad, formada por 13 boxes, dispone de estas ventajas. Un espacio diáfano, con luz natural y colores cálidos en el ambiente. Hay un auxiliar, dos enfermeros y un médico en el servicio. Todos hablan en susurros y lo único que interrumpe el silencio de la sala son los timbres de los boxes cuando un paciente requiere algo de los sanitarios. "Hay que cuidar el descanso, que no se hagan intervenciones innecesarias; también preservar la autonomía, que se levanten si pueden, se sienten... También hay que mejorar la comodidad del acompañante para que se sienta mejor e implicarle en el plan de cuidad", enumera Mar, supervisora de enfermería.
“Se trata de dar una atención urgente individualizada en colaboración con otros operadores sanitarios como atención domiciliaria y los sociosanitarios. Además se hace una valoración clínica y social para planificar un tratamiento y un plan de curas”, sostiene Puig.
La idea es que los pacientes no pasen más de 36 horas allí. Estabilizarlos y enviarlos a su casa o a un sociosanitario, pero lejos de un hospital de tercer nivel donde, a largo plazo, los desorienta y les sienta peor a su salud. Mar insiste en que hay que desmontar el mito de que "los ancianos en urgencias molestan porque no es verdad". Más bien lo contrario. Ese entorno les molesta a ellos. "Sabemos que este tipo de pacientes que entra en urgencias y sufre un delirium [un episodio de confusión o desorientación] tiene a la larga una tasa de ingreso más alta, más posibilidad de reingreso y de mortalidad", zanja Puig.
En dos días que lleva funcionando la unidad, reconoce la jefa de Urgencias, no han tenido ningún caso de desorientación y las familias celebran la comodidad de la nueva zona.
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