El desconocido impacto económico de las Fallas
El Ayuntamiento de Valencia invierte 4,3 millones en las fiestas
¿Cuál es el impacto económico de las Fallas? O dicho de otro modo: ¿qué efecto tiene la gran fiesta de Valencia en términos de producción, rentas y empleo? A pesar de la envergadura del acontecimiento, no existe un informe solvente que lo analice. Hace cuatro años, la ciudad recibió en fallas 865.000 turistas, según la Generalitat. Una cifra que supera su población (790.000 habitantes). La Interagrupación de Fallas calculó en 2008, por su parte, un impacto de la fiesta de 753 millones de euros, pero el informe justificaba escasamente los datos.
Solo el Ayuntamiento de Valencia destinará en 2017 4,3 millones de euros a las Fallas. De ellos, 2,2 millones van al presupuesto de la Junta Central Fallera (JCF), el organismo que coordina la fiesta, elige a la fallera mayor y concede los premios. El Consistorio subvenciona los monumentos con 1,6 millones, y gasta 210.000 euros en iluminación; 80.000 en agrupaciones musicales; 17.900 en un contrato con Cruz Roja, y 21.650 en una pasarela para sortear la ofrenda, entre otros apartados.
Los profesores de Economía de la Universitat de València Alejandro Mollá y Juan Francisco Martínez, que han mantenido contactos con el Ayuntamiento de Valencia sobre la posibilidad de realizar un estudio sobre el impacto de la fiesta, detallan los elementos que habría que tener en cuenta para calcularlo. Por una parte, el gasto que realizan las principales entidades promotoras: además de Ayuntamiento y JCF, las comisiones. Por otra, el aumento de la actividad de los sectores económicos implicados, que suman más de una treintena. Entre ellos: artistas falleros, pirotecnia, bandas de música, peluquerías, decoración, electrónica, catering, calzado e indumentaria, fotografía, alquiler de carpas, floristería, iluminación y megafonía, imprenta y lotería.
Malos tiempos para el artista fallero
Los artistas falleros han acusado la caída de actividades que solían ser complementarias de su oficio, como la construcción y los certámenes de Feria Valencia, afirma Joaquín Esteve, vicemaestro mayor del Gremio Fallero. Esteve calcula que en Valencia hay 250 talleres que emplean a 700 personas. La crisis ha reducido el precio de los encargos. Una falla de categoría especial puede costar 300.000 euros. Pero el precio medio ronda los 15.000, y las hay de 2.000. El reto hoy, dice Esteve, que tiene 56 años y empezó a trabajar con 16, es no perder dinero al cerrar el ejercicio: “No me arrepiento de haberme dedicado a esto, pero la verdad es que no esperaba acabar así mi carrera”.
A ello hay que sumar el efecto de la fiesta en las actividades turísticas: hoteles, alquiler de viviendas, agencias de viajes, transporte, bares y restaurantes y otras formas de ocio. Al gasto municipal directo en las Fallas hay que agregar el coste adicional que implican las horas extraordinarias de policías y bomberos. A lo que cabría restar la llamada “fuga de gasto”: aquellos habitantes que eligen marcharse esos días de Valencia.
Luis Martí, presidente de Unión Hotelera, estima que las Fallas implican un aumento de 20 puntos en la ocupación de los hoteles de la ciudad. De un 70% de media a una horquilla del 85% al 90%. Este año se espera una alta ocupación de miércoles a domingo, lo que se traducirá en unas 40.000 noches de hotel vendidas a un precio superior al habitual. En total, entre tres y cuatro millones de euros.
No son cifras despreciables. Pero son 40.000 noches en el contexto de 4,5 millones de pernoctaciones al año. A lo que hay que sumar, estima Martí, en torno a 12.000 noches en alojamientos no regulados, como Airbnb. “Para el sector hotelero”, agrega, “las fallas son casi más importantes por el carácter icónico de la fiesta y el potencial de promoción turística”.
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