‘Best sellers’ de Jerusalén
La muestra 'Urbs beata Hierusalem. Los viajes a Tierra Santa en los siglos XVI y XVII' recoge varias obras de la época que transitan entre el libro de viajes y la literatura religiosa
Hace 500 años, en 1517, pasaron en el mundo cosas muy reseñables: el Imperio Otomano tomaba Jerusalén, arrebatándoselo a los mamelucos egipcios, para regir en Tierra Santa durante los cuatro siglos siguientes. El emperador Carlos V llegaba a España para hacerse cargo del magnífico imperio heredado, a punto de entrar en fricción con la expansión de los turcos por el Mediterráneo. Lutero clavaba sus 95 tesis en las puertas de la iglesia del palacio de Wittenberg, dando origen a lo que sería la Reforma Protestante. En este nuevo paradigma religioso, las peregrinaciones a Tierra Santa dejaban de tener valor para ganar indulgencias.
Si siglos antes la ciudad sagrada ya había despertado interés —sirva como ejemplo Egeria y su viaje a Tierra Santa, el primer libro de viajes escrito en castellano en el siglo IV—, las circunstancias de principios del siglo XVI no hacían de aquella época la más adecuada para que un español visitase Jerusalén. Como es natural ante el misterio, el interés por saber qué pasaba allí y cómo era aquello creció. Y lo hizo en una época en las que las comunicaciones eran precarias y tomaban tiempos enormes.
Solo una treintena de peregrinos escribió crónicas sobre sus viajes a Jerusalén durante los siglos XVI y XVII. Fueron textos de gran éxito que conocieron reediciones, sobre todo los volúmenes de Antonio de Aranda, Francisco Guerrero o Antonio del Castillo, que plantaron cara en el mercado editorial a los libros de caballerías, al género sentimental o a la literatura pastoril, los best sellers de la época.
La exposición Urbs beata Hierusalem. Los viajes a Tierra Santa en los siglos XVI y XVII —comisariada por Víctor de Lama con la ayuda de Álvaro Bustos Tauler y que se puede ver en la Biblioteca Nacional hasta el 7 de enero (Paseo de Recoletos, 20-22)— recoge varias de estas obras que estaban en un punto intermedio entre el libro de viajes y la literatura religiosa. Según señalan los comisarios, “son textos de gran interés para entender las conflictivas relaciones entre los cristianos, los musulmanes y los judíos; los tres grandes grupos religiosos que aún a día de hoy tratan de entenderse”.
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