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El primer retablo catalán

Localizado un excepcional mueble gótico del siglo XIII en el granero de la iglesia de Santa Maria de Cap d’Aran

José Ángel Montañés
Los fragmentos del retablo tabernáculo una vez restaurados y la escultura del MNAC.
Los fragmentos del retablo tabernáculo una vez restaurados y la escultura del MNAC.CRBMC / MNAC

La misión arqueológica organizada en 1907 por el Institut d’Estudis Catalans, con Josep Puig i Cadafalch y Josep Gudiol a la cabeza, realizó, a su paso por la localidad de Erill la Vall, un descubrimiento sorprendente: arrinconadas y en desuso aparecieron siete enormes figuras articuladas de madera pertenecientes a un descendimiento del siglo XII que ha acabado siendo uno de los conjuntos escultóricos medievales más importantes de Europa. Un siglo después, las parroquias del Pirineo leridano siguen proporcionando sorpresas. La última, un retablo tabernáculo único en el panorama artístico catalán que se localizó, también de forma inesperada, en enero de 2014 y que se ha identificado tras un laborioso proceso de investigación.

Ante la cantidad de suciedad y objetos acumulados en los antiguos graneros donde se guardaba el trigo del diezmo de la iglesia de Santa Maria de Cap d’Aran, responsables del patrimonio del valle, el rector y los vecinos organizaron una jornada para limpiarlos. La sorpresa fue cuando aparecieron varios elementos de interés histórico artístico. Sobre todo, un plafón rectangular de madera de grandes dimensiones que, pese a la capa de porquería que lo cubría, parecía conservar policromía. “La pieza no ha parado de dar sorpresas”, explica María José Gràcia, de la empresa TdART, que la ha restaurado bajo la dirección técnica del Centro de Restauración de Bienes Muebles de Cataluña. “Localizarla, comprobar que conservaba más y mejor policromía de lo que se pensaba y, finalmente, comprobar que no era un baldaquino como se pensaba, sino algo mejor", prosigue.

El mueble tal y como se encontró en 2014 cuando parecía un baldaquino.
El mueble tal y como se encontró en 2014 cuando parecía un baldaquino.CRBMC

En efecto. Una vez se decidió intervenir y desmontar el plafón, Elisa Ros, responsable de patrimonio del Vall d’Aran, la restauradora Gràcia y Alberto Velasco, conservador del Museu de Lleida, tuvieron claro que los 21 fragmentos resultantes formaban parte de un mueble inédito y único en la historia del arte catalán: un retablo tabernáculo gótico que se construyó a finales del XIII o comienzos del XIV para presentar algunas de las figuras religiosas que se veneraban en la iglesia. Un mueble que constituye un eslabón en la cadena que pasa de los frontales de altar a los retablos tal y como lo conocemos.

Los fragmentos que se utilizaron para crear el baldaquino facticio para cubrir la pila bautismal, posiblemente en el siglo XVII o XVIII, son la tabla del fondo y uno de los laterales, además de varias cresterías que van aplacadas en los tableros. Faltaría el otro lateral y las dos puertas que lo cerraban, alrededor de un 50%, calculan los especialistas, de esta especie de armario que se abriría totalmente para mostrar las figuras del interior. Cerrado medía entre 170 o 180 centímetros de alto por casi 50 de ancho, ya que las tablas están ligeramente recortadas.

“Es un modelo muy extendido por Europa, incluso en países tan lejanos como Noruega y Suecia, donde se han localizado 400 ejemplares; también en Aragón y Castilla, pero en Cataluña es el primero documentado”, explica Velasco, auténtico cazador de retablos, que ha localizado ya varias obras góticas de las que no se tenían noticia, como el de Peralta de la Sal, en 2013. Velasco firma junto a Ros y Gràcia un artículo en la revista Lambard. Estudis d'art medieval, donde detallan su trabajo.

Una botella persa del siglo IX

“La iglesia de Santa Maria de Cap d’Aran es una fuente de sorpresas, un edificio muy grande con muchos rincones", explica Elisa Ros. En 2010 se localizó en el reconditorio de uno de los altares una pequeña botella persa creada en Irán en los siglos IX-X para acoger perfumes y que acabó reutilizada como lipsanoteca para contener reliquias. En los graneros donde se guardaba el diezmo apareció también el brazo vertical de 1,30 metros de una cruz del siglo XIII que conservaba parte de la policromía medieval original en algún fragmento.

Pero los investigadores han tenido una última sorpresa: la escultura central del retablo no se ha perdido, sino que se conserva en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) desde 1932, donde ingresó con la colección Plandiura. “Es un Santo Diácono; una de la veintena de obras del Vall d’Aran que se conocen del llamado ‘taller de Comenge’, en fase de estudio; unas obras de bulto redondo por delante y planas por detrás para ir adosadas a un mueble, que se vaciaban en su parte interior. La forma del vaciado de la escultura del MNAC, bastante más alargado que en la mayoría de piezas, coincide, en forma y tamaño, con la silueta dibujada en el retablo. También las decoraciones de las dos piezas y su cronología: el año 1300. “Localizar este primer retablo permite saber que el taller de Comenge también creaba los muebles para presentar las figuras”, puntualiza Ros.

¿Y ahora, qué? Los especialistas trabajan con la idea de exponer las piezas en la propia iglesia de Santa Maria de Cap d’Aran. “Es arriesgado y por eso estamos estudiando cómo presentarlas, pero está claro que hemos de devolver el aspecto original y explicar cómo funcionaba el mueble, para que todo el mundo lo entienda”, explican. Por eso, barajan utilizar materiales neutros para dejar claro qué se ha reintegrado y lo que es original. Lo que no han decidido es si pedirán las escultura al MNAC. “De forma definitiva no, porque es inviable, pero para la exposición que se hará para presentarlo, seguramente sí”, remacha Gràcia, que asegura que nunca se había enfrentado con una obra tan sorprendente como esta que ha permitido trabajar de forma interdisciplinaria, sumando esfuerzos. “¡Ojala hubiera muchas como esta!”, remacha.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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