Poesía y denuncia

Gervasio Sánchez se ha pasado la vida viajando con su cámara por los diferentes conflictos armados que han surgido aquí y allá por todo el planeta (Afganistán, Camboya, Angola, Kosovo, Sierra Leona, etc) y trayéndonos imágenes bellas y terribles, incómodas y necesarias, de esos trances en los que la esencia humana se pone en solfa. Dos muestras cercanas nos traen por estas fechas un recuento de su obra.

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En la exposición Vida (en el Centro de Arte Tomás y Valiente, Ceart, de Fuenlabrada hasta 5 de febrero) se agrupa la obra de Sánchez (Córdoba, 1959) no por series, temas o conflictos, como es habitual a la hora de mostrar la obra de un fotoperiodista de este tipo, sino bajo otros criterios, más artísticos, ideados por el comisario Gerardo Mosquera. “Esta muestra lo presenta de modo distinto: destaca a un artista de la imagen. Gervasio es tan poeta como reportero, sin contradicciones”, escribe Mosquera. Esta mezcla de denuncia y poesía, de crítica y estética, se materializa en las 68 imágenes expuestas, en blanco y negro y color, la mayoría de ellas inéditas: por ejemplo, la niña que pasea en bicicleta entre las ruinas que ha dejado un bombardeo. Las jóvenes mutiladas que se maquillan para estar más guapas. La vida que siempre se resiste entre la destrucción circundante.

Por su parte, el Museo de Guadalajara le dedica simultáneamente una Antología al fotógrafo, cuya dilatada trayectoria fue reconocida con el Premio Nacional de Fotografía en 2009, comisariada por Sandra Balsells, hasta el 15 de enero. En este caso se cuentan 148 fotografías entre las que se encuentran cerca de 100 retratos y seis piezas audiovisuales, todo ello vertebrado en cinco bloques temáticos relacionados, de forma cronológica, con las diferentes etapas de la obra de Sánchez: América latina, Balcanes, África, Vidas minadas y Desaparecidos.