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La Armada desembarca en el Museu Marítim

Una muestra recuerda que en Barcelona nació la aeronáutica naval

Jacinto Antón
Un oficial de la Armada junto a la maqueta de un hidroavión Dornier DO J Wal, ayer en la exposición.
Un oficial de la Armada junto a la maqueta de un hidroavión Dornier DO J Wal, ayer en la exposición.

El Museu Marítim de Barcelona (MMB) inauguró ayer una exposición, sorprendente en estos tiempos convulsos de recelos, miedos, desencuentros y malos augurios, sobre la historia de la fuerza aeronaval española (la aviación de la marina), una de las más antiguas del mundo, cuyo nacimiento, hace cien años, estuvo muy ligado a la ciudad, pues fue aquí, donde la Armada española literalmente empezó a volar.

La inauguración supuso un pequeño desembarco de la propia Armada en el museo de las Drassanes, no solo por la presencia de fotos, maquetas de barcos y aviones, y variado material documental, sino por la de un vicealmirante, Fernando Zumarracárregui, director del Órgano de Historia y Cultura Naval, responsable del patrimonio de la Armada, y varios oficiales, todos en uniforme, que acudieron al acto.

“La aeronáutica naval no puede estar en mejor sitio, pues aquí nació”, dijo a EL PAÍS el vicealmirante, que recordó la gran aventura que vivieron pilotos y marinos de la fuerza, “hombres muy especiales”. Zumarracárregui consideró que “es bueno estar aquí”, aunque sea en circunstancias políticas tan complejas. Pese a que matizó que no le corresponde hacer declaraciones al respecto, dejó caer un “esto es España” e hizo votos porque la situación “se normalice lo antes posible”.

Secretismo y paranoia

El director del Museu Marítim, Roger Marcet, negó categóricamente a este diario que se haya intentado desde el centro hacer pasar desapercibida la exposición, que puede parecer inconveniente a algunos en estos momentos tensos. El caso es que no hubo convocatoria de prensa a los medios de comunicación para el acto inaugural y quien se enteró fue de chiripa, por tener un primo en la Armada, por ejemplo. “No ha habido secretismo, se han enviado 8.000 invitaciones”, recalcó Marcet que deploró la “paranoia actual”.

La exposición Centenario del arma aérea/ 100 anys de l'aeronàutica naval, que ocupa dos salas de las naves de las Drassanes, se compone de dos partes (en realidad dos exposiciones paralelas). La primera, realizada por la propia Armada y que ha podido verse en Madrid, Sevilla y en el reciente Salón Náutico, repasa la historia de la aviación naval desde su creación por un decreto de Alfonso XIII el 15 de septiembre de 1917 hasta las recientes operaciones de la Armada con drones (Scan Eagle) en el marco de operaciones como la denominada Atalanta, contra la piratería internacional.

La segunda parte, producción propia del museo y la Fundació Parc Aeronàuticde Catalunya explica principalmente la estrecha relación de Barcelona con el nacimiento de la aeronáutica naval y recuerda que en el puerto de la ciudad, en cuyo muelle de Contradique se instaló una base de hidroaviones (hogar de la aeronáutica naval española), se realizó, en el plazo récord de cinco meses, la conversión del vapor España número 6 (un mercante alemán requisado durante la I Guerra Mundial) en portaviones.

En realidad ese primer portaaeronaves de la Armada nacido en Barcelona, el primer Dédalo (operacional de 1925 a 1936), del que se muestra un excepcional plano de 1921 firmado por su constructor, el ingeniero naval Jacinto Vez, era un portahidros (considerado el mejor de su época): los aparatos que cargaba el navío eran hidroaviones que despegaban desde el mar, adonde se los descendía desde cubierta mediante grúas, y luego se los recogía del agua de la misma manera. El Dédalo participó en el Desembarco de Alhucemas.

Pintura de dos hidros de la areronáutica naval sobre Barcelona.
Pintura de dos hidros de la areronáutica naval sobre Barcelona.

Muchos años después, en 1967, llegaría el segundo Dédalo, portahelicópetros al que se incorporaron en 1976 los cazabombarderos Harrier de despegue vertical, una iniciativa pionera de la que fue artífice el almirante Saturnino Ninín Suanzes. En 1989 comenzó a operar el portaviones Príncipe de Asturias, al que ha seguido en 2010 el buque multipropósito Juan Carlos I.

La exposición explica que Barcelona reunía en los años veinte condiciones que la hacían un lugar idóneo para acoger e impulsar el nuevo arma que era la aviación naval: poseía un puerto moderno en plena expansión, era una ciudad industrial y comercial, estaba abierta a los avances de la tecnología, incluida la aeronáutica, como prueba que el primer vuelo, en 1918, había despegado del antiguo hipódromo de Can Tunis y que en El Prat se creara una fábrica de aeroplanos. La aeronáutica naval encontró en Barcelona una competente estructura capaz de construir y mantener en servicio todo tipo de aparatos aéreos y a sus buques de apoyo.

La historia tiene también sus momentos trágicos, como la muerte en 1933 de cuatro tripulantes de un hidroavión Saboya que entró en barrena y se estrelló en el mar a tres millas de la costa.

“Es una historia sobre todo de gente, de personas, de hombres valientes;”, apuntó en la presentación Antoni Subirà, en representación de la Fundación Parque Aeronáutico. “Era peligroso, y muchos cayeron en servicio”. El director general del MMB, Roger Marcet, explicó que cuando se propuso exhibir la exposición de la Armada en Drassanes, “evidentemente dijimos que sí, es un tema ligado al mar y además hay esa conexión del nacimiento de la aeronáutica naval muy cerca de aquí, en los que era la marina de l'Hospitalet, del Morrot al Prat”.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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