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SILVIA NANCLARES | PERIODISTA

“La infertilidad es un problema contemporáneo que afecta a mujeres y hombres”

La periodista Silvia Nanclares publica su primera novela en torno a la maternidad a los 40

La periodista Silvia Nanclares posa en Bilbao.
La periodista Silvia Nanclares posa en Bilbao.FERNANDO DOMINGO-ALDAMA

Todavía no ha conseguido ser madre pero lo desea con todas sus fuerzas. Es la historia de Silvia Nanclares (Madrid, 1975) pero podría ser la de cualquier otra. Incertidumbres, renuncias, el desgaste en la pareja. También el amor sincero o la amistad. Son vivencias comunes pero que rara vez se comparten. Quizá por vergüenza o por el qué dirán. Con valentía y espontaneidad la periodista madrileña ha decido plasmarlo para dar forma a su primera novela. Quién quiere ser madre (editada por Alfaguara) acabar con ese silencio.

Pregunta: ¿Hasta qué punto viene en el pack de la mujer el mandato de la reproducción?

Respuesta: Hasta el tuétano. Ser mujer todavía hoy es sinónimo de ser madre, aunque digamos que hayamos avanzado mucho. Los mandatos de género que se inculcan te llevan a ese binomio que luego hay que romper, y quienes lo hacen son cuestionadas. Es un tabú cultural. Todavía las mujeres que no quieren ser madres tienen que dar explicaciones.

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P: Sin embargo, en lugar de poner el foco en las que se revelan al mandato, tú hablas desde tu experiencia de querer tener un hijo.

R: Nadie te pregunta por qué quieres ser madre y es un deseo difícil de responder. Hay muchos impulsos irracionales, en mi caso se activó tras la muerte de mi padre. Quería poner el acento en las mujeres que quieren serlo pero no lo consiguen.

P: Cuentas con valentía todo el proceso que no es habitual compartir fuera de la pareja y es difícil de encontrar ejemplos en la literatura.

R: Está en la sombra porque hay vergüenza. Si no te puedes quedar embarazada es que algo falla. La sociedad actual nos obliga a situarnos en términos de éxito o fracaso. Muchas veces el problema de fertilidad lo tienen los hombres, pero ese tema es más tabú si cabe. Es uno de los principales objetivos del libro, dinamitar ese silencio. Tenemos que hablarlo porque está pasando, y además hacerlo con humor, porque lo que he leído era con dramatismo.

P: Desde tu perfil feminista llama la atención que hayas esperado a tener pareja para quedarte embarazada. Recuperas la idea amor romántico.

R: Quería mostrar las contradicciones que todas tenemos, los claroscuros que tiene la identidad de género en una mujer a los cuarenta años. No pretendía hacer un ensayo feminista. En mi caso, tenía claro que preferiblemente no quería ser madre sola, me apetecía la aventura en pareja y cuestionar si se puede criar de forma igualitaria. Estamos cargando las tintas desde la teoría con discursos contra el amor romántico pero, en la práctica todas estamos atravesadas por eso. No buscaba un príncipe azul que me trajera su esperma y procrear con él, pero la persona apareció en el momento adecuado. No estoy libre de nada.

P: Hablas del shock de la “urgencia biológica”. ¿Somos conscientes de esa caducidad de la vida fértil?

R: No, no somos conscientes de que a partir de los 35 años existe una decadencia certificada médicamente. No es fácil enfocarlo porque además estamos ante un problema demográfico. Sin caer en discursos pro-vida creo que se tendría que ofrecer educación para la fertilidad, al menos a las mujeres que estén interesadas en la maternidad. Poder ir al médico y hacer un análisis de hormonas. Disponer de información porque la infertilidad es un problema contemporáneo.

P: Siempre se habla de las condiciones sociales que intervienen a la hora de afrontar la maternidad, pero no se tiene en cuenta el aspecto biológico.

R: Es algo cultural. Un embarazo antes de los 25 años en mi caso hubiera sido leído como un fracaso. Tenía que acabar la carrera, hacer un máster, vivir fuera, trabajar… pero el momento ideal es entre los 25 y 35 años. Tenemos que tomar conciencia que son diez años, reconfigurar el puzle y acompasarlo con políticas públicas. Hablo de protección laboral, corresponsabilidad… En definitiva, un proyecto social que piense en la crianza.

P: Este discurso es fácil de que una mujer lo entienda, pero, ¿cómo se lo haces llegar a un hombre?

R: Apelaría a la solidaridad con sus compañeras de generación. Para ellos también hay una época. Por eso hombres de 50 acaban teniendo hijos con mujeres de 30. Hace falta una educación hacia los dos géneros para acabar con esa asimetría. Hay que pensar desde un punto de vista social, no individual. Aunque sea por una cuestión demográfica, para sostener el sistema. La corresponsabilidad es una cuestión de todos.

P: ¿Qué opina del debate que se ha suscitado en torno a la gestación subrogada?

R: Se está imponiendo de manera artificial por ciertos lobbies de la industria reproductiva, que está creciendo como champiñones. Desde el respeto hacia parejas homosexuales o heterosexuales infértiles, me parece más urgente el debate del aborto o incluso ampliar la ley de reproducción asistida hasta los 45 años. Me parece delirante que vayamos a poder antes vender nuestro útero que interrumpir un embarazo.

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