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La tuberculosis se resiste a retroceder en Cataluña

La incidencia de la enfermedad, que baja muy lentamente, es superior a la media de España y de los países de la UE

Jessica Mouzo
Una mujer se somete a una prueba pulmonar en el Hospital del Mar.
Una mujer se somete a una prueba pulmonar en el Hospital del Mar.JOAN SÁNCHEZ

La tuberculosis se resiste en Cataluña. Baja, pero lentamente. La tasa de incidencia en la comunidad sigue por encima de la media española y lejos de la de otros países industrializados del entorno. Según el estudio preliminar de 2015 de la Agencia de Salud Pública de Cataluña (ASPCAT), ese año se registraron 1.074 casos, lo cual supone una tasa de 14,3 por 100.000 habitantes. En números absolutos, la tuberculosis se redujo un 65% desde 1992, cuando se registró una tasa de 51,9 por 100.000 habitantes, pero Cataluña continúa siendo, por detrás de Galicia, la autonomía de España con la mayor incidencia. La comunidad está lejos de los países que tienen una baja incidencia de tuberculosis —una tasa inferior a 10, según la Organización Mundial de la Salud—, como Holanda (4,9 en 2014) o Alemania (5,6), entre otros.

Pese a ser considerada durante mucho tiempo una enfermedad “de pobres”, la tuberculosis toca todos los estratos sociales. A la precariedad social se une el tabaquismo, el alcoholismo o la diabetes como principales factores de riesgo. “En los pacientes autóctonos tenemos la típica tuberculosis de las sociedades adelantadas: personas mayores que tenían la infección desde hacía muchos años y desarrollan ahora la enfermedad. En los casos de pacientes inmigrantes son personas jóvenes que vienen de países con alta carga de tuberculosis y se infectaron allí”, señala la doctora Anna Rodés, jefa del Servicio de prevención y control de esta enfermedad de la ASPCAT.

Los expertos piden a Salud un plan contra la tuberculosis

La tuberculosis es una enfermedad infecciosa que está provocada por una bacteria y se contagia a través del aire al estar en contacto con una persona que tiene la dolencia. “El tabaquismo, además de problemas cardiovasculares, provoca debilidad infecciosa de las vías respiratorias, por lo que hace al individuo más vulnerable a la infección”, apunta el doctor Joan Ruiz, experto en tuberculosis de la Sociedad Catalana de Neumología de la Academia de Ciencias Médicas.

El alcoholismo y la diabetes siguen el mismo patrón porque también debilitan las defensas. “La gente tiene que entender que la tuberculosis puede afectar a cualquier persona. Bob Dylan tuvo tuberculosis”, recuerda Joan Ruiz.

Con todo, la precariedad social sigue siendo determinante en la perpetuación de la tuberculosis. La ASPCAT aglutina dentro de este concepto a los enfermos que viven en familias desestructuradas, que no tienen domicilio fijo, que están en prisión o a los inmigrantes que llevan menos de cinco años en el territorio. Después del tabaquismo (presente en un 27,2% de los casos), estos factores de riesgo aparecen en el 15,8% de los enfermos detectados en 2015. “La tuberculosis está vinculada a la pobreza, por eso tiene incidencia en personas indigentes e inmigrantes, entre otros colectivos. Eso no significa que con los inmigrantes aumenten la tuberculosis porque no es verdad, pero baja más lentamente porque donde más tarda en desaparecer la enfermedad es donde hay más precariedad”, matiza Rodés. El 47% de los diagnosticados en 2015 son inmigrantes.

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Con la crisis económica se esperaba un repunte de casos, pero no ocurrió. Desde 2007, cuando la tasa estaba en 23,2, la incidencia de la tuberculosis ha ido bajando. “Con la crisis sigue disminuyendo la tuberculosis porque también muchos inmigrantes se marchan o ya no vienen”, apunta el doctor Joan Caylà, jefe del servicio de epidemiología de la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB). Su equipo desplegó un programa pionero de detección de tuberculosis hace más de 30 años que se ha copiado en otros países. La tasa en Barcelona (17,3) es más alta que la catalana.

Diferencias en el registro

Para entender cómo es posible que Cataluña tenga tales índices de tuberculosis pese a ser una región industrializada, los expertos achacan un subregistro de casos en ciertas zonas. “En algunas comunidades autónomas se trabaja muy bien y se detectan muchos casos y en otras no. Por ejemplo, en Galicia, la incidencia que comunican seguro que es real. En otras hay un infraregistro”, apunta Caylà. “Es verdad que aquí tenemos más inmigración pero nosotros también hacemos una búsqueda activa de casos estudiando los contactos de los enfermos”, agrega Rodés.

En un contexto donde países como Austria (una tasa del 6,8), Bélgica (8,6), Islandia (2,5) o Francia (7,4) caminan hacia la preeliminación —los que tienen una tasa menor de 10 ya pueden empezar a identificar y seguir a las personas que tienen la infección pero no han desarrollado la enfermedad—, el retraso en el diagnóstico que registra Cataluña también le hace un flaco favor a su guerra contra la enfermedad. La comunidad tarda una media de 50 días en diagnosticar a los pacientes. “Esto es por el paciente, que no le da importancia a los síntomas, o por el sistema sanitario, que tarda en sospechar. El retraso del paciente es más común en población inmigrante mientras que el del sistema sanitario se produce más en personas autóctonas”, apunta Rodés.

Los expertos reivindican que se ponga en marcha un plan nacional de tuberculosis. “Es absolutamente escandaloso que no lo tengamos. Si una enfermedad que tiene cura sigue teniendo tantos caso es que la operativa no está funcionando lo mejor que puede”, critica Rodés. “No implicaría un coste económico, sino reorganizar mejor los recursos”, añade Caylà.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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