Barcelona pone freno a bares y restaurantes en Sant Antoni
El Ayuntamiento no dejará abrir locales ni tiendas para turistas hasta que tenga plan de usos
El Ayuntamiento de Barcelona quiere evitar que el entorno al mercado de Sant Antoni, un caramelo desde el punto de vista del atractivo turístico, se convierta en una sucesión de locales y tiendas dirigidas a los visitantes. Por eso, y cómo ha hecho en Ciutat Vella o en el entorno de la plaza de Osca, en Sants, el gobierno de la alcaldesa Ada Colau ha suspendido la concesión de licencias de bares, restaurantes, locales de degustación y tiendas dirigidas al turismo en un amplio perímetro entorno al mercado, que reabrirá en 2018 tras años de obras.
La moratoria, que se alargará un año, se ha dictado para elaborar un plan de usos de la zona que “garantice el equilibrio de usos, preserve el descanso de los vecinos” y evite, cuando acabe la remodelación del mercado, que “proliferen de manera descontrolada las actividades vinculadas al monocultivo de servicios, ocio y souvenirs”, según el consistorio.
El perímetro de la suspensión es bastante amplio: alcanza desde la calle de Sepúlveda hasta el del Marqués de Campo Sagrado, bajando por Calabria y cerrando por las rondas de Sant Pau y Universitat, que separan la trama del Ensanche de la del Arrabal. La suspensión no afecta el recinto interior del mercado, que tiene un régimen específico que regula el Instituto Municipal de Mercados.
La Plataforma Fem Sant Antoni, creada por vecinos alarmados por el rumbo que ha tomado el barrio —donde la vivienda y el alquiler de los comercios se han encarecido y expulsan los vecinos—, ha alertado en varias ocasiones del peligro de sustitución de usos ciudadanos por otros de más rentables económicamente pero que entienden que depredan la vida cotidiana.
Enric Bárcena, de la plataforma, celebra la moratoria ante el “proceso especulativo” que sufre el barrio. “Somos el tercer barrio de Barcelona con más bares y, todavía ahora, cierran oficinas bancarias y abren nuevos locales de comer”, asegura. Y añade: “El comercio tradicional y de proximidad, ferreterías u otros comercios viables y necesarios para los vecinos, cierran porque no pueden asumir los alquileres”.
También los comerciantes ven bien la suspensión. “Ojalá la hubieran hecho hace un año”, dice el presidente de los tenderos del barrio, Vicens Gasca. Los comerciantes, dice, son partidarios de “mantener un mix económico” y aclara que no están en contra del turismo, sino del monocultivo económico.
Las licencias que quedan suspendidas son las de exhibiciones o espectáculos en recintos cubiertos: actividades musicales, de restauración, audiovisuales o de juego y atracciones –excepto ludotecas–; bodegas, comercio alimentario con degustación, horchaterías y heladerías y locales de comida preparada. Tampoco se admitirán establecimientos de venta de souvenirs y productos para turistas.
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