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Un hombre denuncia una agresión en el metro por viajar con su perro

Pablo sostiene que dos vigilantes le obligaron a abandonar el suburbano y que al no obedecer fue atacado. Los empleados han sido apartados hasta que se esclarezcan los hechos

Ratón es un pinscher de color negro, enérgico y curioso. Pesa 3,5 kilos y cuando viaja en metro se traslada en el interior de una bolsa de tela que Pablo, el dueño, coloca en su regazo. El domingo 12 de junio por la noche ambos trataban de volver a Madrid desde San Fernando de Henares cuando el conductor del convoy llamó la atención al viajero. Pablo cuenta que le obligó a abandonar las instalaciones advirtiéndole de que no podía viajar con su mascota. No hizo caso y continuó su camino hasta que dos vigilantes de seguridad se cruzaron con él. Pablo asegura que le agredieron y que terminó regresando a casa en un taxi. Así lo ha denunciado ante la policía. Metro de Madrid ha abierto una investigación. De momento, han localizado las imágenes del incidente y apartado a los vigilantes hasta que se esclarezcan los hechos.

Pablo y Ratón en uno de sus viajes en metro.
Pablo y Ratón en uno de sus viajes en metro.

Eran las 21.30 del domingo y Pablo, de 55 años, accedió a la estación de Las Ramblas (línea 7) para abandonar San Fernando, donde vive su madre, una mujer de 94 años a la que visita semanalmente. "Llevo haciéndolo cinco años acompañado de Ratón y nunca me han dicho nada", explica. Aquella noche en el andén solo había “cuatro o cinco personas”. Según cuenta el viajero, el conductor del convoy le exigió que abandonara las instalaciones porque “no podía viajar con perro”. “Le dije que no iba a marcharme”, afirma Pablo.

La normativa de acceso a metro con animales será modificada este verano, según anunció el Gobierno regional en febrero. En unas semanas, adelanta un portavoz de Metro de Madrid, los usuarios del suburbano podrán acceder con sus mascotas con absoluta libertad, siempre que estas vayan atadas y ocupen el último vagón del convoy. De momento, el suburbano no permite el acceso a animales, salvo en casos puntuales. Estos son: cuando se trate de perros de asistencia personal (como los perros guía) o cuando sean pequeños animales domésticos “siempre que vayan transportados en receptáculos idóneos y no resulten peligrosos ni molestos”. En esa situación, será “el personal de Metro Madrid quién valore, según su prudencial criterio”, indica la organización en su página web.

La normativa de Metro

“¿Quién determina lo que es un receptáculo idóneo?", se pregunta Pablo. “La normativa no dice nada de las dimensiones ni de la forma en la que hay que llevarlo correctamente”. Sostiene que Ratón no es un animal peligroso y que viajaba de forma reglamentaria, pese al “criterio arbitrario” del maquinista. Unos minutos después de que este le llamara la atención, y siempre según la versión del viajero, aparecieron dos vigilantes de seguridad “de la compañía Ombuds” y le conminaron a salir del vagón y de la estación porque “el maquinista les había dicho que si sigo allí no iba a arrancar”; el trayecto es de tres paradas, ya que en Estadio Olímpico debía hacer transbordo. Tras una pequeña discusión, el tren inició su recorrido.

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Al llegar a Estadio Olímpico, Pablo relata que un vigilante le tomó del brazo para evitar que hiciera el correspondiente cambio de tren. “Comienzan a amenazarme verbalmente y yo grito pidiendo socorro, pero nadie acude”. El primer tren se escapa. Cuando llega otro, Pablo trata de zafarse de los vigilantes. “Uno de ellos me agarra por detrás y me tira al suelo. Me quedé un tiempo allí porque consideré que era lo que debía hacer”, manifiesta. Poco después llegó un tercer empleado del metro y la policía, que le recomendó obedecer a los vigilantes y abandonar las instalaciones. Así lo hizo, tras tomar el número de placa de los agentes que le habían agredido y de dar sus datos a una empleada del suburbano que tardó “más de 15 minutos en llegar”.

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Pablo regresó a casa en taxi, un viaje por el que pagó 26,80 euros. Lo hizo pasadas las 23.30. Un trayecto de más de dos horas que normalmente realiza en media. El usuario ha puesto la correspondiente denuncia en Metro de Madrid y en la policía. Una empleada del suburbano ya le ha llamado para interesarse por su estado y disculparse. Le ha anunciado que han localizado las imágenes del incidente y que estudiarán el caso. Un portavoz de Metro de Madrid ha afirmado a EL PAÍS que están investigando el caso. Deben visionar las imágenes pero, de momento, y hasta que no esclarezcan los hechos, han apartado a los vigilantes involucrados. “Si se confirma, no volverán a trabajar en el metro”. Desde el suburbano aseguran haber contactado con Pablo y que condenan los actos porque “no casan" con los valores de la compañía. La empresa a la que pertenecen los empleados, Ombuds, afirma desconocer los hechos. En todo caso, su política es la de “no hacer declaraciones a los medios de comunicación”.

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