Disensión entre los editores por la presencia del Gobierno en Sant Jordi
“La ‘diada’ es de todos y no debería politizarse”, contrapone el presidente de la Cambra del Llibre
La situación de tensión sociopolítica entre los gobiernos catalán y central por el procès se ha colado también en la festividad cultural y ciudadana del día del libro y de la rosa: Isabel Martí, editora de La Campana, dimitió el pasado viernes de su cargo como miembro de la junta directiva de la Associació d’Editors en Llengua Catalana (AELC) en desacuerdo por haberse cursado una invitación a la vicepresidenta del gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, al acto de apoyo a la candidatura de Sant Jordi como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. “Sé que hay mucha gente enfadada con mi decisión, pero creo que debía hacer este gesto porque no le corresponde a la entidad que estoy ni a mi editorial invitar a la vicepresidenta del gobierno español... Creo que soy coherente con mi papel: promover la lectura y la Diada de Sant Jordi. Qué necesidad había de promocionar este acto ahora”, ha asegurado esta mañana a este diario, declinando hacer más comentarios sobre el tema, informa Laia Reventós.
Martí defiende su postura a pesar de conocer, como admite, que para auspiciar la candidatura de Sant Jordi como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad ante la Unesco es necesario presentar la propuesta ante el Ministerio de Cultura, quien, a su vez, de entre todas las propuestas recibidas de las comunidades autónomas, escogerá la que elevará al organismo internacional. Cualquier persona o entidad puede aupar una propuesta. En el caso de la diada lo hicieron conjuntamente el Gremi de Floristes, La Caixa y la Cambra del Llibre, entidad que agrupa a librerías, distribuidoras, editoriales y empresas de artes gráficas especializadas en libros; entre la Cambra, que preside Patrici Tixis, director de comunicación del Grupo Planeta, figura la AELC.
La presencia institucional al acto de anuncio de la presentación de candidatura, que tuvo lugar en Caixaforum, fue creciendo en rango de representatividad a medida que se acercaba su celebración. Así, inicialmente estaba prevista que la representación del gobierno español recayera en el secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, si bien la presencia de la vicepresidenta se barajaba desde hacía tiempo. La ratificación de ello, el pasado domingo, generó un efecto dominó: la presencia del consejero de Cultura, Santi Vila, se vio complementada el mismo viernes por la del vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, que en su discurso disculpó la ausencia del presidente Carles Puigdemont, que también se había barajado desde Palau. En el ámbito municipal, se añadió también el teniente de alcalde del Consistorio, Jaume Collboni. La visualización de todos esos movimientos protocolarios se plasmó en la anécdota de que Sáenz de Santamaría entregó inicialmente uno de los dos libros con los que obsequió a las autoridades a Vila y no a Junqueras; el titular de Cultura lo cedió raudo a su vicepresidente. Se trataba, por cierto, de una novela de Rodrigo Fresán de 2014 de título equívoco, La parte inventada, si bien ella desmintió la intencionalidad.
La presencia de Sáenz de Santamaría ha sido leída en algunos sectores como un intento del Gobierno para estar presente en la festividad de Sant Jordi en el marco político de la Operación Diálogo. La vía de acercamiento a los editores ya fue explorada por la propia vicepresidenta a partir de un encuentro con el sector por las mismas fechas de 2014, lo que ya levantó polémica. “La presencia del Gobierno español es importante porque es quien ha de tramitar y luego defender la candidatura de Sant Jordi como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad ante la Unesco en París y, como el gobierno catalán, se lo ha tomado muy en serio”, afirma Tixis, que recuerda que en diciembre el Congreso, a través de su comisión de Cultura que preside la representante de Ciudadanos Marta Rivera de la Cruz, aprobó una resolución en la que se instaba al Gobierno español a impulsar la candidatura. “Sant Jordi no debería politizarse bajo ningún pretexto; es un fiesta que se hace entre todos”, concluye Tixis.
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