Javier Castillo: “No pretendo ser el próximo Zafón o Pérez Reverte”
El 'thriller' psicológico 'El día que se perdió la cordura' lleva ya más de 75.000 ejemplares vendidos
El día que Javier Castillo (Málaga, 1987) perdió la cordura decidió autoeditarse su primera novela para comercializarla en Amazon. Y se dio un fenómeno que nunca había imaginado. El día que se perdió la cordura, un thriller psicológico trepidante, ya ha logrado vender 45.000 ejemplares en Internet y ha permanecido durante más de 500 días en los primeros puestos de ficción policiaca y suspense. La editorial Suma de letras ha lanzado la quinta edición (8.000 ejemplares por edición) en papel de este éxito de ventas que arranca con un tipo desnudo que camina por las calles de Boston sosteniendo con la mano la cabeza de una mujer decapitada.
Pregunta. ¿Cómo está digiriendo su éxito editorial?
Respuesta. Con mucho entusiasmo porque es precioso, pero intento ser realista. Soy consiente de que esto puede ser temporal. Estoy muy ilusionado, porque es bonito ir a una firma de libros y encontrarte con cientos de personas. Es un poco increíble, pero lo intento llevar con cabeza.
P. ¿Por qué se lanzó a la aventura de escribir un thriller psicológico?
R. Los relatos que he escrito desde adolescente son así. Es el género que me gusta leer y con el que más familiarizado estoy. Nunca me había atrevido con una novela porque había escrito historias de 40 o 50 páginas, pero ahora solo he tenido que adaptar el estilo que tenía de relato corto a una novela larga.
P. Tiene que ser difícil ambientar una novela en un paisaje que no se conoce. ¿O al contrario?
R. Es más fácil, porque da libertad para incluir los detalles que quieres. Con Google Street View se puede ahora viajar por cualquier sitio.
P. El libro es una montaña rusa de idas y venidas en el tiempo
R. El objetivo es enganchar al lector y entretener, porque la novela de un solo tiempo te obliga a incluir muchas historias en un mismo tiempo. Con tres tiempos te permite crear esa montaña rusa que cada vez se utiliza más en el cine. Y lo que funciona bien en la pantalla también resulta en la literatura.
P. ¿Y la caracterización de los personajes?
R. Hay dos que tienen mucho peso, que son Jacob y Steven, los que llevan el peso de la trama. Al resto no quise darle demasiado protagonismo para que el ritmo de la novela fuese frenético.
P. Es un libro escrito mientras viajaba en el tren, y muy aconsejable para leer en el tren.
R. El libro lo fui escribiendo en 2014, mientras viajaba en tren de camino de Fuengirola, donde vivo, a Málaga, donde trabajo. Es fácil de leer, no requiere estar muy concentrado para seguir la historia. Los capítulos son cortos y esto permite devorarla en trayectos cortos de tren o autobús.
P. ¿Qué aspiraciones tiene en el mundo de la literatura?
R. Ambiciones ninguna, salvo continuar escribiendo libros que a la gente le entretenga. No pretendo ser el próximo Zafón o Pérez Reverte, en absoluto. Mi única pretensión es ofrecer al lector un libro que le permita desconectar durante dos o tres horas al día. Si esa persona se ha entretenido, el objetivo está cumplido, más allá de si le ha gustado o no cómo se ha resuelto el final de la novela. Mi pretensión es entretener, no ser un mega best seller.
P. ¿Va a aparcar su trabajo como consultor de finanzas para dedicarse a la literatura? ¿Cuáles son ahora sus proyectos?
R. Estoy terminando la continuación de El día que se perdió la locura y tengo entre manos otra novela que llevo dos meses escribiendo en paralelo. Es novela negra más pura, algo más lenta, pero con muchos giros y personajes. Tengo muchas ganas de dedicarle más tiempo a esta, pero ahora le doy preparar a terminar la segunda parte de mi estreno. ¿Mi trabajo? Estoy viendo si estoy es un éxito momentáneo o si puedo abrirme una carrera. Soy muy sensato; sé que esto puede ser puntual.
P. ¿Cuáles son sus lecturas favoritas?
R. Leo mucho thriller actual, sobre todo Paula Hawkins, Gillian Flynn, pero siempre acudo a los clásicos como Gabriel García Márquez, Paul Auster o Charles Dickens. De novela negra me encanta la reciente aparición de Joël Dicker, y de Stieg Larsson me habré leído tres veces su trilogía.
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