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El nuevo Ejecutivo decepciona al Gobierno catalán, que todavía espera gestos

La Generalitat valora la capacidad de diálogo de Sáenz de Santamaría, pero también sus constantes 'no' a Cataluña

El presidente Puigdemont y la consellera Munté, este miércoles.Foto: atlas | Vídeo: ALBERT GARCÍA / ATLAS
Dani Cordero

El Ejecutivo catalán puso ayer en marcha el reloj de los cien días de gracia al nuevo Gobierno de Mariano Rajoy con una indisimulada desconfianza. Ese es el margen que le da para que al menos muestre los gestos que se esperaban poder intuir ya el jueves en la elección de los nuevos ministros. En la Generalitat, no obstante, no atisban ni un leve guiño. Los nombres escogidos por Rajoy no solo no gustaron en un primer momento, sino que llegaron a disgustar a algunos al interpretarlos como una reafirmación de la política de puentes rotos. La agenda en el Palau de la Generalitat, sostienen, no varía: el referéndum unilateral sigue siendo el camino marcado por Carles Puigdemont en el año que le queda de mandato.

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Tampoco varía el discurso de mano tendida, que el president volverá a expresar en la reunión que mantenga en La Moncloa con Rajoy para tratar de buscar una vía alternativa, pero consensuada, de consulta. Ambos intercambiaron algunas palabras el pasado miércoles durante la conversación telefónica con la que el presidente catalán felicitó a Rajoy. Y el vicepresidente económico, Oriol Junqueras, habló el jueves por la tarde con el mismo objetivo con quienes hasta ahora ha mantenido interlocución directa: Soraya Sáenz de Santamaría, Luis de Guindos y Cristóbal Montoro, explicaron fuentes de su equipo.

El equipo económico de la Generalitat está a la expectativa de cómo se conforman las segundas líneas de mando ministeriales para hacerse una idea clara de cuáles son sus posibilidades de interlocución y de alcanzar acuerdos. Está fuera de la agenda del ejecutivo participar en la reforma del modelo de financiación.

“Decepcionante”, valoraban ayer fuentes del Departamento de Presidencia sobre los integrantes del nuevo Gobierno. El gabinete de continuidad por el que ha optado Rajoy se lee con especial gravedad desde la plaza de Sant Jaume, donde se considera que es como si no hubiera habido elecciones. Se resta valor a la salida del ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, porque se consideraba lógica.

Asignar la interlocución con Cataluña (y con el resto de comunidades autónomas) a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría parece haber cogido con el pie cambiado al Ejecutivo de la Generalitat. No se quiere olvidar su talante más dialogante y negociador, un perfil que se había reclamado en los últimos días para encauzar las relaciones entre ambos gobiernos, pero tampoco se ignoran sus declaraciones en las ruedas de prensa de los viernes, en las que la vicepresidenta se convertía en “un muro” con todo lo vinculado a Cataluña, interpretan. Marta Pascal, la coordinadora general del Partit Demòcrata Europeu Català, la culpaba ayer, en declaraciones a este diario, de ser “una de las principales responsables de la judicialización de la vida política catalana”. Pero también abría la puerta a que asuma un nuevo papel: “A ver cómo se concreta su nuevo papel”.

Y no sacan mejores conclusiones de la continuidad de Cristóbal Montoro al frente de Hacienda, cuando Cataluña aún requiere de fondos estatales para financiarse, o incluso de Rafael Catalá como ministro de Justicia. La judicialización del proceso político catalán es uno de los aspectos que más desconciertan en la Generalitat, puesto que la ven un callejón sin salida para resolver una situación que limitan a la política. Se lee también con escepticismo el relevo de Margallo por Alfonso Dastis en Exteriores. Próximo a Rajoy y fiel a la discreción diplomática, será el encargado de aplacar la internacionalización del proceso catalán.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Es integrante de la redacción de EL PAÍS en Barcelona, donde ha desempeñado diferentes roles durante más de diez años. Licenciado en Periodismo por la Universidad Ramon Llull, ha cursado el programa de desarrollo directivo del IESE y ha pasado por las redacciones de 'Ara', 'Público', 'El Mundo' y 'Expansión'. 

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