Cuando el galán llegó a Madrid
Pensiones, tiendas de corbatas, el edificio de Teléfónica... El veterano actor cuenta qué espacios fueron los que más le marcaron al arribar a la capital hace 67 años
1. Pensión de la calle del León. Cuando llegué a Madrid con 20 años (9 de septiembre de 1950) sólo traía de Asturias una maleta cargada de ilusiones y 300 pesetas en el bolsillo. Un amigo de Gijón que trabajaba en una casa de seguros me recomendó ir a esta pensión. Cuando trabajaba en el teatro Reina Victoria siempre pasaba por allí y miraba el balcón y recordaba los primeros meses que viví en la capital.
2. Corbatas Lainez en la Puerta del Sol. Durante las Navidades, el negocio admitía gente joven para trabajar porque sus dueños no daban abasto. Cuando llegué había una vacante y fui el que más corbatas vendió ese año. Era simpático y divertido. Había nacido para eso. (Puerta del Sol. Hoy está cerrada).
3. Iglesia de Jesús Medinaceli. Siempre entraba. Al no tener nada, te amparas en la fe. Me sentaba en un banco y no pedía nada. Me reconfortaba y salía de otra manera. Dejaba las penas allí. (Plaza de Jesús, 2).
4. Edificio Telefónica. Era como ir al teatro. Como no tenía nada que hacer, me sentaba allí a pasar el rato. La gente gritaba cuando telefoneaba en las cabinas. Se escuchaban cosas como: “¿Qué yo no te quiero? ¡Yo qué voy a estar con otra!”. (Gran Vía, 28).
5. Correos. Acudía a la ventanilla de giros para preguntar si alguien me había enviado dinero, aunque yo sabía de sobra que nadie me mandaba nada. Cuando el encargado se enteró me dijo: “Pero ¿tú estás bien, chaval?”. Por entonces había mucha gente en Correos y siempre encontraba algún plan con alguna chica, porque, entre otras cosas, era muy guapo. (Plaza de Cibeles, 1. Hoy es la sede del Ayuntamiento de Madrid).
6. Estudios de la CEA. Unos compañeros de la pensión me animaron a que me presentase a extra de figuración. Me dieron los 25 céntimos que costaba el tranvía para ir a los estudios, que cerraron en 1966. Allí dije mi primera frase en el cine: “Pero todavía no has dicho en casa que te alistas hoy”. (Cruce entre la calle de Arturo Soria y carretera de Barcelona).
7. El Café Gijón. Iba allí para encontrarme con los artistas del momento. Un actor no tendría dinero para tomar un café, pero iba impecable. Ahora veo a una persona mal vestida por la espalda y digo: “Ese es actor”, y no me equivoco. (Paseo de Recoletos, 21).
8. Restaurante Valentín. Era un sitio donde iba gente importante a comer. Al dueño le decían El Chuleta, era muy divertido y me tenía mucho cariño. Allí Conocí a José María de Cossío. Me invitaba siempre a que me sentara en su mesa, a poca gente se lo ofrecía. (San Alberto, 3. Cerrado).
9. Cafetería del Hotel Palace. Desde hace muchos años es el lugar donde cito a los actores y actrices que voy a contratar. Me gusta este marco y normalmente coincide con el de las comedias que hago. (Plaza de las Cortes, 7).
10. Los teatros. Todos en general han sido y son muy importantes para mí, el Amaya (paseo del General Martínez Campos, 9), el Reina Victoria (carrera de San Jerónimo, 2) o el Infanta Isabel (calle del Barquillo, 24), donde pude interpretar mi primera frase en el teatro: “Y qué entradas y qué salidas”. No sabría hacer nada sin el teatro. Tengo que estar encima de un escenario interpretando comedias. Lo más fácil para un actor es interpretar un drama, lo difícil es interpretar la “alta comedia”. En ese estilo hay que saber sentarse de otra manera.
Muchas tablas
Arturo Fernández reestrena con su compañía teatral la comedia Alta Seducción en el Teatro Amaya. La obra, escrita especialmente para él hace 28 años por María Manuela Reina, estará en cartel previsiblemente hasta el mes de febrero.
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