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El fin del hospital para inmigrantes

El Espacio del Inmigrante, un edificio okupado en 2013 para atender a ‘sin papeles’, se enfrenta al desalojo

Alfonso L. Congostrina
El consultorio médico tras un pasillo del primer piso del inmueble.
El consultorio médico tras un pasillo del primer piso del inmueble.Massimiliano Minocri

El llamado Espacio del Inmigrante tiene los días contados. La institución situada en un antiguo apartahotel en pleno corazón del barrio barcelonés del Raval se creó a finales de 2012, apenas unos meses después de que el real decreto-ley 16/2012 del Gobierno de Rajoy excluyera a los sin papeles del acceso a la sanidad pública y universal. En aquellos días, un grupo de médicos comprobaron cómo los vecinos de uno de los barrios de Barcelona con mayor índice de inmigración ya no acudían al ambulatorio por miedo a ser identificados o a que les cobrasen las visitas. “El real decreto racista funcionó tal y como habían diseñado los políticos; mis vecinos se convirtieron ciudadanos de tercera”, recuerda una de las doctoras fundadoras del Espacio. La reacción a las políticas del PP fue okupar el número 2 del pasaje Bernardí Martorell. Allí viven 15 familias y en el primer piso se instaló un consultorio médico donde doctores “desobedientes” atienden gratuitamente a los excluidos del sistema sanitario. Empezaron por asistencia en salud,pero al poco tiempo crearon una asesoría jurídica y psicológica y a impartir clases de castellano. Todo ello en la primera planta de un destartalado edificio cuya okupación tiene los días contados. La semana pasada, el Espacio del Inmigrante recibió una orden de desalojo. El día señalado es el 13 de julio de 2016. A una hora incierta, los Mossos obligarán a todo aquel que esté en su interior a abandonar la finca y devolverán el edificio a su dueño.

Ulises recuerda perfectamente cuál fue la semilla de la que nació el Espacio del Inmigrante. El activista llega en bicicleta y pide perdón porque quizás el primer piso del número 2 del pasaje Bernardí Martorell no está suficientemente ordenado. “Estamos trabajando mucho con los manteros y sus problemas con la Guardia Urbana”, explica mientras ordena la sala principal del inmueble. “Quedan pocos días para el desalojo y haremos lo que los vecinos y los inmigrantes quieran que hagamos”, añade. El activista admite que el 13 de julio habrá “resistencia pero no violencia” cuando los Mossos decidan iniciar el desahucio. “El Espacio del Inmigrante es imparable, nos pueden echar de estas paredes, pero el proyecto es firme y continuaremos con él aunque sea en mitad de la Rambla del Raval”, advierte.

La labor de la institución asamblearia se divide en dos partes. “La principal es la faceta asistencial pero, además, creamos un grupo de politización y empoderamiento del inmigrante”, señala. Ulises se enorgullece al asegurar que jamás han recibido apoyos económicos ni han estado vinculados a ninguna formación política.

La última puerta de un largo pasillo lleva hasta el despacho donde “atienden las médicas”. Una camilla, una mesa, un bidón de esos amarillos donde depositan inyectables convierten el lugar de una consulta médica. Pese a la semejanza con un despacho sanitario, una de las tres doctoras del Espacio remarca: “No creamos un sistema alternativo sino una relación de confianza con los excluidos del sistema sanitario”. Tras una primera visita, si lo requieren son acompañados a urgencias. “Hemos hecho una prueba con resultados lamentables, un joven de Gambia ha ido sólo a urgencias y no le han atendido; y acompañado de nosotras sí”. También se valen de médicos “rebeldes que abren fichas manualmente en los ambulatorios independientemente de las directrices”, añade. La doctora, ante la amenaza de desahucio es clara: “Okuparemos otro inmueble donde seguir con el Espacio del Inmigrante”.

La camilla del Espacio del Inmigrante ha atendido a centenares de sin papeles. Tras la necesidad de atención sanitaria llegó el servicio de asesoría jurídica. “Dos abogados resolvemos consultas sobre la ley de extranjería pero huimos del paternalismo”, sostiene uno de los letrados. “Los inmigrantes no solo tenemos derechos humanos, sino también civiles que completan nuestra ciudadanía”, sentencia. Dentro del inmueble se entremezclan musulmanes practicantes con ideólogos anticapitalistas. “Compartimos que somos los nuevos pobres, una población que han querido invisibilizar”.

Dos psicólogos atienden, dicen, “angustia y desconcierto”. Consultas apoyadas por dos educadores sociales y cinco profesores de castellano. Hoy todos los profesionales del inmueble están “en lucha”, contando los minutos para el desalojo inminente.

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