Vuelta al mundo por grandes ciudades de objetos camaleónicos
Smart City Expo es un escaparate de ideas para unas metrópolis más ecológicas y participativas
En la Smart City Expo World Congress hay farolas de todo tipo. Y no solo están allí expuestas para presumir de su función histórica mejorada, con placas solares y luces de bajo consumo LED. Las nuevas versiones trabajan también de día. Son a la vez puntos de conexión WiFi, cámaras de seguridad, botones de socorro o enchufes para cargar vehículos eléctricos. Del mismo modo que un día los móviles pasaron a tener infinidad de funcionalidades aparte de la de llamar, el mobiliario urbano —también las personas— se vuelve cada vez más camaleónico.
Las presentaciones que se hacen al estand de Barcelona en la sexta edición del congreso recuerdan al formato asambleario. Se trata de una apuesta que ilustra muy bien el lema del congreso de este año: “Las ciudades para los ciudadanos”. Eix Verd es una de empresa que quiere que la vegetación vuelva a Barcelona para hacerla más salubre. Su voluntad es que las azoteas de los edificios sean también huertos o jardines. Jaume Nart, portavoz de la compañía, cuenta que si su idea se expande la temperatura de la ciudad se igualará a las de las zonas no urbanas.
“No es más caro que construir una cubierta normal y el Ayuntamiento subvenciona la mitad”, explica Nart. Es curioso que las comunidades de propietarios que no quieran pagar una cuota de mantenimiento a esta empresa puedan optar por plantar lavanda y entregar la cosecha a cambio.
El primer teniente de alcalde del Ayuntamiento, Gerardo Pisarello, cuenta que Barcelona Activa ha acompañado a 18 empresas para ayudarlas a materializar sus ideas y a optar a la posibilidad de prestar servicios públicos de acuerdo con el nuevo modelo de contratación. “La inteligencia digital tiene que servir para hacer las ciudades del siglo XXI más ecológicas y participativas”, comenta desde la representación barcelonesa.
Damos unos pasos por los pasillos de Fira Gran Via y llegamos al espacio de Dubai. Nos saluda un policía robot. Durante 2017 15 seres como este estarán presentes en las oficinas de turismo de la metrópoli para dar información a los visitantes. Pero la sofisticación tecnológica ya forma parte del día a día de esta autoridad municipal.
Los ciudadanos de Dubai se convierten en cierto modo en agentes de la orden. Pueden notificar con sus móviles, sobre el mapa, donde hay algún “altercado” o alguna sospecha de caso de “drogas o alcohol”. Hace dos años que esta aplicación funciona y un portavoz de la policía explica que el balance es positivo. Sirve también para reportar accidentes de tráfico sin necesidad en casos menores de que la policía acuda al lugar de los hechos. Las partes implicadas pueden enviar fotografías del siniestro a través de la app y reciben un parte por correo electrónico que pueden enviar a la aseguradora. También sirve para pagar multas.
Continuamos hacia el este y llegamos a Seúl. Una aplicación para móviles hace posible que los habitantes de la ciudad coreana tomen decisiones y creen consultas ciudadanas por su propia cuenta. “¿Se tiene que ampliar la zona de no fumadores?”, “¿Qué nombre en inglés ponemos al gimnasio?” o “¿Es necesario instalar cámaras para la seguridad de las mujeres?” son algunos de ejemplos de cuestiones que se han abordado. Desde marzo de 2014 ha habido 4.442 preguntas, 512 formuladas por el gobierno y 3.889 procedentes de iniciativas ciudadanas. El año que viene 498.000 millones del presupuesto municipal irán destinados a proyectos que se votarán a través de mVoting.
Cruzando un Pacífico imaginario nos encontramos con el jefe de tecnología de una empresa de Nueva York, Nexar, Bruno Fernández-Ruiz. Este madrileño, que emigró a los Estados Unidos hace tres décadas, nos habla de una aplicación que rompe con la incertidumbre de los movimientos que hacen los coches que tenemos alrededor cuando conducimos. Su idea consiste en un sistema de seguridad de coches inteligentes como los de Tesla pero mucho más al alcance de todo el mundo, con una aplicación para móviles.
Nexar recibe información de más de 800.000 kilómetros de trayectos por semana, principalmente de Los Angeles y Nueva York. Los conductores pueden colgar su teléfono móvil en el cristal delantero del vehículo al estilo de un GPS. La aplicación graba todo el que ve y analiza la imagen de la cámara en tiempo real. “Tienes 20 segundos para frenar porque los seis coches que tienes delante se están parando” podría ser un ejemplo de aviso, puesto que la aplicación tiene en cuenta los datos que están emitiendo los otros conductores. El software es gratuito, la empresa se queda con los datos a gran escala.
De vuelta al viejo continente, en Berlín, encontramos una compañía, Ebee, que ha construido unos adaptadores para acoplar a las farolas ya existentes y convertirlas en puntos de carga de vehículos eléctricos. Con esta idea, en fase de pruebas a la capital alemana en dos ubicaciones diferentes, se puede aprovechar la red eléctrica ya existente sin modificar el mobiliario urbano.
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