Cinco montañas madrileñas que subir con niños
Propuestas de excursiones pensadas para hacer con chavales a partir de siete años
Madrid tiene la suerte de estar bordeada de montañas por el este y el norte. Esto hace que despunten cumbres de lo más variopintas, algunas accesibles al paseo y disfrute con los más pequeños de la casa. Nombres con solera como Peñalara, Abantos o El Yelmo de La Pedriza esperan a estos aprendices de montañeros.
Pasado el calor del verano, y antes de que lleguen los rigores invernales, se presenta un momento ideal para ascender de la mano de la chavalería y, especialmente, para oírles el “¡ooooh!” de admiración que sueltan cuando se alcanza la cima y se abren ante ellos paisajes que, en casi todas las cumbres propuestas, permiten divisar, allá al fondo, la gran urbe madrileña. Muchos olvidan en ese momento el esfuerzo que ha requerido llegar hasta allí.
Pero antes de tocar la cima, el paseo debe reunir los suficientes alicientes para que los peques no se nos rajen a las primeras de cambio, sobre todo, si no están muy acostumbrados a patear el monte. La propuesta de cinco cumbres que va a continuación cuenta con esos alicientes así que: botas preparadas, mochila al hombro con comida y bebida apropiadas, y rumbo a la montaña.
1. Peñalara (2.428 metros) desde Cotos. Toda una clásica, techo de la sierra de Guadarrama y de la Comunidad de Madrid. A pesar de ello, su ascenso no es muy duro, más allá de unos 500 metros tras dejar atrás un denso pinar. Queda la opción, más llevadera, de desviarse antes hacia las lagunas de Peñalara. En ningún caso se pierden las preciosas vistas del valle del río Lozoya y del circo glaciar en torno a la cima. La llegada (y vuelta) en el tren de cremallera hasta Cotos y una visita previa a la caseta de información del parque nacional situada en este puerto son buenos preámbulos de la ruta.
2. Abantos (1.763 metros), desde San Lorenzo de El Escorial. Ríete tú de la silla de Felipe II como lugar privilegiado desde el que contemplar el monasterio de El Escorial y todo su entorno. Desde aquí la panorámica se multiplica, tras haber recorrido un pinar con premios (hay que buscar el bosquete de hayas) en el Monte Abantos y prados con vacas. También se puede acortar la marcha comenzándola en el puerto de Malagón, en la carretera que se adentra en Ávila. Ineludible la visita al centro de educación ambiental Arboreto Luis Ceballos (cerquita en el camino al pico); siempre tienen un hueco para animar a los niños.
3. Fuenfría (1.796 metros) desde Cercedilla. Más que una cumbre es un puerto, un paso histórico entre Madrid y Segovia. La calzada y puentes romanos sobre el curso principal del valle de la Fuenfría (arroyo de la Venta), los espigados pinos silvestres de asalmonadas cortezas y los diferentes miradores que jalonan la carretera de la República, reparten hitos naturales e históricos por doquier para animar el paso de los menores. En el punto de partida hay también un centro de educación ambiental que ayuda en la motivación infantil.
4. Yelmo de La Pedriza (1.717 metros), desde Canto Cochinos. La meta es el Yelmo, pero atentos a otras figuras formadas en la mole granítica de La Pedriza, desde el Elefante a las Torres pasando por el Guerrero, el Pájaro o la Esfinge. Algunas se divisan de camino al Yelmo y desde su cima. También seguro que se observa a escaladores ascendiendo por su pared más vertical, a buitres leonados sobre nuestras cabezas y al embalse de Santillana y al pueblo de Manzanares el Real bajo nuestros pies.
5. Peña de la Cabra (1.834 metros), desde el puerto de La Puebla. Nos salimos de la sierra de Guadarrama y llegamos a la Sierra Norte, en Puebla de la Sierra. Se trata de cuatro cómodos kilómetros de ida algo complicadillos al final por la pizarra suelta del último tramo. Se camina principalmente entre praderas de montaña donde jugar a restablecer los hitos de piedra que marcan la ruta hasta la cumbre o a estar pendientes de las cabras que dan sentido al nombre de la cima.
Todas las caminatas son de ida y vuelta y están pensadas para niños y niñas a partir de 7 u 8 años. Con menores se pueden hacer rutas más cortas dentro de los tramos propuestos.
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