El sexo de Frida Kahlo, estrella de una exposición
La galería Mayoral de Barcelona reúne la obra de ocho mujeres surrealistas relacionadas con Cataluña
La pintora mexicana Frida Kahlo no solo vivió un intenso amor con su marido Diego Ribera, también mantuvo una apasionada relación con el pintor e ilustrador catalán Josep Bartolí, exiliado en el país centroamericano tras huir de la Guerra Civil y los campos de concentración alemanes. Se supo, sobre todo, tras subastarse en 2015 las 25 cartas de amor en las que la pintora confesaba sin tapujos su amor por Bartolí al que había conocido en un hospital de Manhattan donde ella estaba siendo sometida a una de las 32 operaciones para reparar su columna vertebral multifracturada. “Quiero vivir y ser fuerte, para amarte con toda la ternura que te mereces, para entregarte todo lo que de bueno haya en mí”, le decía en una de las misivas. Esta relación le ha valido a la mexicana estar presente en la exposición Mujeres surrealistas que reúne una veintena de obras de ocho de estas artistas —Valentine Hugo, Maruja Mallo, Lee Miller, Remedios Varo, Dora Maar, Ángeles Santos y Leonora Carrington— (hasta el 1 de abril), que tuvieron una relación con Cataluña, bien porque nacieron, o por que viajaron o expusieron sus obras aquí.
De Frida Kahlo se muestran tres obras inéditas, dos dibujos a carboncillo, unos pequeños autorretratos de los muchos que se realizó y, quizá, la pieza más interesante de la exposición: otro autorretrato, pero de sus genitales; un dibujo de un intenso rosa violeta de un sexo femenino, sin duda el de Kahlo, que pintó en un bloc en 1944 y que ahora, perfectamente enmarcado, ha viajado, junto con las otras dos obras de esta pintora, desde Estados Unidos, ya que son propiedad de un coleccionista. “Es excepcional por su rareza y demuestra que, pese a la enfermedad y los corsés, era un espíritu libre y se veía como un ser profundamente sexual, algo que le llevó a tener muchos amantes, de los dos sexos. Como Bartolí que nunca pudo olvidarla pese a que estuvo casado después de su relación con la pintora”, explica Victoria Combalía, comisaria de la muestra, que ha conseguido dos fotos de Kahlo realizadas por otro de sus amantes, Nicholas Muray, que acabó regalándoselas a Bartolí y que este entregó a un amigo “porque él ya no podía verlas porque estaba quedándose ciego”.
Como Kahlo, las otras artistas también fueron musas y compañeras de otros artistas surrealistas, algo que les dejó en un segundo plano pese a su valía como creadoras y bien podían protagonizar, cada una de ellas, una exposición. “De hecho esta es la primera muestra en España con mujeres surrealistas”, explica Combalía. “Es un acto de justicia y de reconocimiento artístico”, prosigue la crítica y comisaria. La mayoría de las obras no están a la venta. “Solo unas cinco o seis”, como un enorme óleo Naturaleza Muerta, pintado en 1946 por Dora Maar, la amante de Picasso durante años, que es la pieza más cara: 300.000 euros.
Inéditos son también dos “cadáveres exquisitos” de Valentine Hugo. “Son unas piezas que comenzaba un artista y que luego se doblaba para que la continuara otro; un juego con resultados extraordinarios”, comenta Combalía. Hugo, de la que también se puede ver un retrato surrealista de Picasso, visitó en 1932, junto a su compañero André Breton al matrimonio formado por Gala y Salvador Dalí en Cadaqués.
La catalana Ángeles Santos pintó Alma que huye de un sueño, de 1929, de temática, por su onirismo, totalmente surrealista, y el dibujo preparatorio de su famosa tela Un mundo, que se conserva en el Reina Sofía de Madrid. Maruja Mallo y Remedios Varo expusieron en Barcelona en la exposición de los logicofobistas en 1936, pero de la primera no se sabe si volvió después de su exilio a Cataluña. Las dos obras suyas que se exponen: Cabezas y atletas y Joven negra desnuda, son de su época posterior al surrealismo y las ha cedido la galería madrileña de Guillermo de Osma. De Varo se expone Mujer o el espíritu de la noche, de 1952. De Lee Miller son dos fotografías: un espléndido retrato de Joan Miró y una puerta del Museo Picasso, que realizó la artista durante los años sesenta y setenta. De Dora Maar, además del enorme óleo, pueden verse varias fotografías del Parc Güell, el barrio de barracas del Somorrostro y del Mercado de la Boquería en 1933 y una foto de la hija de Miró, Maria Dolors, realizada años más tarde. Por su parte, Leonora Carrington solo visitó Cataluña huyendo de los nazis en busca de un visado para poder liberar a su pareja Max Ernst de un campo de concentración. De Barcelona pasó a Madrid y de ahí a un sanatorio en Asturias donde acabó ingresada en un sanatorio mental.
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