Un Macondo salmantino

Cespedosa es un municipio salmantino, cerca del río Tormes. Tiene un torreón medieval y unos 500 habitantes. Allí es donde se hunden las raíces familiares de Castro Prieto (Premio Nacional de Fotografía 2015). “Es el pueblo de mis padres, en el que mi fotografía ha ido evolucionando”, dice, “aquí es donde experimento, donde sueño, de donde parte mi obra”. No en vano se ha pasado 39 años tomando fotografías en sus frecuentes visitas. “Ahora que se cierra un ciclo vital es el momento de exponerlas, aunque muchas ya han formado parte de otros proyectos”, afirma. El resultado es la exposición Cespedosa, 200 imágenes y tres vídeos fruto de estas casi cuatro décadas de clics, que se puede ver en la sala Tabacalera Promoción del Arte (Embajadores, 51), del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, hasta el 13 de noviembre.

A pesar de lo autobiográfico, del aire de pueblo, de los retratos del paisanaje, las casas viejas, los alfareros, las cocinas de carbón, etcétera, no estamos ante un trabajo (o al menos, no solo) documental o costumbrista. El comisario de la exposición, Chema Conesa, ha visto aquí un Macondo como el que ideó Gabriel García Márquez para Cien años de soledad, un territorio en el que todo es cotidiano hasta que sucede lo extraordinario: el realismo mágico. Por ejemplo en esas inquietantes fotografías de cuerpos flotando en el agua, en los extraños jóvenes de aspecto gótico y mirada pálida, en el gesto del niño a través del muñeco de plástico transparente, en la luz que atraviesa la foto en diagonal para tocar las manos que recogen agua de la palangana. Es como si hubiera una historia detrás de la que la imagen solo muestra una parte. Como en la buena poesía, el resto ha de suceder en la cabeza del lector.

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“Dos grandes ejes atraviesan esta exposición”, explica Castro Prieto, “la memoria y mis sueños. Y ahí dentro está el miedo, la religión, el paso del tiempo, la muerte”. En otros de los trabajos que figuran en su amplia trayectoria ha tocado otros asuntos como sus viajes por Perú o Etiopía, lo simbólico, las relaciones familiares o la sexualidad, siempre con una mirada alejada de lo estereotípico. Por encargo ha hecho trabajos sobre Bodas de Sangre, de Federico García Lorca, o la película Biutiful (Alejandro González Iñárritu, 2010). Es pura coincidencia pero Cespedosa llega en un momento en el que regresa el interés por la España rural, que se ve reflejado en el éxito del ensayo La España vacía (Turner), de Sergio del Molino, o en la obra de varios novelistas y poetas jóvenes.

“Este pueblo tiene una marca muy propia”, dice el artista, “yo he visto cosas allí que no he visto en ningún otro lugar”. No sabemos si para descubrir estas cosas es necesario poseer la avezada y sensible mirada del fotógrafo, el caso es que en esta exposición Castro Prieto nos abre los ojos y nos muestra algunas.