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La ANC readmite a los dos críticos excluidos para optar a la dirección

La asamblea afronta su proceso electoral sumida en la fractura

Àngels Piñol
Jordi Sánchez, presidente de la Assamblea Nacional Catalana.
Jordi Sánchez, presidente de la Assamblea Nacional Catalana.Albert Garcia

La Asamblea Nacional Catalana afronta la campaña electoral que culminará el día 21 con el nombramiento de un nuevo presidente en medio de una profunda división. Jordi Sánchez, considerado por parte del colectivo como próximo a Convergència, opta a la reelección pero el sector crítico se ha movilizado desafiando a la cúpula. Quim Torra, ex presidente de Òmnium Cultural, y Antonio Baños, exdiputado de la CUP, son las caras visibles de este grupo, aunque dicen no aspirar al cargo. Tras la división, se intuye la tensión entre los partidos para dominar una entidad clave para el futuro del independentismo.

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La junta electoral de la ANC decidió anoche admitir finalmente las candidaturas de Quim Torra y Jordi Calvís. Los dos fueron excluidos previamente porque, según el reglamento de la organización, presentaban incompatibilidades en sus candidaturas. En un comunicado, el órgano que supervisa el proceso electoral defendió su "independencia y rigurosidad" y señaló que tanto Torra como Calvis tendrán que abandonar sus actuales cargos si son nombrados presidentes.

Los 34.000 socios de la ANC votarán el sábado a los 77 miembros del secretariado –se han presentado más de 112 personas- que, a su vez, elegirán el día 21 en un cónclave al presidente por un mandato de dos años. Tras una disputadísima decisión, los Estatutos y el reglamento de la ANC prohíben expresamente que se postulen candidaturas y solo permite candidatos al secretariado a título nominal. Pero miembros del colectivo alternativo forzaron el pulso el miércoles con un gesto insólito: 21 candidatos firmaron el miércoles el artículo Un país per viure lliures, viure lliures per un país, publicado en VilaWeb. No se postulan pero el texto lo suscriben Torra y Baños pero también miembros del secretariado actual como Agustí Alcoberro, próximo a ERC, o Liz Castro, crítica con la cúpula. Fue la más votada hace un año por los socios (Sánchez fue cuarto) aunque no por la dirección.

Fuentes de la entidad dicen que el artículo, no tanto por su contenido, ha generado malestar porque el grupo ha roto las reglas del juego con el fin de ganar visibilidad. “El artículo reflexiona sobre el país, no sobre la ANC”, alegó el viernes Baños en TV-3. Las mismas fuentes afean al exdiputado que ese día hiciera comentarios sobre la entidad cuando los estatutos solo permiten hacerlo en actos territoriales con los socios. Pese a que habló como tertuliano y avisó de la prohibición, Baños criticó con ironía que sea el secretariado y no los socios quienes voten al presidente: "Es como un colegio cardenalicio que elige al Papa”.

Sólo Sánchez ha mostrado su deseo de ser presidente porque tanto Baños como Torra –“¿Sector crítico? Yo ni idea”, dijo éste último en Catalunya Ràdio- lo niegan. Pero la realidad es que la ANC está fracturada justo cuando Junts pel Sí está en el gobierno y Carme Forcadell, su exlíder, preside el Parlament. Los críticos reprochan a Sánchez, que fue reclamado para el cargo en 2015 como candidato de consenso, haberse alineado excesivamente con Artur Mas cuando promovió la candidatura unitaria para el 27-S a la que tanto se resistió ERC y de haber presionado a la CUP tanto en ese proceso como en las negociaciones de la investidura.

En su descargo, miembros del secretariado tachan esas acusaciones de infundadas. Dicen que Sánchez, que se define como un hombre de izquierdas, no milita en ningún partido, a diferencia de Forcadell, que lo hacía en ERC y que no se traicionó el mandato de la asamblea de Lleida en 2015 que ya propugnó una lista unitaria de la sociedad civil si los partidos no la conseguían. “Fueron los socios quienes apoyaron con un 97% de síes la lista unitaria”, sostienen las mismas fuentes.

Los críticos consideran que, en cualquier caso, la ANC ha perdido transversalidad y pluralidad y que debe recuperar el protagonismo, sostiene el artículo, como punta de lanza del independentismo cívico. Pero esos argumentos también los defiende Sánchez que considera que lo que la hace poderosa a la ANC son sus 34.000 socios y esa transversalidad. De hecho, no se aprecian aparentemente diferencias estratégicas de calado entre las dos partes para conseguir la secesión porque coinciden en un mismo desenlace: que el proceso soberanista culmine, antes o después, con permiso del Estado o sin él, en una consulta para refrendar la independencia.

Tras el pulso, se intuye el pulso partidista para controlar una organización clave para la suerte del independentismo por su gigantesca capacidad de movilización. Los mismos protagonistas lo admiten. “Los partidos quieren influir. Piensan que si no estás con ellos automáticamente estás con los otros. Siempre están nerviosos (…) Cuando hay periodo electoral, sacan lo peor de su casa”, dijo con amargura el martes Sánchez. “Yo coincido”, corroboró Torra, autor del ensayo Els últims cent metres, que versa sobre el tirón final hacia la secesión. “Esas presiones también las ha habido en Òmnium. Hay que hacerse fuerte y solo resistes con la fuerza de tu equipo”.

Con la alianza de Convergència y Esquerra en Junts pel Sí y concurriendo ahora en listas separadas a las elecciones del 26-J, la tensión entre los dos partidos independentistas se proyecta en esa lucha soterrada en la ANC. Si los críticos acusan a CDC de haber maniobrado para controlar la ANC, los convergentes apuntan que la lista alternativa está integrada básicamente por simpatizantes de ERC o de la CUP. Pero existe una tercera visión que apunta que la capacidad de influencia de Convergència en la ANC es mínima por carecer apenas de simpatizantes en la dirección. Y citan que la prueba es que quienes han dado el salto desde el secretariado de la ANC a la política institucional son miembros de ERC: la consejera de Agricultura, Meritxell Serret, el diputado en el Parlament Ferran Civit o el diputado y nuevamente candidato de ERC en el Congreso Gabriel Rufián.

Mientras se desenreda el ovillo, la batalla se adivina agria porque hay varios miembros del actual secretariado en funciones que han apostado por la candidatura alternativa y que son claves en la organización como Gilbert Frigola, de la comisión de territorio; Liz Castro, de la comisión internacional; Anna Pérez, de la comisión de acciones sociales o Josep Sabaté, de comunicación o de inmigración. El primer desenlace de la pugna se sabrá en una semana.

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