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Un aval tras el doble crimen de Sarrià

Los Mossos investigan si una deuda llevó a un hombre a sucidarse tras matar a dos personas con un cuchillo

Alfonso L. Congostrina

El vecino de Barcelona de origen filipino que el pasado martes se suicidó tras matar a cuchillazos a un compatriota —con el que compartía la profesión de mayordomo— y a la subdirectora de una entidad bancaria en el barrio barcelonés de Sarrià actuó motivado por problemas de morosidad, según apunta la investigación de los Mossos d’Esquadra. Con las dos víctimas y el único sospechoso de los crímenes fallecidos, la policía intentaba ayer acabar de encajar las piezas para entender que llevó a un mayordomo, que llevaba al menos dos décadas trabajando en la ciudad, a perpetrar el doble homicidio.

Según fuentes cercanas al caso, el agresor y el mayordomo se conocían desde hace mucho tiempo. Ambos eran compañeros de profesión y sus jefes estaban emparentados entre sí. Víctima y homicida tenían 48 años, llevaban media vida trabajando en Barcelona y los dos eran de origen filipino. El portero del número 9 de la calle de Johann Sebastian Bach aseguró ayer que el martes por la mañana no vio entrar al asesino. “Estaba atendiendo a una vecina”, recordó. Aun así, no le extrañó la presencia del individuo en el edificio ya que “venía de forma muy habitual, simplemente para visitar a su camarada”.

Los investigadores apuntan que entre ambos amigos había una relación económica. El asesino avaló una operación bancaria de la víctima, un préstamo, apuntan fuentes de la investigación. La policía trata de confirmar si los actos del homicida pudieron deberse precisamente a las pérdidas que le había ocasionado su compañero y, en el caso de la entidad financiera, a que esta le había reclamado que afrontara el impago de este.

El agresor se dirigió el martes a donde sabía que podía encontrar a esas horas a su amigo. Al llegar al piso donde trabajaba la víctima, encontró que este estaba solo. Tras una discusión de la que no hubo ningún testigo, el agresor acabó matándole de varias puñaladas. Fuentes cercanas al caso aseguran que la habitación donde tuvo lugar el crimen estaba desordenada y que ambos mayordomos se habían enzarzado en una fuerte pelea.

Tras el primer crimen, el homicida condujo con su motocicleta hasta la sucursal de CatalunyaCaixa situada en el 59 de la calle Ganduxer. Precisamente allí habían formalizado el contrato en el que aparecía él como avalador.

El cliente

Vanesa, de 42 años, tenía el cargo de subdirectora de la oficina y, el pasado martes en ausencia de la directora, era la máxima responsable de la caja. El mayordomo, que también era cliente de la entidad, entró en la sede bancaria, esperó a que Vanesa atendiera a una clienta, se dirigió a ella y la cosió a puñaladas.

Tras la agresión, subió de nuevo a su motocicleta y condujo los poco más de 200 metros que hay desde allí hasta la boca de un túnel de la Ronda del Mig. Aparcó, saltó la valla protectora y se lanzó al vació. Un autobús que trasladaba escolares le arrolló. Murió minutos después en el Hospital del Vall d’Hebron.

Los agentes de la policía autonómica descartaron pronto que la brutal agresión, donde la víctima recibió media docena de puñaladas, fuera consecuencia de un atraco frustrado. Era extraño que un asaltante se complicara la vida ensañándose brutalmente con la subdirectora de una entidad. Ninguno de los testigos que había en la oficina escuchó que el asesino exigiera dinero. De hecho, nadie escuchó que pronunciara ni media palabra. Tampoco encajaba que un atracador frustrado acabara suicidándose minutos más tarde de intentar robar.

Los agentes autonómicos apenas habían iniciado la investigación policial cuando el propietario del número 9 de Johann Sebastian Bach localizó el cadáver de su mayordomo en una habitación del inmueble. Los Mossos d’Esquadra pronto sospecharon que los dos homicidios eran obra de la misma persona.

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