La nueva Convergència embarranca con el nombre en su refundación
Un alud de críticas a la designación del nuevo partido convierte en un sonoro fracaso el primer día del congreso
La nueva Convergència embarrancó ayer durante la primera jornada de su congreso fundacional. El motivo fue la elección del nombre. Las dos opciones planteadas por la dirección, MésCatalunya y Catalans Convergents, recibieron un alud de críticas de los asistentes, a quienes no gustaron ni las propuestas ni las formas de plantearlo por la dirección. Tras escuchar diferentes reproches, la mesa del congreso tomó un receso de cinco minutos en los que decidió aplazar la decisión y crear una comisión para debatir sobre el nombre. “Esto es lo que sucede cuando las cosas se hacen mal”, señaló un histórico dirigente.
El fracaso de la propuesta presentada poco después de las ocho de la noche fue sonoro. A muchas de las intervenciones para criticar las propuestas de nombres, salidas de una empresa especializada, les seguía un aplauso. Todo lo contrario de lo que escuchó el responsable de comunicación del partido, Jordi Cuminal, cuando presentó las dos propuestas. Una de ellas fue incluso recibida desde una parte del plenario con abucheos.
“No hay autocrítica, hay rectificación”, dijo Maite Rivero, presidenta del congreso fundacional, ante los medios de comunicación tras decidir la suspensión de la primera sesión. En su opinión no se había desautorizado a la dirección de la formación por las propuestas y la forma de realizarlas. “Es evidente que no han gustado [las propuestas]. Estamos aquí para hablar de todo”, apuntó Rivero sobre el congreso, el más tumultuoso que ha vivido Convergència.
La decisión del nombre ya llegaba con críticas internas. Diferentes militantes habían puesto en evidencia que tendrían que escoger el nombre entre propuestas cerradas con apenas unos minutos de tiempo. Cuando conocieron las dos opciones, las críticas fueron más visibles. Figuras como la alcaldesa de Sant Cugat del Vallès (la mayor que gobierna CDC), Mercè Conesa; el regidor de Barcelona Jaume Ciurana; la presidenta del Institut Català de les Dones, Teresa Pitarch, del sector afín a Germà Gordó, o Marc Guerrero, del sector liberal de Convergència, censuraron la propuesta de la dirección.
Todos ellos censuraron los nombres y abogaron por abrir un proceso para deliberar nuevas propuestas, fuera el domingo (último día del congreso) o el 23 de julio, cuando se escogerá la nueva dirección del partido. Incluso hubo algún comentario en el que se llegó a expresar el peligro de que un nombre como MésCatalunya fuera utilizado en el programa satírico Polònia.
Finalmente, durante el receso, la dirección del congreso hizo caso del clamor de las bases y optó por aplazar la decisión. A las nueve la mayor parte de los asociados se iban a sus casas y lo hacían antes de lo previsto en el programa facilitado por el partido. A partir de hoy el nombre de la nueva Convergència tendrá una comisión propia en la que podrán participar todos aquellos militantes que lo consideren necesario.
El nombre definitivo saldrá de las propuestas que en su día hicieron los militantes en el denominado Torn Obert, un proceso participativo para preparar la refundación. Se irán eliminando por votaciones y al final se elevarán a plenario las dos o tres designaciones escogidas. Serán los miembros de esa comisión quienes también decidan cuándo se someterá a votación ese nombre. A priori se plantean dos fechas: el domingo, última jornada del cónclave, o el 23 de julio, cuando la nueva formación elegirá la nueva dirección.
Militantes consultados explicaban que en la crítica respuesta a las designaciones propuestas subyacía una censura a la forma como se ha dirigido el congreso. Incluso afirmaban el disgusto generado por la propuesta de Artur Mas de presentar una presidencia compuesta por dos personas: la presidencia para él y la vicepresidencia para la portavoz del Gobierno catalán, Neus Munté. Esa opción es leída con críticas porque no se ha tenido en cuenta el régimen de incompatibilidades que se votará para los miembros de la ejecutiva del partido.
Mas, en el discurso inaugural del congreso, había dicho que Convergència “amarra tras una larga singladura, pero el proyecto no queda paralizado ni inmóvil porque zarpa un nuevo barco, rumbo hacia Ítaca”. Dijo que el nuevo partido “topará con obstáculos”, pero que tiene como objetivo que Cataluña “pase de la autonomía a la soberanía”. “Un partido nuevo para un país nuevo”, dijo.
Antes, en el congreso que iniciaba la liquidación de la vieja Convergència, a Xavier Trias le tocó hablar de pasado. El exalcalde de Barcelona, convertido en presidente del último congreso de CDC, señaló que es necesario "reconocer errores" y que "es hora de pedir perdón y sacarnos hipotecas del pasado", en una referencia a los supuestos casos de corrupción que persiguen al partido nacionalista. En el mismo discurso, Trias explicó que la formación ha de tener "capacidad de rectificar, perdonar y no perder la esperanza".
Su discurso se centró en el legado de Convergència durante sus 42 años de historia, en los que recordó desde su fundación a los objetivos conseguidos desde el Gobierno de la Generalitat y desde sus escaños en el Congreso. También aprovechó el relato de su incorporación al partido, en 1979, para rescatar la figura de Jordi Pujol, uno de los fundadores y principal líder de la formación, ahora denostado tras haber confesado tener dinero oculto en Andorra. Trias aseguró haber empezado a militar en CDC "por respeto" a Pujol y destacó "su liderazgo y personalidad".
Tras asegurar que lo importante "no son las siglas sino el proyecto" –mención que después sonaba a vaticinio--, el dirigente nacionalista llamó a "renovar ideas" pero sin olvidar "el trabajo extraordinario que ha realizado Convergència" en las últimas décadas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.