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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sabina pone en pie el Sant Jordi

Serrat apareció en el escenario y compartió Paraules d'Amor con el 'cuate'

Joaquin Sabina el 21 de junio en Madrid.
Joaquin Sabina el 21 de junio en Madrid.Juan Aguado (Redferns)

Una vez más Joaquín Sabina ganó su batalla barcelonesa antes de subir al escenario. El Sant Jordi colgó el agotadas las localidades y 15.590 personas llenaron el polideportivo olímpico mientras se va llenando también una segunda actuación programada, debido al éxito de esta primera, para el 13 de septiembre. Eran las diez y cuarto de la noche cuando las luces se apagaron a ritmo de vals y los pitos previos de impaciencia se convirtieron en un tremendo clamor para acompañar la salida de los siete músicos de Joaquín Sabina. Un retraso esta vez comprensible ya que en el exterior las colas para acceder al recinto eran mucho más largas y lentas de lo habitual, sin duda propiciadas por las dificultades previas para llegar hasta la montaña y, sobre todo, para encontrar aparcamiento.

Ya estaba lleno el polideportivo cuando Sabina irrumpió en el entarimado a los sones de un arcaico Begin the Beguine y proyecciones en blanco y negro con algo de Chicago años veinte en las siete enormes pantallas de vídeo estrechas y alargadas al estilo de las pantallas de los móviles. Si ya vemos la vida a través del móvil, ahora parece ser que también veremos los conciertos en ese formato aunque, no nos engañemos por las modas, cualquier imagen se ve mucho mejor en una pantalla estilo cinematográfico. Y, sin mediar palabra, Sabina, perilla mefistofélica y bombín calado hasta las cejas, lo negó todo sobre una sucesión de recortes de diario con críticas de sus conciertos.

Joaquín Sabina

Palu Sant Jordi, 28 de junio

Barcelona

A ese primer tema que da título a su último disco, Lo niego todo, el primero con composiciones nuevas en ocho años, siguieron otros seis de ese mismo plástico. Canciones recibidas sin un exceso de calor. Es lo que suele suceder siempre con las canciones de los últimos discos de todos los cantantes, tal vez por eso Sabina, perro viejo, las canta todas juntas al principio y, ya despojado de compromisos de actualidad, puede zambullirse en su memorable pasado para levantar al público de sus asientos. Así, después de un intermedio durante el que sus músicos pudieron mostrar sus aptitudes como solistas, Sabina regresó, esta vez con sombrero blanco, y La Magdalena encendió el Sant Jordi. Mientras Mara Barros le daba la réplica al de Úbeda se escucharon ya los primeros ecos de miles de voces cantando junto a ellos. Y ya no pararon de cantar y lástima de las sillas y de las estrictas medidas de vigilancia porque muchos también hubieran bailado. Ganas no faltaron y todo el polideportivo en pie siguió un recta final apoteósica que se balanceó entre la copla, las rancheras, el rock de diversas tonalidades, toques cubanos o jamaicanos y la poesía directa y descarnada.

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Por el bulevar de los sueños rotos, 19 días y 500 noches, Noches de boda, Y sin embargo, Peces de ciudad, Y nos dieron las diez, Princesa,… Sabina, que se definió como “andaluz, catalán y argentino” y dedicó una canción a Carme Ruscalleda, habló de Javier Krahe y Gabriel García Márquez, recordó la carga de emotividad de su primer concierto grande en la Monumental de Barcelona coincidiendo con el atentado de Hipercor. Y, ¿cómo no?, compartió un pedazo de escenario con su primo el Nano. Serrat, gorra calada y taburete de Boccaccio bajo el brazo, apareció por sorpresa (aunque muchos ya se lo esperaban) y juntos cantaron, ellos dos y todo el público enarbolando las luces de sus móviles, Paraules d’amor.

Joaquín Sabina volvió a arrasar en el Sant Jordi llenando de intimidad y colegueo el gigantesco recinto. Como si en la barra de un bar (de aquellos de antes que estaban llenos de humos) estuviera explicando historias. Sus historias de siempre pero que siguen sonando frescas en especial si las defiende con la vehemencia con que lo hizo en la noche del miércoles. Una pregunta final:¿por qué colocar sillas en la cancha cuando el público se pasa la mayor parte del concierto de pie?

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