La Comunidad admite que el modelo de gestión de residuos es insostenible
El Gobierno regional intenta consensuar un nuevo plan para reducir la basura que acaba en vertederos
“Si no cambiamos el modelo, ¿qué nos pasa? Que nos vamos al abismo”. Así de crudamente planteó el director general de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, Mariano González Sáez, la necesidad de dar un gran giro a la gestión de residuos en la región, con la que se recicla muy poco y la mayor parte de basuras urbanas (más del 70%) acaban en vertederos saturados que ya no dan más de sí. Por eso el Gobierno regional (PP) quiere consensuar una nueva estrategia que sustituya a la de 2006-2016, la cual ha fracasado en objetivos clave como el marcado para la reducción de materiales biodegradables que acaban en los basureros.
El documento inicial para una nueva "Estrategia de gestión sostenible de los residuos" que ha preparado la Consejería de Medio Ambiente plantea varias alternativas. Una propone, básicamente, reciclar y reutilizar mucho más (lo que pasa, entre otras cosas, por más infraestructuras de tratamiento o por la recogida separada de residuos orgánicos que ya existe en muchos puntos de España) para cumplir los objetivos marcados en los planes español y europeo. Otra alternativa propone ir un poquito más allá de esos objetivos con planes de prevención y “valorización” de basuras.
Hay una tercera, llamada “alternativa 0”, que consistiría en “mantener el modelo de gestión de residuos planteado en el Plan Regional de Residuos Urbanos (2006-2016) y no promover cambios”. Pero esta queda completamente descartada: “No es una opción viable por no asegurar el cumplimiento de los objetivos de prevención de residuos y de valorización de los recursos”, dice el documento. Al explicar esta alternativa 0 fue cuando el director general de Medio Ambiente, Mariano González Sáez, utilizó el pasado lunes la metáfora del “abismo” en una jornada en la que el Gobierno presentó a partidos políticos, Ayuntamientos, ONG y empresarios las bases para empezar a debatir una estrategia consensuada para el periodo 2017-2024.
Este punto de partida entierra completamente el plan anterior, que está a punto de expirar dejando a sus espaldas bastante más pena que gloria. Y no solo a juzgar por las palabras de los representantes de PSOE (Rafael Gómez Montoya) o de Podemos (Alejandro Sánchez), que consideran que no se ha hecho prácticamente nada salvo desentenderse del problema dejando la recogida y tratamiento de residuos en manos únicamente de los Consistorios. Sino también por lo que dejaron entrever las declaraciones del propio Gobierno regional del PP sobre el trabajo de sus predecesores y compañeros de partido. “La gestión de residuos es un tema ingrato [...], pero no podemos darle la espalda y seguir colmatando vertederos”, dijo el consejero de Medio Ambiente, Jaime González Taboada. Asimismo, pidió que no se mirara atrás, sino adelante, al igual que poco después insistió González Sáez, que también habló de un “balance no muy favorable” pese a que la crisis ha reducido la cantidad de basura que generan los madrileños: de 1,58 kilos de residuos por habitante al día en 2007 a 1,13 en 2014.
Así, el contexto de partida no es muy halagüeño. Por ejemplo: si no se ha conseguido en 10 años reducir los materiales biodegradables que acaban en vertederos a 581.712 toneladas (el 35% de lo que se generaba en 1995), como preveía la anterior estrategia, parece harto complicado reciclar el 50% de los residuos en 2020 y el 70% en 2030, como exigen las estrategias aprobadas en España y la UE, que han de guiar la madrileña. Ahora mismo, algo más del 70% de las basuras urbanas acaban colmatando esos vertederos de los que hablaba González Taboada.
Sin embargo, el Gobierno regional insiste en su firme decisión de intentarlo, de cambiar el modelo con la ayuda y el acuerdo imprescindible de todos los actores. Imprescindible porque implicará más esfuerzo de los ciudadanos (al fomentar la separación de residuos orgánicos para poder reutilizarlos como compost) y porque habrá que renovar infraestructuras y construir algunas nuevas, con el coste político que ello conlleva; no hay más que echar un vistazo a la polémica por la construcción de una planta de tratamiento de residuos en Loeches que debe sustituir al vertedero de Alcalá de Henares, a punto de colmatarse.
Aunque no menos peliagudo es el punto de la financiación; es decir, cómo se va a pagar todo eso, si se debe hacer aumentando impuestos como el ya existente que grava el depósito en vertedero y la incineración o las famosas tasas de basuras que ahora mismo solo cobran a sus vecinos algunos municipios.
Mientras la representante de Ciudadanos en el debate del pasado lunes, Ana Rodríguez, se opuso frontalmente a la aplicación de más impuestos, el diputado regional de Podemos Alejandro Sánchez rechazó que se construyan más incineradoras en la región.
Desde el PSOE, Rafael Gómez Montoya dijo que en principio los socialistas no están a favor de las incineradoras, pero que están dispuestos a hablar de todo para intentar alcanzar un acuerdo. Por su parte, el diputado del PP Luis del Olmo fue el único asistente que salió claramente en defensa de la estrategia que está a punto de terminar, porque “se ha avanzado mucho”, aseguró.
Hacia un quinto contenedor
Hay que reaprovechar muchos más residuos. Es la idea fuerza que recorre la nueva estrategia. Y eso pasa indefectiblemente por los restos orgánicos, que representan la mayor parte de la bolsa que los madrileños tiran en el contenedor normal. Y para que estos restos sirvan de algo —por ejemplo, de compost como abono— es más que conveniente que estén perfectamente bien separados de todo lo demás.
Por eso, el plan propone "implantar progresivamente la recogida separada de los biorresiduos", un modelo que ya está en marcha en numerosos puntos de España, desde municipios de Navarra o La Rioja a Murcia o Canarias.
El Ayuntamiento de Madrid pondrá en marcha programas pilotos en nueve distritos (Chamberí, Tetuán, Moncloa, Ciudad Lineal, San Blas, Hortaleza, Puente de Vallecas, Arganzuela y Carabanchel) para testar la colocación de un quinto contenedor, el marrón, de basura orgánica, junto al normal (restos mezclados), el azul (papel y cartón), verde (vidrio) y amarillo (envases).
De momento, la propuesta del plan de la Comunidad está muy abierta, pues hay situaciones muy heterogéneas, tanto por el tamaño y composición de los municipios como por la tipología de las casas (desde chalés a los micropisos donde sería más engorroso colocar un nuevo cubo de basura). Así, habrá que estudiar su puesta en marcha a varias velocidades o, tal vez, a partir de programas piloto, explicó el director general de Medio Ambiente, Mariano González Sáez.
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