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Apisonadora The Who

Roger Daltrey canta My Generation como si el tiempo no hubiera pasado desde Quadrophenia

Pete Townshend en un momento de la actuación en el Azkena Rock de Vitoria
Pete Townshend en un momento de la actuación en el Azkena Rock de VitoriaJORDI VIDAL
Pablo Madariaga

Una edición del Azkena Rock con luces y sombras esperaba ávidamente el concierto de The Who, que han tocado cerca de hora y media. No está nada mal, desde sus 50 años de historia. Ha sido un recital presidido por unos visuales espectaculares, que han recorrido poco a poco cada una de las reencarnaciones del grupo: sus comienzos como los chicos casi formales del Londres de los sesenta, su versión de la década siguiente, o su innegable querencia sinfónica.

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La última encarnación, la de esta noche, ha tenido momentos brillantes, interpretaciones muy serias de sus grandes canciones, y también fases no tan divertidas. La voz de Roger Daltrey, por ejemplo, parecía a veces demasiado al límite de sus posibilidades. Antes, los australianos habían desembarcado en el Azkena durante hora y media, con dos grupazos de los que quitan las telarañas a cualquiera. Primero Radio Birdman, con un Rob Younger no tan bailón como otras veces, pero cantando estupendamente, como siempre.

Facturan ese sonido rockero, bailable como todo punk que se precie, hecho de líneas de bajo demoledoras y guitarras afiladas. Sin los complejos que, aparentemente, han ido absorbiendo a generaciones posteriores en un rock más pesado y espeso. Radio Birdman no son espesos ni mucho menos. Después, en el escenario pequeño y con un sonido pésimo, han salido Scientists a darle otra vuelta de tuerca al garaje. Kim Salmon y los suyos son más oscuros, más psicodélicos y retorcidos, pero conservan la misma capacidad de provocar el movimiento del cuerpo y, en los raros momentos en que lo buscan, incluso hacen saltar al público. El problema del sonido, una vez más, ha sido evidente.

Daba la impresión de que los músicos intentaban exprimir un equipo que no daba más de sí, posiblemente porque resulta inviable poner a personajes como ellos en un escenario tan escueto. Seguramente había otras posibilidades para jugar con el cartel. En todo caso, tanto el punk de Radio Birdman como la oscuridad de Scientists no parecen un estilo, ni mucho menos, por eso resultan auténticos y convencen de inmediato. Lo contrario que Fields of the Nephilim, por mucho humo que echen y por muy de negro que se vistan.

La voz lo enmascara un poco, pero tienen un sonido que no va mucho más allá de lo que en los ochenta parecía post-punk, pero era directamente pop, en el mejor de los casos, ligero. Han resultado poco más que un intermedio, a la espera de lo que se avecinaba en el escenario grande. Todavía hay mucha música que escuchar esta noche, suena Marky Ramone y luego vendrán Supersuckers, pero en conjunto la edición de este año ha resultado intermitente, no solo por la meteorología. La velada de ayer fue especialmente floja. Hoy el conjunto ha mejorado pero este público va a necesitar algo más de contenido para ediciones posteriores.

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Sobre la firma

Pablo Madariaga
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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