Las terrazas de oro de Barcelona
Los veladores de los bares y restaurantes de la capital catalana pagan entre 30 céntimos y un euro al día por cada mesa que tienen en la calle
Las terrazas de los bares y restaurantes de Barcelona gozan de una tremenda aceptación. En algunos sitios incluso hay que hacer cola para disfrutar de una consumición al aire libre. Los restauradores las cuidan con todo su empeño y las defienden con los dientes. Y es que además de ser atractivas para los clientes son muy rentables para sus dueños. Las terrazas pueden llegar a representar el 40% de los ingresos de los locales, según las cifras del Gremio de Restauración. Todo por un módico precio.
La ciudad está dividida en tres categorías y cada una tiene una tasa distinta. No es lo mismo tener una terraza en medio de La Rambla que en la Via Júlia. Pero en todos los casos, sale a cuenta. La categoría A es la más cara de la ciudad. Corresponde, por ejemplo, a una buena parte de La Rambla o a la plaza de Catalunya. Por ocupar la vía pública con una mesa y cuatro sillas, el dueño de la cafetería Zurich, por ejemplo, paga una tasa de 1,045 euros al día. Es decir, las 45 mesas rodeadas de sillas que tiene esta cafetería solo cuestan 47 euros diarios. Si tenemos en cuenta que un café en la barra cuesta 1,20 euros y uno en la terraza sube hasta los 2,10 euros, basta con servir dos cafés al día para que salgan los números. El dueño de la cafetería, Andreu Valldeperas, explica que “la terraza proporciona más del 50% de la facturación” y que sin ella no podrían funcionar ya que “el alquiler del local es muy alto para los metros que tenemos”.
Las terrazas de la Rambla del Poblenou, mucho menos céntricas, no corresponden a la primera categoría. En la parte central, por donde pasa más gente, están consideradas de segunda (B) y en los extremos, de tercera (C). La segunda categoría le cuesta al restaurador 0,554 euros diarios y la tercera, 0,304 euros por jornada. Es decir, cuatro mesas con sus 16 sillas en el centro de la Rambla del Poblenou cuestan a su dueño un poco más de dos euros diarios. El tan frecuente suplemento terraza puede lograr que a los pocos minutos de abrir el restaurante la terraza ya esté amortizada.
Ordenanza más restrictiva
El 1 de enero del 2014, durante la legislatura de Xavier Trias, se aprobó con los votos del PP la nueva ordenanza, más restrictiva, y el Gremio de Restauración inició un pulso con el Ayuntamiento para defender los intereses de sus asociados. El objetivo municipal es reducir el número de terrazas para evitar la saturación que se vive en algunas zonas. La actual alcaldesa, Ada Colau, modificará de manera integral esa ordenanza y está retrasando la aplicación de algunas de las condiciones más restrictivas.
El nuevo concejal de Arquitectura, Daniel Mòdol, se mostró partidario de “introducir la flexibilización necesaria” durante su participación en un acto del Gremio. Fuentes municipales no quisieron adelantar si uno de los aspectos de la nueva ordenanza pasará por incrementar las tasas, lo que permitiría aumentar los ingresos municipales y, quizás, disuadir a algunos de los restauradores.
El presidente del Gremio de Restauración, Roger Pallarols, reconoció que “las tasas no son elevadísimas” pero recordó que se trata de "una autorización en precario", ya que el Ayuntamiento puede conceder o no los permisos de un año para otro. “Un incremento de la tasa encarecería el servicio y no beneficiaría a nadie”, aseguró Pallarols.
En Barcelona hay actualmente 4.398 licencias de terrazas, que van acompañadas de 78.812 sillas. En 2010 apenas había 2.300 terrazas. La ley antitabaco, que sacó de bares y restaurantes, a los fumadores (uno de los clientes más preciados para los restauradores) disparó el número de licencias en la ciudad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.