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13 presos para contar la historia de la Modelo

La cárcel barcelonesa abre sus puertas un mes después del cierre con una exposición

Alfonso L. Congostrina
Primeros visitantes de la exposición de la Modelo
Primeros visitantes de la exposición de la ModeloMassimiliano Minocri (EL PAÍS)

La prisión Modelo de Barcelona cerró la puerta el pasado 8 de junio tras 113 años privando de libertad a preventivos, condenados, presos comunes, políticos e intelectuales. La Generalitat, 25 días después de trasladar al último preso, abrió ayer las puertas del centro con la exposición La Modelo nos habla: 113 años 13 historias. La muestra, que podrá visitarse hasta el 26 de noviembre, centra la atención en 13 de los personajes más relevantes que habitaron, contra su voluntad, entre los muros del penal. Un paseo que olvida a decenas de intelectuales que acabaron entre rejas por su discrepancia con el régimen y a centenares de mujeres que también sobrevivieron al encierro.

El reloj no había marcado ayer las diez cuando los primeros ciudadanos hicieron suyo el penal. El encargado de la museografía, Ignasi Cristià, interpretaba: “No estamos en un museo. Todavía se percibe el último aliento de los presos”. Internos que hace solo días vivían en estas celdas, ahora controlan las puertas correderas en las que trabajaban sus vigilantes. “Quién te ha visto y quién te ve”, ironizaba una funcionaria a un reo reconvertido en cicerone.

Celdas de presos políticos y comunes

Roser Padrós atravesaba las puertas correderas conteniendo las lágrimas: "Mi padre estuvo dos veces preso durante la dictadura por problemas ideológicos con el régimen". Aunque fue excepcional, también visitó unas instalaciones que conocía a la perfección Miguel Villet, un preso común. Villet tiene 52 años y ha estado más de 20 privado de libertad por atracos, asaltos, "algo de sangre" y robos varios. "Mira, en esa celda vivía yo y en la de abajo mi padre. Esto era duro… conocí a El Vaquilla y al Torete y mira (dice señalándose dos cicatrices en sus brazos) aquí me chiné exigiendo derechos".

El comisario de la muestra, Agustí Alcoberro, reconocía ayer que la Modelo, entre 1956 y 1963, también acogió a presas. Una de ellas fue Anna Sallés, catedrática de Historia y compañera sentimental del fallecido escritor Manuel Vázquez Montalbán. Sallés fue condenada en 1962 después de haber participado en una protesta en apoyo a la huelga minera de Asturias. “Me apartaron de las presas comunes. Vivía un poco mejor pero el espacio era terrible”, recordaba ayer Anna Sallés. No guarda recuerdos buenos y asegura que no visitará más un penal a pesar de que en este se apiadaron de su situación: “Un jefe de serviciopermitió que pudiéramos vernos, con rejas de por medio, Manolo y yo antes de que lo trasladaran a la prisión de Lleida”.

El recorrido por la Modelo recuerda al pedagogo libertario Ferrer i Guardia, al president de la Generalitat Lluís Companys o al anarquista Salvador Seguí. Denuncia injusticias como la perpetrada contra La Gilda, un camarero de 24 años detenido en 1955 tras haber cometido un grave delito: ser homosexual. Repasa episodios históricos como los 113 de la Asamblea de Catalunya o el último ajusticiado en la prisión barcelonesa, Salvador Puig Antich. Incluso guarda un espacio para el mitificado protagonista de varios motines: El Vaquilla.

Uno de los espacios es para el pintor y poeta vanguardista Helios Gómez. El artista fue encarcelado dos veces en la modelo. En 1950 pintó en una celda la Capilla Gitana a petición de un sacerdote de la cárcel. Su hijo ha denunciado en varias ocasiones que la obra fue tapada en 1998.

El creador del Capitán Trueno, Víctor Mora, pasó una temporada en prisión por su pertenencia al PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña). También fueron encarcelados el poeta catalan Pere Quart, el director y guionista cinematográfico Pere Portabella o el director teatral Albert Boadella junto con otros miembros de la compañía Els Joglars.

La visita acaba en la paquetería de la Modelo. Justo donde colocaron el garrote vil con el que fue ejecutado Puig Antich. Una luz atraviesa el aire donde colocaron el macabro poste que segó la vida del anarquista. “Pretendo que los visitantes reflexionen. En este país, no hace tanto, existió la pena de muerte, un fracaso del ser humano”, recordaba ayer Cristià.

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