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Oteiza dialoga con Gaudí

La Pedrera inaugura una gran retrospectiva del artista vasco reuniendo en Barcelona 130 obras, entre ellas 91 esculturas

José Ángel Montañés
Tres de las 'cajas vacías' de Oteiza que pueden verse en la Pedrera: 'Circulacion en oblicuo con tres vacíos Malévich', 'Vacíos en cadena' y 'Variante vertical del signo funerario Galíndez', de 1958
Tres de las 'cajas vacías' de Oteiza que pueden verse en la Pedrera: 'Circulacion en oblicuo con tres vacíos Malévich', 'Vacíos en cadena' y 'Variante vertical del signo funerario Galíndez', de 1958Joan Sánchez

A finales de los años cincuenta coincidiendo con su mayor popularidad y éxito profesional que le había encumbrado hasta ser considerado el mejor escultor del mundo, Jorge Oteiza (Orio 1908 - San Sebastián 2003) decidió abandonar su trabajo al considerar que había llegado al final; que las esculturas ya no le aportaban nada. Pero su silencio creador no significó su desaparición, sino que Oteiza, desde ese momento, entró en una vorágine de activismo y creación literaria, escribiendo ensayos, haciendo una importante labor pedagógica o vinculado al cine, generando miles de documentos y docenas de libros. Hay pues muchos oteizas que la exposición Oteiza La desocupación del espacio. Todos dialogan, a partir de este martes, con La Pedrera, una de las obras cumbres de Antoni Gaudí; a priori, una conversación sorda por lejana, pero que deja entrever lo mucho que tienen que ver estos dos creadores excepcionales: los dos dominaron el volumen y el espacio como pocos, el arquitecto creando formas originales y casi imposibles; el escultor realizando obras en las que acabó reduciendo más y más la presencia de materia para descubrir los espacios vacíos. Los dos compartieron, pese a la distancia, la creación de obras visionarias que trascienden más allá de la experiencia estética.

De hecho, tal y como recuerda la exposición que organiza Fundació Catalunya La Pedrera, Oteiza admiraba profundamente a Gaudí: “Lo más importante y definitorio como estatua fue en mi visita al taller de Gaudí, en la Sagrada Familia, un pedazo geométrico de columna o de arco, una piedra sola abandonada en el suelo pero recorrida por una tensión física imperceptible”, escribió. Por eso, no cabe duda de que el vasco estaría, pese a su carácter difícil, contento de poder mostrar parte de sus obras (su corpus aseguran que son 2.700 esculturas) en una obra de su admirado Gaudí.

Las tres cabezas de los apóstoles que realizó Oteiza para la basílica de Aránzazu.
Las tres cabezas de los apóstoles que realizó Oteiza para la basílica de Aránzazu.joan sanchez

Desde 1988 no se había visto en Barcelona una gran exposición sobre Oteiza. Ahora se han reunido 130 obras, de ellas 91 esculturas, en el piso noble de este edificio que se muestra en todo su esplendor. Se han abierto ventanas para que entre la luz tamizada de la calle, se han liberado las columnas, todas diferentes, del edificio, que pasan del cubo de la base al cilindro de los fustes y dialogan como nunca con el continente de Oteiza, la gran mayoría obras de la Fundación Museo Jorge Oteiza, instalada desde 2003 en la localidad navarra de Alzuza que conserva 1.650 esculturas del artista. La muestra comisariada por Gregorio Díaz y Elena Martín, director y responsable del departamento de conservación del museo también cuenta con tres piezas del Museo Reina Sofía y cuatro de coleccionistas privados.

La muestra repasa todos los procesos creativos del escultor; "su evolución desde el primitivismo hasta el minimalismo constructivista", según Martín y se ilustra con fotografías como las de su famoso Laboratorio de tizas, en la que se le ve trabajando con yesos y dando forma a botes de conserva. "Las latas me han alimentado física y mentalmente", asegura el artista. Las primeras obras están influidas por el arte precolombino que contempló durante sus viajes y estancia de 13 años en Sudamérica. Le siguen sus piezas antropomorfas en las que comienza a aparecer la abstracción: Dos años después de su regreso en 1948 comenzó a trabajar, tras ganar un concurso nacional, en la reconstrucción de la basílica de Aránzazu, realizando la estatuaría de la fachada principal. En 1955 se suspenden los trabajos por considerar ciertos sectores de la iglesia que no ayudan a ganar adeptos, sino todo lo contrario quedando algunas de las figuras a medio hacer. En la exposición se pueden ver tres cabezas de los apóstoles, y algunas maquetas de la virgen. Tras permanecer 15 años tiradas las figuras a medio hacer en una calzada, el proyecto se retomó en 1969 instalando sus 14 apóstoles brutalistas (según Oteiza los 13 remeros de una trainera y el timonel).

'Caja vacía con color desocupante', de Oteiza en la Pedrera.
'Caja vacía con color desocupante', de Oteiza en la Pedrera.Joan Sánchez

Su presencia en la Bienal de Sao Paulo en 1957, en la que fue nombrado mejor escultor del mundo, está representada en la exposición con ocho de las 28 piezas que se muestran sobre peanas idénticas a las que diseño el propio Oteiza. En Brasil, el artista mostró la conclusión de sus trabajos, de la naturaleza experimental de su escultura, unión de “estructuras ligeras, dinámicas y abiertas, creadoras de espacios activos que desafían el peso de la materia”, explica Martín. Es el caso de Suspensión vacía (estela funeraria homenaje al constructor aeronáutico René Couzinet), propiedad del Reina Sofía, creada en 1957. La muestra concluye con algunas de sus cajas metafísicas en las que buscó la presencia de la ausencia, de la nada, entre ellas Homenaje a Velázquez, "que captura la atmósfera de las Meninas” y Unidad mínima, considerada una de sus últimas piezas, de 1959, que cierra la exposición.

El Macba y el "pelotari que sabe de arte"

Desde julio de 1998 Barcelona cuenta con una gran escultura de Oteiza, La ola, una impresionante pieza de tres toneladas y media (aunque inspirada en una pequeña obra de 1957), que el escultor donó a la ciudad para la colección del Macba. El escultor dirigió los trabajos de instalación desde su silla de ruedas. Durante la jornada estuvo afable, jovial y atento con los periodistas que cubrieron la información. La construcción e instalación fue sufragada por la empresa Media Planing de Leopoldo Rodés al que Oteiza llamaba, cariñosamente, el "pelotari que sabe de arte". Con el tiempo la plaza del Àngels de Barcelona se ha convertido en un lugar de referencia del arte pero también del mundo del skater, ya que recibe a diario a cientos de personas que practican este deporte.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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