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“Solo escuché una respiración al teléfono”

Declaran en el juicio del doble crimen de Majadahonda la novia del acusado y la amiga de una de las fallecidas

Bruno H. V. durante el juicio.
Bruno H. V. durante el juicio.Jaime Villanueva

A pesar de la esquizofrenia paranoide que padece Bruno H., Bárbara quiere compartir su vida con él. Sigue sin creer que matara a dos mujeres, motivo por el que la Fiscalía pide para él 30 años de internamiento en un centro psiquiátrico. La novia del supuesto descuartizador de Majadahonda ha asegurado este miércoles, en la tercera sesión del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial, que “es una persona muy buena, pero que la enfermedad le ha destrozado la vida”. Y afirma: “Tengo conciencia de lo que es [la enfermedad] y a dónde puede llevar: a eliminar una persona”.

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Bárbara ha sostenido que se veía diariamente con Bruno, que no trabajaba. Sin embargo, eso cambió la semana que desapareció Adriana Giogiosa, la presunta segunda víctima. “Le pregunté qué sucedía y me dijo que tenía que terminar un trabajillo”. Solo se vieron el 5 de abril, día en que la mujer se quedó embarazada (tienen una hija de un año y medio en común). El acusado conoció a Bárbara, que sufre un trastorno de personalidad, durante uno de sus ingresos, aunque en su intervención la mujer no ha precisado si fue en 2013 o 2014. Bruno la llama desde entonces Verónica por su fijación con las palabras que llevan e y erre. Su declaración, de casi una hora, ha estado precedida por la colocación de un biombo para proteger su intimidad. Sí podía verla el acusado, aunque se ha girado para no hacerlo. Tan solo la ha mirado, fijamente, en el momento que ha entrado en la sala.

La primera vez que Bárbara estuvo en la casa de Majadahonda fue poco antes del último ingreso del acusado, en octubre de 2014. “Me daba malas vibraciones. Era fría y parecía abandonada”. Llegaron a estar una semana encerrados en el sótano, pero no coincidió con Adriana ni vio ninguna picadora, con la que supuestamente Bruno hizo desaparecer los cuerpos. Bárbara ha asegurado que jamás tuvo miedo de él a pesar de que “nunca estuvo bien”. “Le daban el alta cuando dejaba de hablar de su amo. Siempre mezclaba la relación con sus obsesiones”. Luego ha roto a llorar y Bruno se ha secado los ojos con la manga de su jersey. La mujer, de nacionalidad polaca, ha confirmado que no conoció a la tía del acusado: “No hablaba mucho de ella. Pensé que estaba en una residencia”. Sin embargo, sí coincidió con Adriana. Ha admitido que la semana que desapareció, Bruno no había tomado su medicación.

Las bolsas de basura

La primera persona en declarar en la sesión ha sido Cristina. Ha relatado que su amiga, Adriana Giogiosa, tenía discusiones “cotidianas” con Bruno, pero que ella no observó “tensiones” al visitar la casa de Majadahonda. El 3 de abril de 2015 contactó por Facebook con el hermano, que no la encontraba. “Me insistió en que me acercarse a la vivienda”. Accedió aunque era tarde. Llamó insistentemente al timbre, pero Bruno no abrió. Entró en casa de un vecino y desde allí vio como el acusado abría la puerta de su casa. Fue a hablar con él. “Me dijo que no me había escuchado, que estaba dormido, pero no lo parecía. Tampoco sabía dónde estaba su inquilina, aunque días antes la había llevado al hospital”. Cristina ha admitido que el 6 de abril comenzó a recibir mensajes desde el móvil de su amiga, pero que no era ella por su forma de expresarse. Incluso recibió una llamada desde ese número: “Solo escuché una respiración”.

La sala también ha contactado por videoconferencia con un testigo protegido. El hombre, con voz grave, ha asegurado que presenció cómo Bruno repartía “tres o cuatro bolsas de basuras grandes por diferentes contenedores” en la madrugada del 5 de abril. Le llamó la atención que no lo hiciera en los mismos cubos, ya que tenía dos frente a su casa. Además, han comparecido dos trabajadores de Renfe, que han reconocido que la mañana del 6 de abril Bruno les hizo una pregunta “inusual”. El acusado solicitó hacerse con las imágenes grabadas por las cámaras de la estación de Atocha, desde donde el acusado pudo viajar a Barcelona con la intención de dejar pistas falsas, según la Fiscalía. Finalmente, dos compañeras de trabajo de Adriana han relatado cómo encontraron la carta que supuestamente esta dejó en el negocio donde trabajaba y en la que rechazaba reincorporarse a su puesto.

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