El grupo de Podemos en la Asamblea de Madrid afronta una difícil reconciliación

“Nosotros vamos a seguir trabajando por los madrileños, pero las aguas no van a volver a su cauce tranquilamente”, resume un diputado próximo a José Manuel López el sentir de la corriente errejonista del grupo parlamentario, donde no han gustado ni el fondo ni las formas empleadas por anticapitalistas y pablistas en la destitución del portavoz.

 El pasado 28 de diciembre, día de los Inocentes, el grupo parlamentario avaló un objetivo que acariciaba desde tiempo atrás el pablista Ramón Espinar, diputado regional y secretario general del partido en Madrid: expulsar a López de la portavocía del grupo. Su sillón lo ocupa ahora Lorena Ruiz-Huerta, afín a la facción anticapitalista. Cuatro días antes, la dirección del partido, encabezada por Espinar, había tomado la decisión. López ha pasado a ocupar un asiento en la última fila del hemiciclo.

Los errejonistas también han sido relegados del órgano de dirección del grupo; solo dos de sus siete miembros pertenecen a esa corriente, y no ocupan ningún cargo de mayor relevancia. El presidente es Marco Candela, brazo derecho de Espinar. “López está donde ha querido. Le ofrecimos un puesto en la dirección y otro escaño”, explican desde el otro bloque. El exportavoz respondió ayer a EL PAÍS que podía haber luchado por disputar un sillón, pero no está dispuesto a “gastar ningún esfuerzo” en ello.

Lo ajustado del resultado de la votación para destituir a López (14 frente a 13) es una muestra exacta de la brecha existente. En el Parlamento madrileño la corriente mayoritaria es la errejonista, con 12 diputados afines, seguida de la anticapitalista (con nueve) y de la pablista (con cinco). Ambos se unieron en la votación. Completa el grupo un diputado de Equo.

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Ahora toca suturar las heridas que ha dejado en los perdedores la salida de López. Es una tarea complicada, y más con el congreso de Vistalegre 2 a la vuelta de la esquina (se celebrará del 10 al 12 de febrero). El cónclave abordará cambios organizativos de calado en Podemos sobre los círculos, la participación, la estructura territorial y la forma de acotar los poderes que ahora ostenta el líder de la formación, Pablo Iglesias. A su alrededor se ha desatado una guerra y las diferentes alternativas, también en Madrid, se están posicionando.

Hay diputados, como Pablo Padilla, afín López, que no esperaban cambios “de la magnitud que se han producido”, al menos no hasta que pasara Vistalegre. “A mí me da tristeza, porque en el grupo habíamos sabido entender nuestra pluralidad trabajando juntos y ahora tiramos piedras sobre nuestro propio tejado”, comenta. 

Nuevo rumbo

La anticapitalista Isabel Serra, diputada y miembro del Consejo Ciudadano de Madrid, opina que “no tiene por qué suponer tanto problema un nuevo rumbo”. Sobre todo porque los cargos no son patrimonio personal de nadie, “eso es lo que pasa en los viejos partidos”. La destitución de López, añade, ha sido fruto de un proceso que se inició en la Asamblea Ciudadana. Después, los órganos y el Consejo Ciudadano decidieron que era necesario ese cambio.

“Es una decisión legítima, que no responde ni a cuestiones personales ni a repartos de poder”, afirma Serra. Añade que López es un buen gestor, elegido para poner en marcha un grupo que no tenía experiencia parlamentaria. Pero ahora “necesitamos un perfil que plantee construir más fuera y conectar con la sociedad civil”. En su opinión, Ruiz-Huerta se ajusta mejor a esas expectativas, que pasan por ejercer una oposición fuerte al PP de Cristina Cifuentes. Y las desuniones no les pueden hacer perder de vista ese objetivo, concluye.