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Las concertinas toman la calle de Serrano

El Colegio de Abogados instala unas vallas en plena Milla de Oro para denunciar el problema de los inmigrantes

Vallas y concertinas instaladas en la fachada del Colegio de Abogados, en la calle de Serrano.
Vallas y concertinas instaladas en la fachada del Colegio de Abogados, en la calle de Serrano.carlos rosillo
F. Javier Barroso

La calle de Serrano, en pleno barrio de Salamanca, es una de las ciudades más caras de España. Conocida como la Milla de Oro, en ella se mezclan los comercios de las marcas más caras de ropa, joyería y zapatos junto con viviendas de lujo. Sin embargo, desde hace unos días, le han salido unas vallas con concertinas incluidas que están llamando la atención de los paseantes. Estas protecciones metálicas las ha colocado el Colegio Oficial de Abogados de Madrid (65.000 letrados) dentro de una campaña europea para denunciar la situación de los inmigrantes y la necesidad de defender sus derechos.

Las vallas tienen unos dos metros de alto a los que se une otro más de las concertinas. Están colocadas en la fachada de la sede principal, muy cerca de la Puerta de Alcalá. La decoran fotos de inmigrantes intentando acceder a Europa o que vive en condiciones de miseria en campos de refugiados. También se pueden ver objetos personales, como ropas destrozadas o zapatillas usadas.

El Colegio de Abogados, el más grande de toda Europa y con más de 400 años de historia a sus espaldas, ha editado unas cartulinas en la que los visitantes pueden poner sus mensajes. Hasta la fecha han recogido más de 500 escritos y dibujos de particulares e inmigrantes que han pasado junto a las vallas. En ellos se pueden leer mensajes elocuentes como “Vergüenza, es lo que tengo”, “os recibiremos mejor. Lo prometemos” o “todos somos iguales, pero muchos ‘animales’ de dos patas todavía no se lo creen”. La exposición ha sido fruto del Consejo General de la Abogacía, de la Mutualidad del Colegio y de la editorial Lefebvre.

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La madrugada del pasado 12 de octubre, día de la Hispanidad, un desaprensivo intentó a las seis de la madrugada arrancar las vallas y tirarlas al suelo. Como no lo consiguió, arrancó todas las cartulinas y las desparramó por la calle. La presencia y la recriminación del vigilante de la sede colegial no sirvieron para que depusiera su violenta actitud. La dirección del colegio, con su decana Sonia Gumpert a la cabeza, ha denunciado ante la policía este delito de odio. Hasta el momento no se ha producido ninguna detención por este hecho.

La exposición resulta aún más desgarradora porque, dentro de la sede colegial y gracias al trabajo de diversas organizaciones como Amnistía Internacional y Unicef, se cuenta la historia de 11 inmigrantes que han tenido que dejar sus países y han hecho recorridos de miles de kilómetros para poder llegar a España o a algún país de Europa. Para ello se han utilizado maletas antiguas en las que se recogen casos como el del camerunés Nya Thierry que recorrió medio continente africano hasta llegar a Marruecos, desde donde intentó entrar a nado a España a través de Ceuta. Siete compañeros de viaje murieron ahogados. O el de la joven niña siria Imán, de diez años, que abandonó Alepo y vive en el campo de Lesbos (Turquía).

Un caso también muy dramático fue el del sirio Aladín, que se tiró al agua el 17 de noviembre de 2015 cuando vio que se habían caído de la patera en la que iban una mujer y su hija. Él se tiró al agua y logró rescatarlas, pero la barca continuó su camino. Se quedó sin fuerzas y poco a poco su boca se volvió con sabor salado. Un grupo de socorristas de España salió en su búsqueda al saber que había caído al mar y logró rescatarlo. Ahora vive en Islandia.

No todos los casos son de personas extranjeras. La primera maleta, colocada justo en la entrada del colegio, es la de una española, Libertad (cuyo nombre real era María Luisa), que tuvo que marcharse en plena Guerra Civil desde Barcelona y cruzar a Francia. “España también ha sido un país de maletas y de emigrantes, como recordó la alcaldesa Manuela Carmena en la inauguración de la muestra”, afirma Sonia Gumpert.

“Desde el primer momento nos preocuparon los aspectos legales no reconocidos a los refugiados como el asilo y su estatus. Sufrían una carencia asistencial básica”, reconoce la decana.

Por ello contactaron con el Ayuntamiento de Madrid, que le concedió una ayuda destinada a los refugiados por un montante de 100.000 euros. Con ellos se hará una especie de turno de oficio en el que 20 letrados de Atenas y Lesbos acudirán a los campos de refugiados y atenderán las peticiones de asilo de los inmigrantes. En definitiva, son los que conocen las leyes administrativas y de Extranjería que les permitirán conceder los asilos. “Recibirán una pequeña retribución tras certificar que han ido a estas zonas. Estarán controlados y vigilados desde el colegio. Lo que está claro es que la abogacía europea no está conforme con las situaciones humanas y jurídicas de estas personas”, añade Gumpert.

El colegio también prevé abrir un crowdfunding (pequeño micromecenazgo) para que la gente y las empresas puedan aportar las cantidades que puedan y quieran. La muestra viajará en las próximas semanas a otros 28 colegios de abogados de toda España. Forma parte de un movimiento europeo de letrados que se ha movilizado para que a los inmigrantes se les reconozcan sus derechos y puedan vivir en el viejo continente con todas las garantías legales.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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