Craviotto: “A base de palos, me he puesto las pilas para los Juegos”
El doble medallista olímpico en Pekín y Londres, aspira al doblete en Brasil, donde competirá en K-1 y en K-2, junto a Cristian Toro
El abatimiento y el éxtasis marcan el estado de ánimo de Saúl Craviotto al compás de fracasos y de éxitos. El doble medallista olímpico y triple campeón mundial las ha pasado canutas para obtener el billete para Río de Janeiro. Estuvo a punto de echarlo todo a perder, de dejarlo correr y conformarse con observar las dos palas que tiene enmarcadas en su casa, la que le llevó al oro en Pekín y la que le impulsó a la plata en Londres. “El año pasado estuve hundido. Precisamente cuando tenía que obtener la clasificación. Realmente pensé en tirar la toalla”, reconoce.
Su mujer, a la que conoció durante una de las muchísimas concentraciones que lleva a cabo con el equipo español en Asturias, su familia desde Lleida, sus amigos, todos le enviaron mensajes después de aquel Mundial en Milán en el que no consiguió entrar en la final y en consecuencia no pudo clasificarse para los Juegos. Le quedaba una última oportunidad, el Preolímpico, a la desesperada. “Pasé unos momentos de infarto. Solo quedaba una plaza en la repesca y solo valía ganar”, explica. Desde agosto de 2015 en el Mundial de Milán hasta mayo de 2016 en el Preolímpico de Duisburgo, se movió en el alambre. “Al final pude con aquella tensión”, cuenta el palista de Lleida. No es la primera vez que le ocurre. “En los tres Mundiales previos a los Juegos me ha pasado lo mismo. Tener que jugármelo todo en el Preolímpico hace que acumule mucha tensión, y la tensión me mantiene firme. A base de llevarme palos, es cuando más he aprendido, cuando me he puesto las pilas, ahora para Río”. En Brasil, finalmente, competirá en K-1 y en K-2, junto a Cristian Toro. “Reestructuramos el equipo y con Toro hemos tenido muy buenas sensaciones, cada semana que pasa, mejores”.
Las quinielas
Explica que no tiene psicólogo, que es a base de experiencia como ha afrontado esos momentos de máxima dificultad, de ser o no ser. “Me aficioné por mi padre. Tengo fotos con un añito subido a una piragua. Y a los siete ya empecé, entre comillas, más en serio. Fui a la selección cuando tenía 15. Desde entonces, he estado con constantes concentraciones y viajes, lejos de mi mujer y, ahora también de mi hija, que tiene un año y medio. Es lo más duro, pero al final es lo que he elegido y, de esta manera, también hago feliz a mi gente”, sentencia.
Ahora, todos, entendidos, aficionados y rivales, vuelven a contar con él en los pronósticos para el podio en Río. “El año pasado me habían borrado de todas las quinielas. Parece una montaña rusa. Ganamos la Copa del Mundo después del Preolímpico y ya nos están colgando la medalla antes de tiempo. Me gusta que la gente piense en nosotros. Pero intento olvidarme de eso. Hay que quitarse la presión. En todo caso, yo no voy a unos Juegos para ser diploma olímpico o para meterme en una final. Después de dos medallas, opto a la tercera”, afirma, convencido.
Canoa en barco
Ahora, a sus 31 años, Craviotto se siente pletórico, mejor que cuando ganó su segunda medalla olímpica hace cuatro años. “No es que lo diga yo, lo dice el cronómetro. He ganado en resistencia, en fuerza, en técnica. Hemos copiado cosas buenas de los rivales, en material, hemos cambiado piraguas, palas…”. Y hace una comparación para que se entienda mejor hasta qué punto se afina en todos los detalles. “Dependemos del viento, de la profundidad del agua... Claro que mis rivales también mejoran. Nos copiamos, nos fijamos en todo, nos analizamos para arañar unas milésimas, supongo que como hacen en la fórmula 1”.
Y la canoa, claro, es como el bólido. “Aunque sean todas aparentemente iguales, te tienes que acoplar, fijar la distancia desde el asiento al reposapiés... De hecho, ahora me entreno con una diferente porque la canoa con la que competiré debe estar en el contenedor de un barco viajando hacia Brasil. La enviamos en mayo o en junio. Son muy delicadas, pero vamos, estoy relativamente tranquilo porque iba con su funda, muy bien protegida”.
En Río se alineará por primera vez en dos pruebas. “Es duro y complicado aguantar psicológicamente dos pruebas con sus eliminatorias, sus semifinales, y ojalá, que con sus finales. Se compite en cuatro días y da tiempo a descansar. Esperemos poder afrontarlo de la mejor manera”. Su mayor preocupación es rendir al máximo en el día clave. “No se puede simular una final en un entrenamiento. Esa tensión, esos nervios, algo que vas a hacer dos o tres veces en la vida… Eso no se puede preparar. Yo llevo dos Juegos, diez campeonatos del mundo y sigo poniéndome nervioso. Sobre todo, el día antes cuesta conciliar el sueño: visualizas la carrera. Es normal, todo el mundo tiene nervios. Se trata de controlarlos, de saber llevarlos. Hay gente que no es capaz de rendir al 100% en los entrenamientos. Y al revés. Eso lo da la experiencia”. Otro aval para él en Río.
Los policías se ponen en forma junto a su compañero
Saúl Craviotto es policía, en parte por vocación y en parte con la intención de asegurarse el futuro. “Porque del piragüismo no se puede vivir. Ni siquiera yo, que soy doble medallista olímpico”, puntualiza.
Patrulla por las calles de Gijón, donde a veces le reconocen. “A algunos les suena mi cara, pero como voy con el uniforme no acaban de asociarme”, explica divertido. Tiene plaza fija en Lleida y está en comisión de servicio en la ciudad asturiana. En los periodos más exigentes del calendario, sus entrenamientos son incompatibles con su trabajo. “Cambio algunos turnos con mis compañeros, y me dan muchas facilidades”, agradece.
Sus compañeros también se mantienen en forma. Junto a su jefe suelen quedar a las 7.45 de la mañana para correr. Luego, se duchan en comisaría. “Eso fomenta equipo, grupo. No nos dedicamos solo a patrullar. Ganar otra medalla sería una buena forma de agradecer las facilidades que me ha dado el cuerpo de policía”, concluye.
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