Las ‘sijenas’ catalanas
Copias originales, reproducciones fidedignas y facsímiles, solución a la reclamación de obras a los museos
En 2015 un juez obligó al Ayuntamiento de Manresa a devolver a la parroquia de Sant Sadurní de Salelles (Bages) el Retablo del Roser. La sentencia ponía fin a un litigio que comenzó en 2008 cuando los vecinos, dirigidos por el rector, reclamaron el retorno de la obra “a su lugar de origen” haciendo valer los recibos del siglo XVII que demostraban que sus antepasados había pagado el retablo. Desde Manresa se argumentaba que en su Museo Comarcal era donde esta obra “se exhibía en las mejores condiciones y para todos”. Un convenio entre las partes puso punto y final a la disputa y en abril de 2016 se recibía el retablo con una misa entre aplausos y llantos de los vecinos.
Este conflicto, que tiene muchos puntos en común con el de los bienes de Sijena que enfrenta a Cataluña y Aragón, es una excepción en el panorama catalán en el que las numerosas reclamaciones de obras a los museos no acaban en el juzgado, sino con depósitos temporales y la realización de copias autentificadas, reproducciones fidedignas y facsímiles.
Muchas de las peticiones han acabado con el regreso de las piezas a su origen. En 2008, Montardit de Dalt recuperó una cruz de término localizada en el Museo Maricel de Sitges, después de que el alcalde de la localidad leridana consiguiera la aprobación del presidente de la Diputación de Barcelona para depositarla allí. En 2009 Ivorra reclamó un retablo gótico de su iglesia al Museo Diocesano i Comarcal de Solsona que después de 92 años acabó retornando al templo. En febrero de 2011 el Museo de Cervera depositó por cinco años en el Museo de la Valltorta en Castellón un fragmento de pintura rupestre con la representación de un arquero de la cueva del Cavalls de Tírig. Desde Agramunt se reclamó al Museo de Lleida la talla de una Virgen con el Niño que acabó entregándose en 2013 en depósito a la iglesia de Santa Maria de esta localidad. Falset recibió en enero del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) por diez años una pila bautismal del siglo XIV que había ingresado en el museo en 1932 tras comprar la colección Plandiura. Falset la reclamaba porque llevaba el escudo de la localidad tallado.
Pero la salida de obras que forman parte de la colección de un museo no es un tema que compartan todos los profesionales de estos centros. “Las reclamaciones esconden una acusación de latrocinio y de que las obras han salido de una forma ilícita”, explican varios conservadores consultados que recuerdan que “muchas de las piezas están vivas porque están en los museos”. Para ellos, la mayoría de reclamaciones son fruto “de la ignorancia y del populismo sesgado” y defienden que para conservar el patrimonio tiene que haber “una cierta concentración ya que no pueden mantenerse 200 iglesias climatizadas, con seguridad las 24 horas del día. No hay tanto dinero. Mantener el patrimonio cuesta caro”.
Es por eso que la mayoría de veces la solución a una reclamación es la creación de una reproducción. En el Museo Episcopal de Vic (MEV) trabajan desde hace años en las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías. Por eso han digitalizado a alta resolución sus principales piezas, paso previo para la realización de cualquier copia. Como la de la Virgen de Boixadors que, tras imprimirla en 3D a partir del original de alabastro policromado del siglo XIV, acabó siendo consagrada por el obispo cuando se colocó en el altar de la iglesia de Sant Pere de esta localidad de la Anoia. También crearon un facsímil del monumental retablo de Ramon de Mur de Guimerà, de siete metros de altura, para que volviera a la localidad de donde había salido en 1888. “La reclamación comenzó como si fuera un conflicto, pero al final se reconoció que esta pieza no existiría porque se habría quemado en 1936 cuando ardió la iglesia”, explica Carme Comas, jefa del Área de Difusión del MEV que explica que en el pueblo están encantados con su retablo elaborado con técnica mixta: 3D para los elementos de madera y papel gel, un material elástico y adaptable que permite reproducir cualquier imagen. Se inauguró durante la fiesta mayor de 2007. Otro de los grandes trabajos realizados desde el MEV es una copia fidedigna, pagada por el Obispado de Vic, del Retablo de la Pasión, de Sant Joan de les Abadesses, creado en el siglo XIV en alabastro tras escanear los 20 registros de 50 por 50 centímetros. El MEV ha establecido un protocolo en el que las piezas son siempre un 5% más pequeñas para distinguir original y copia.
Desde el Área de Registro del MNAC explican que desde 1992 se han solicitado 94 reproducciones de obras del museo: esculturas, pinturas, artes decorativas, medallas y monedas que se han copiado mediante técnicas tradicionales como la reproducción de caballete y sofisticadas como las fotografías en alta resolución o la proyección sobre el muro de las iglesias, como en Sant Climent de Taüll, cuyas famosas pinturas están en el MNAC desde hace un siglo. En 1997 concluyó la restauración de Santa Eulàlia de Erill la Vall, en la Vall de Boí, incorporando una copia estricta de las siete tallas románicas de madera del conjunto del Descendimiento de la Cruz, originario de la iglesia y repartidos entre el MEV y el MNAC desde 1907.
Entre los últimos trabajos, la réplica del Crist de Capdella tras solicitarla el ayuntamiento en 2014. Se digitalizó la imagen y se reprodujo la talla para la iglesia de Sant Vicenç en 2016, el lugar dónde estuvo hasta hace un siglo. Se está trabajando todavía en la copia en papel gel de las pinturas del atrio de la canónica de Sant Vicenç de Cardona que promueve la Agencia Catalana del Patrimonio.
Desde el primer museo catalán destacan otro caso: en 2014 los vecinos de Sant Sant Fost de Campsentelles descubrieron que el retablo gótico de la ermita de Sant Cebrià de Cabanyes no había desaparecido, como pensaban desde hacía 130 años, sino que se conservaba en la reserva del MNAC, donde desconocían su origen. “Estaban entusiasmados con el descubrimiento. Vinieron a verlo, pero entendieron que la iglesia ha de cumplir unas condiciones de seguridad y climatización para garantizar la conservación de esta obra que no tenía. Nadie ha pedido su devolución. Como en la mayoría de los casos, se impuso el sentido común”, explican.
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