Las agresiones a funcionarios crecen pese a que cae el número de presos
Las agresiones se producen por la "falta de respeto a la autoridad" de los internos, según los sindicatos
Las agresiones a funcionarios se han disparado en las cárceles catalanas. Hasta julio de este año, y según datos oficiales, se han registrado 60 incidentes de este tipo entre leves y graves. La cifra supera ya la de todo 2015. Y eso a pesar de que las prisiones se están “despoblando”: hoy hay un 20% menos de reclusos que en 2010. Los sindicatos lo atribuyen a la “pérdida de respeto hacia el funcionario”, mientras que el Departamento de Justicia defiende que no hay un “aumento significativo” y sostiene que “la conflictividad en los centros es muy baja”.
El jueves por la tarde, un interno con problemas psiquiátricos de Lledoners (Bages) dio un portazo al bajar al patio. El jefe de unidad intentó tranquilizarle. “Sin mediar palabra, el preso le propinó un cabezazo”. La testa del jefe “rebotó en los cristales del búnker”. El resultado: “el labio roto y la nariz desplazada”, según el sindicato CSIF. El suceso, el último ocurrido en las cárceles catalanas, se abordará el lunes, en una de las reuniones periódicas que, desde marzo, mantienen Servicios Penitenciarios y los sindicatos para abordar las agresiones.
Datos oficiales sobre agresiones a funcionarios
2010 67 agresiones en todo el año, con 10.420 internos
2011 64 / 10513
2012 53 / 10062
2013 45 / 9818
2014 47 / 9294
2015 59 / 8810
2016 60 agresiones hasta julio. De éstas, 42 se consideran leves (atención médica sin baja laboral) y 18 graves (con baja). Hay 8.735 internos.
La creación de esos grupos de trabajo demuestra que el problema preocupa. Justicia ha ofrecido allí datos que incluso superan los oficiales (los que aparecen en la web del departamento). Según esos números “alternativos”, solo hasta junio se habrían producido 64 agresiones; una tercera parte de ellas (22) son graves (conllevan baja laboral) y el resto, leves (solo precisan atención médica). Por centros, Brians 1 y Brians 2 son los que acumulan más ataques, pero también son los que acogen más reclusos. El centro de Ponent, en Lleida, es el que proporcionalmente acumula un mayor número (10 agresiones y apenas 622 internos).
Justicia se remite a su página web y ni confirma ni desmiente que los datos que da a los sindicatos respondan más fielmente a la realidad. Al mismo tiempo, sin embargo, admite que “desde este enero, el recuento de las agresiones es más riguroso" y eso afecta “tanto a la cantidad de agresiones” que reflejan las estadísticas “como a su clasificación”. La serie histórica que figura en la web, y que ofrece datos de 2003, incluye siempre agresiones “graves” y “leves”, mientras que la nueva categoría establecida en las reuniones es la de “tentativa”.
Sin respeto a la autoridad
Alberto Gómez, del sindicato CSIF, es uno de los asistentes. Asegura que la administración no solo admite el incremento, sino que le ha buscado una explicación: “Dicen que hay un interno más visceral, que le tiene muy poco respeto a la autoridad y que en la calle ha tenido un proceso de socialización muy débil”. Justicia descarta confirmar si ha dado esa explicación y rechaza, además, cualquier debate sobre los porqués de las agresiones.
A falta de respuestas oficiales, los trabajadores analizan lo que observan en su día a día. Gómez, que trabaja en Brians 2, cree que muchos internos han “perdido el respeto hacia el funcionario” porque “ven que su comportamiento no tiene una consecuencia proporcional con la agresión”. “El sistema se ha vuelto más laxo”, repite. Los sindicatos opinan que, si a los funcionarios de prisiones se les considerara “autoridad pública” (como a los profesores o los médicos), la situación mejoraría.
Hay un “hecho diferencial” que también explica, aunque solo en parte, la situación. “El sistema penitenciario catalán apuesta más por la reinserción, lo que implica un mayor contacto con los presos. Aquí se hace mucho patio. Hay que aguantar sus hitorias, calmarles... Es un método que propicia el cuerpo a cuerpo. En el resto de España permanecen más en el búnker”, explica Gómez. Los recortes tampoco han ayudado. En 2011, la Generalitat prescindió de 500 interinos. Algunos han ido volviendo, pero paralelamente se han creado “bolsas de trabajo” con las que se recluta a personas “de la calle, sin formación, que apenas superan un psicotécnico y pasan un cursillo”. El Departamento asegura que la plantilla “se ha mantenido” estos años y agrega que los nuevos centros abiertos cuentan con “la última tecnología en seguridad”. Un portavoz oficial subraya que, en cualquier caos, “la conflictividad es extremadamente baja”.
Un preso golpea en el tórax a una funcionaria que hacía el recuento en Brians 2. Otro, de Quatre Camins, se niega a que le practiquen una radiografía y pega a un funcionario. En el comedor de Brians 1, un interno altera el orden. Cuando se lo llevan, se revuelve y pega a dos funcionarios. Todos son episodios de 2016. Pese a su variedad, los sindicatos han elaborado un “perfil” del agresor: varón, 32 años y español. En muchos casos, además, padece un trastorno psicológico (a menudo por consumo continuado de drogas). Los sindicatos piden, por esa razón, que ese tipo de reclusos no estén en módulos ordinarios.
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