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Solo Mas mantiene cargo en la dirección de la nueva Convergència

El Partit Demòcrata celebra hoy las elecciones para decidir la dirección

Dani Cordero
Francesc Homs, Artur Mas y Carles Puigdemont.
Francesc Homs, Artur Mas y Carles Puigdemont.ALBERT GARCÍA

Convergència, refundada en el Partit Demòcrata Català (PDC) hace dos semanas, cambia hoy de fachada. No solo porque cambia de sede —abandona la que fue escenario de los grandes días de Jordi Pujol y la que también fue escenario de los registros policiales en busca de corrupción—, sino porque a partir de esta tarde se habrá dibujado una nueva dirección en la que la gran mayoría de los miembros serán nuevos. Apenas Artur Mas mantendrá el mismo cargo, de presidente. Y con el mandato limitado por los estatutos del PDC.

La refundación de la vieja Convergència ha derivado en un intenso debate de sus bases respecto a si se podía cerrar una etapa sin cambiar las caras. Al final, los asociados y el plantel de jóvenes se negaron e impidieron toda posibilidad de que se presentaran caras vinculadas a la antigua dirección. Ni Jordi Turull, que hasta hace poco más de una semana pretendía situarse al frente de la ejecutiva, ni Germà Gordó, ni Josep Rull. Incluso otra persona de confianza de Mas, Francesc Homs, ahora el hombre fuerte del Partit Demòcrata en el Congreso, ha desatado una división interna por su independencia y la falta de transparencia en la votación de su grupo a la mesa de la Cámara Baja.

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Desaparecidos ellos, ocupará su espacio un equipo formado por una lista medio consensuada, que integra a diversas corrientes, y en la que manda una parte del poder más joven y municipal del partido. Ese foc nou —fuego nuevo— lo lideran Marta Pascal, aspirante a coordinadora general, y David Bonvehí, personaje clave en la estructura del partido en la Cataluña central, uno de los grandes caladeros de votos del Partit Demòcrata y resistencia ante el auge del independentismo clásico que representa Esquerra Republicana.

Todo apunta a que Pascal se impondrá a la lista liderada por Ignasi Planas y que representa a la corriente de Reagrupament, escisión de Esquerra que ha decidido sumarse al proyecto del PDC. Si es así controlará el día a día de la formación y tendrá que rehacer las redes con el territorio que se han deshecho en los últimos años, primer paso para recuperar el paso electoral y volver a crecer en votos. Ese es el principal objetivo de la nueva dirección del partido, de suficiente envergadura como para que gran grupo de asociados, entre los que se incluyen sus juventudes, impusiera un cuadro de incompatibilidades para que la mayor parte de los miembros de la nueva dirección se centraran, principalmente, en el partido. Algunos tendrán que abandonar cargos institucionales.

‘Número tres’ tras Munté

Pero Pascal no será la número dos de la formación. Entre Mas y ella habrá una tercera persona, una figura en auge en el partido que el expresidente de la Generalitat quería que fuera la secretaria general: Neus Munté, consejera de la Presidencia y portavoz del Gobierno catalán. Si Munté no lidera esa ejecutiva es porque se negaba a abandonar el Ejecutivo catalán, en el que juega un rol indispensable de apoyo a Carles Puigdemont. Descartada esa posibilidad, Mas planteó —ante la sorpresa y el disgusto de algunos miembros del partido— una presidencia bicéfala, de carácter más representativo, pero que tendrá influencia sobre la ejecutiva. Mas será presidente y Munté vicepresidenta.

El otro cargo que está en juego hoy es el del presidente del Consejo Nacional, encargado de ordenar y moderar los debates del gran órgano de gobierno del partido. Las dos candidaturas que se presentan son la máxima visualización de las diferencias existentes en el partido. Por una parte, Mercè Conesa, alcaldesa de Sant Cugat del Vallès, presidenta de la Diputación de Barcelona y último cartucho de la corriente de Josep Rull —como del resto de sectores— de tener un cargo de cierto relieve en la nueva formación. Se disputará el sillón con Santi Vila, exalcalde de Figueres, exconsejero de Territorio, titular de la cartera de Cultura y aspirante a alcaldable de Barcelona. Su modulable discurso genera discrepancias en el seno del partido. Pero su candidatura ha recibido el apoyo de Carles Puigdemont, que se entiende como el beneplácito de la antigua dirección para quienes quieren desgastar su candidatura.

Con la finalización del congreso fundacional este fin de semana, Convergència iniciará en septiembre otro tema espinoso, el de la elección de las federaciones territoriales. Barcelona, donde más trabajo requiere la estructura, volverá a poner sobre la mesa la tensión entre las diferentes corrientes vivida este último mes con el congreso fundacional. Para muchas es su última oportunidad de asegurarse posiciones en el nuevo partido.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Es integrante de la redacción de EL PAÍS en Barcelona, donde ha desempeñado diferentes roles durante más de diez años. Licenciado en Periodismo por la Universidad Ramon Llull, ha cursado el programa de desarrollo directivo del IESE y ha pasado por las redacciones de 'Ara', 'Público', 'El Mundo' y 'Expansión'. 

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