Las lluvias no disipan la sequía ni la amenaza de restricciones
Los niveles de ríos y pantanos están al 53%, muy por debajo de la media de los últimos diez años
En pleno octubre, la lluvia se recibe como agua de mayo. Los chubascos de las últimas horas no alivian la extrema sequía que afecta Cataluña y que desde principios de verano ha acabado con una cuarta parte de las reservas de agua. Los niveles de ríos y pantanos están al 53%, muy por debajo de la media de los últimos diez años: 69%. La Agencia Catalana del Agua (ACA) mantiene activada en fase de prealerta la alarma por sequía y ha acelerado la actividad de las plantas desalinizadoras para evitar seguir desgastando las reservas hídricas, una situación que obligaría a imponer restricciones de consumo diario.
Más de 100 litros por metro cuadrado en zonas de la Terra Alta y del Baix Penedès y volúmenes cercanos a los 90 litros por metro cuadrado en el Garraf y el Baix Llobregat. Es, en pocas horas, una tercera parte de toda la lluvia que cayó en la ciudad de Barcelona durante todo el año 2015. Los registros acumulados ayer son notables pero improductivos. La Agencia Catalana del Agua (ACA) advierte de que el fugaz pero intenso temporal de miércoles y jueves no sirve para paliar el déficit de precipitaciones que sufre Cataluña. Además, insiste la ACA, la lluvia ha caído básicamente en la zona litoral, cosa que ayuda poco o nada a llenar los embalses. “Donde interesa que llueva es en las cabeceras de los ríos”, señalan fuentes del ACA.
La mecánica lluviosa tampoco ha ayudado a aplacar la sequedad. Las precipitaciones en tromba riegan el suelo resecado pero no ayudan a nutrir las corrientes subterráneas que van hacía ríos y pantanos. “Lo óptimo es que la lluvia sea moderada pero continuada en el tiempo”, puntualiza la ACA. En este contexto, ni siquiera los 121 litros caídos en la zona del pantano de Siurana (Priorat), que está al 13% de su capacidad y es el que tiene las reservas más bajas de todas las cuencas, ayudarán a corto plazo a elevar ostensiblemente sus niveles.
El período 2016-2017 ha sido calificado como un año “seco”, ya que la media de lluvias ha quedado un 30% por debajo de lo que es habitual en Cataluña. Solo en zonas del Pirineo y del Prepirineo, la lluvia alcanzó los registros estándar conforme a la mediana climática que se viene recopilando desde 1961. Se da la circunstancia añadida que el año anterior ya fue excepcionalmente seco y que, por ejemplo en el caso del Observatorio Fabra de Barcelona, registró un récord negativo: 94 días consecutivos sin lluvia.
La ACA asegura que la demanda de agua está garantizada hasta primeros de 2018. Los técnicos confían en que lo que queda de otoño rompa con la escasez de lluvias de los últimos meses y que las precipitaciones ayuden a rellenar las reservas para alejar el fantasma de las restricciones de consumo. Sin embargo, la ACA ha activado los mecanismos de prevención y se ha acelerado la actividad de las plantas desalinizadoras. La del Llobregat, la más grande que está activa en Cataluña, ha incrementado su producción en las últimas semanas. El ACA admite que en caso de prolongarse la falta de lluvias y de aportaciones a los embalses, incrementaría su producción. La otra planta desalinizadora, que se halla entre Tordera y Blanes, está funcionando al 25%. Sobre el papel, a partir de octubre la planta podría operar a un ritmo bajo. Sin embargo, a finales del año pasado la Generalitat anunció que la instalación trabajaría a pleno rendimiento para ayudar a abastecer Barcelona. De esta forma, el Govern trataba de calmar las críticas crecientes que, des de Girona, denunciaban una sobreexplotación del río Ter para desviar el agua hacía la capital catalana.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.