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Refugios de la vorágine

El escritor vasco muestra su gusto por bares de taxistas, jardines escondidos o billares

Sergio C. Fanjul
Guillermo Aguirre, en la sede de la escuela de escritura creativa Hotel Kafka, donde es profesor.
Guillermo Aguirre, en la sede de la escuela de escritura creativa Hotel Kafka, donde es profesor.Samuel Sánchez

1. Cafetería Hinojar. Es lo que se llama un bar de taxistas, abierto noche y día. Ahí se juntan esos conductores, policías, servicios de limpieza, gente de malvivir, chavales, señores y fauna variopinta de la noche. Son lugares castizos en toda regla, con su barra metálica, sus lomos adobados, sus tercios de cerveza y sus croquetas. Siempre barato y disponible. (Acacias, 3).

2. Billar Pool Sala Vip. Se entra por un portal como quien entra en un lugar prohibido. Voy a jugar al billar: el dueño fue campeón y ahora tiene este pintoresco espacio lleno de objetos extraños, como salidos de otra época, muy barroco. Pero el billar se está perdiendo en Madrid, casi no quedan sitios. (Tres Cruces, 12).

3. Mi futuro jardín. Vivo en una casa con patio por Embajadores. Tiene un árbol, cosa poco común, y trato de convertirlo en jardín. Es fundamental para mí: cuando en invierno no puedo salir, me vuelvo loco. Si alguien quiere visitarlo, que traiga birra.

‘Western’ ibérico

Guillermo Aguirre (Bilbao, 1984) es coordinador de cursos de la escuela de escritura creativa Hotel Kafka y ha publicado su tercera novela, El cielo que nos tienes prometido (Demipage), una historia con visos de western y road movie.

4. Hotel Kafka. Muchos piensan que es un hotel, pero es la escuela de escritura creativa en la que trabajo. Enseñamos a escribir, a leer y también algo de guion y música. Tenemos actividades, exposiciones y fiestas. Es un sitio abierto, puedes visitarnos, yo paso aquí media vida (Angosta de los Mancebos, 2).

5. Jardín del Príncipe de Anglona. Se entra por una puertecita en la plaza de la Paja y se accede a un jardín romántico, con su kioskito y sus madreselvas. A veces voy a mediodía, cuando no hay gente, y parece que te distancias de los excesos de La Latina. (Príncipe de Anglona, 1).

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6. Librería Antonio Machado. Es de las pocas librerías que frecuento, me ponen nervioso: entro en ellas como si fuera a robar. En esta trabaja mi amiga Marta, así que, como en casa. Respecto a la lectura, le doy a todo: poesía por la mañana, ensayo por la tarde y novelas por la noche, cuando ya estoy mal de la cabeza. (Fernando VII, 17).

7. Proyecto Gloria. Soy fanático de los muebles de segunda mano. En mi barrio hay varios lugares donde los venden extoxicómanos. Este es uno de ellos, que montó una mujer llamada Gloria que trata a esas personas como sus hijos. Me pilla de camino al supermercado, y siempre me paro. Al final, con el tiempo, aparece alguna joyita con la que evitar la abominable Ikea. (Batalla del Salado, 46).

8. Restaurante Buen Gusto. Suelo comer menús en grasabares, pero este es uno de esos restaurantes chinos de verdad. Hasta el arroz tres delicias es de calidad. Hay una gran foto de los dueños con el rey Juan Carlos. (Santa María de la Cabeza, 60)

9. Museo del Ferrocarril. No soporto cuando hacen mercadillos modernos, pero es un sitio amable, donde hay trenes de todas las épocas. Además, allí rodaron parte del Doctor Zhivago de David Lean y muchas otras películas (Paseo de las Delicias, 61).

10. Escaleras del teatro Valle Inclán. Beber cerveza en la calle es uno de los pocos riesgos que me gusta asumir y uno de los mayores placeres en Madrid. Hay muchos lugares idóneos, pero este, en pleno Lavapiés, es uno de los mejores. Eso sí, nunca me giro a ver qué ponen en el teatro, por lo que tengo la sensación de que casi he llegado a la cultura, aunque me quedé en las escaleras de acceso. (Plaza de Lavapiés).

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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