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Así es Kylu, la primera cría de beluga nacida en cautividad en Europa

Solo otra en el mundo ha sobrevivido tanto alimentándose de leche artificial

La hembra beluga de 20 años, Yulka, nada junto a su cría, Kylu, de dos meses, en el acuario de L'Oceanogràfic de Valencia.Vídeo: MÒNICA TORRES / VIDEO: L'OCEANOGRÀFIC
Ignacio Zafra
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L'Oceanogràfic de Valencia ha presentado este lunes a Kylu, la primera beluga nacida en cautividad en Europa y una de las dos únicas en el mundo que ha llegado a hacerse tan mayor —acaba de cumplir dos meses— siendo alimentada con leche artificial. El acuario ha mostrado a la cría (macho), que ha nadado muy cerca del lomo de la madre ante decenas de cámaras.

"Es un logro científico y estamos muy satisfechos, pero todavía hay que ser cautos. Hasta ahora ha ido muy bien, pero aún estamos dentro de un periodo crítico. Esta semana empezará a comer también pescado sólido. El siguiente pico crítico será cuando cumpla seis meses y abandone totalmente la leche", ha explicado Daniel García, responsable del servicio veterinario de L'Oceanogràfic.

El embarazo de la madre ya fue excepcional, señala García. Las hembras belugas solo entran en celo en torno a una semana al año. Las condiciones extremas de su hábitat natural, alrededor del círculo polar ártico, hacen que sea muy importante que tanto la gestación como el nacimiento coincidan con periodos con abundante comida disponible.

El padre de Kylu, además, "ha cubierto ya su esperanza de vida máxima" al haber cumplido, según las estimaciones del acuario, 50 años. A la madre se le calculan unos 20.

La procreación fue completamente natural, prosigue García: "Se sitúan abdomen contra abdomen, sincronizando la natación, y no es muy largo, dura segundos". El padre pesa en torno a 1.500 kilos (la madre 900), y su pene, agrega, mide unos 35 centímetros.

El nombre de Kylu viene de las iniciales del padre (Kairo) y la madre (Yulka), además de contener un homenaje a la superluna que hubo el día de su nacimiento (el 15 de noviembre). Después de 11 meses de embarazo, nació pesando 74 kilos y midiendo 1,60 metros y esta semana ha alcanzado los 110 kilos y el metro noventa.

La supervivencia de la cría con leche artificial es un logro porque, a diferencia de otros mamíferos, como los humanos, la transmisión de las defensas entre madre e hijos se hace exclusivamente a través de la lactancia. Aunque lo intentaron, Kylu no se cogió a las mamas de su madre. De modo que después de "ordeñar" a Yulka para obtener el calostro, los cuidadores empezaron a alimentar a la cría con leche artificial cada dos horas, lo que ha requerido la implicación de 30 miembros de L'Oceanogràfic. El acuario ha contado con el apoyo de especialistas de otros centros de Australia y Estados Unidos.

La leche artificial, que se le suministra mediante una sonda conectada a una jeringuilla de medio litro incorporada al dedo del guante del cuidador, que la beluga chupa, tiene muchas más proteínas y grasas que la que se da a los bebés humanos. Los ingredientes también son muy diferentes: lleva arenques triturados, aceite de salmón y nata, además de vitaminas.

De momento Kylu solo se relaciona con su madre y los cuidadores. Tanto el padre como los animales que habitualmente conviven con las belugas, como las focas, han sido apartados para evitar golpes en estas primeras fases, pero volverán a estar juntos en unas semanas. "Es importante para las belugas convivir con otros grupos sociales compatibles", dice García.

No está previsto que la cría abandone a lo largo de su vida las cuatro grandes piscinas que tiene ahora por hogar. Su estudio servirá, sin embargo, para investigar las amenazas que acechan a las belugas en su hábitat natural, algunas de cuyas comunidades se encuentran en una situación de grave regresión.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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