Las trabas de Colau entierran el hotel de la torre Agbar de Barcelona
El propietario renuncia a la inversión porque no ha recibido las licencias del Ayuntamiento
La emblemática Torre Agbar no será un hotel de lujo y continuará siendo un edificio de oficinas. Emin Capital y Westmont Hospitality Group, los promotores del proyecto, anunciaron ayer que abandonan la iniciativa debido al “desgaste” que les ha supuesto la larga tramitación de las licencias, que se arrastra desde 2013. Fuentes consultadas adujeron también problemas financieros para asumir la operación. Al final, Merlin Properties se lo quedará por 140 millones de euros.
“No podemos seguir destinando energías y recursos a un proyecto que, después de tanto tiempo, no tenemos claro que pueda ver la luz”, aseguraron fuentes de los promotores. Los planes eran que en el edificio de 37.614 metros cuadrados abriera un establecimiento de la cadena Hyatt, con más de 400 habitaciones y un mirador turístico para aprovechar las vistas del tercer edificio más alto de Barcelona. El hotel, en pleno distrito tecnológico de la capital catalana, generaría 340 puestos de trabajo directos y 250 indirectos.
El Ayuntamiento confirmó que recibió ayer mismo la notificación de renuncia al proyecto de adecuación del inmueble. “Se trata estrictamente de una decisión del promotor”, insistieron fuentes municipales. El Consistorio defiende que se encontraba revisando que la licencia y analizando que se adecue a la normativa vigente.
En 2013, el grupo andorrano Emin Capital firmó un compromiso de compra del edificio por 150 millones de euros a Aguas de Barcelona (Agbar), que no llegó a ejecutar en su totalidad. Fuentes conocedoras de la operación admitieron que el fondo no tenía los recursos necesario para formalizar la compraventa. El anuncio del nuevo desarrollo hotelero de alto standing llegó en pleno debate sobre el impacto del turismo en la ciudad.
Drassanes y el albergue, cuestionados
El proyecto de hotel de la Torre Agbar no es el único que ha cuestionado el equipo de Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona, que capitanea Janet Sanz.
Uno es el hotel de Drassanes que promueve la cadena Praktik de la familia Trenor. 200 habitaciones que sortearon la moratoriade licencias de julio de 2015 porque tenía certificado de aprovechamiento urbanístico. Ciutat Vella intentó negociar una rebaja de metros cuadrados y posteriormente Urbanismo anunció que suspendía la licencia y pidió a la Generalitat declarar bien de interés las murallas de las atarazanas para impedir su construcción. El Govern se negó y Praktik ha denunciado a Colau por daños y prejuicios.
El albergue de la Vila Olímpica, de 440 plazas, también sorteó la moratoria y el consistorio ha asegurado a los vecinos en las acciones de protesta que busca cómo pararlo: “Si encontramos algo para frenarlo, me tiro de cabeza”, les dijo Sanz.
Colau decretó en julio de 2015 una moratoria de nuevas plazas hoteleras en toda la ciudad y dejó en suspenso el futuro del hotel. Pero la Torre Agbar y otros seis proyectos ya tenían un certificado previo de aprovechamiento urbanístico que los eximía del veto, algo que el equipo de urbanismo negó en un principio pero tuvo que asumir posteriormente.
Sin embargo, desde entonces los promotores no han logrado que el Ayuntamiento les diera la licencia de actividad. Tras años de negociaciones, las dos empresas promotoras anunciaron ayer que tiran la toalla por “las complicaciones y la lentitud” en la tramitación de la licencia. Agbar decidió entonces vender el edificio a la socimi Merlin Propierties en una operación intermediada por la inmobiliaria Savills y que asciende a los 142 millones de euros por el edificio, según ha informado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). La sociedad se compromete a invertir 15 millones de euros en la reforma del icónico inmueble.
La oposición lamentó la interrupción del proyecto hotelero y cargó contra Colau. “Es triste que la ciudad lance un mensaje de que no son bienvenidas las inversiones de capital internacional en proyectos de alto valor añadido e impulsa el turismo de calidad”, criticó el regidor convergente Jordi Martí. Desde el PP, Alberto Fernández Díaz pidió clarificar si hay una pérdida en la inversión y en el empleo.
Escasez de oficinas
El de la Torre Agbar es el segundo proyecto hotelero de gran envergadura que deja Barcelona desde la llegada de Ada Colau al Gobierno de la ciudad. El otro era el Four Seasons que se planeaba construir en el Paseo de Gràcia con Diagonal. El inmueble, propiedad del grupo KKH se destinará a pisos de lujo.
Si bien la renuncia a convertir la Torre Agbar en un Hyatt puede suponer un golpe para la confianza de los inversores también abre un debate: no solo los hoteles tienen tirón. La disponibilidad de espacio de oficinas en el mercado barcelonés se ha reducido en torno a un 30% desde hace tres años. Por ello Merlin prevé una rentabilidad del 6,5% anual con el alquiler del edificio, en torno a 10,3 millones de euros, según informó a la CNMV.
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