Las novelas que Rodoreda quiso ver muertas
Un volúmen reúne las obras y artículos de preguerra de la escritora catalana
Hubo un tiempo en que Mercè Rodoreda (1908-1983) rondaba por Barcelona libreta en mano, persiguiendo a los intelectuales que se reunían en el Ateneu Barcelonès para obtener la entrevista perfecta. Tenía 23 años y estaban por llegar la Guerra Civil, el exilio, todo lo que la convertiría en alguien capaz de escribir Mirall Trencat o Quanta, quanta guerra.Pero esa joven “natural y espontánea, a veces irónica y desconcertante” ya escribía novelas y aspiraba al podio de los escritores en lengua catalana.
Hubo un tiempo en que Mercè Rodoreda (1908-1983) rondaba por Barcelona libreta en mano, persiguiendo a los intelectuales que se reunían en el Ateneu Barcelonès para obtener la entrevista perfecta. Tenía 23 años y estaban por llegar la Guerra Civil, el exilio, todo lo que la convertiría en alguien capaz de escribir Mirall Trencat o Quanta, quanta guerra.Pero esa joven “natural y espontánea, a veces irónica y desconcertante” ya escribía novelas y aspiraba al podio de los escritores en lengua catalana.
Lo explica la periodista y experta en la obra rodorediana Roser Porta en el prólogo de Obra de joventut, tercer y último volumen de las obras completas de la narrativa de Rodoreda, que publica ahora Edicions 62 con la Fundació Mercè Rodoreda y el Institut d’Estudis Catalans (IEC).
El tomo reúne por primera vez todos sus textos periodísticos —excepto los que firmó con pseudónimo—, junto con cinco novelas de preguerra y algunos cuentos infantiles. Esta selección cierra la serie iniciada por los dos volúmenes que aparecieron en 2008, coincidiendo con el centenario de su nacimiento.
Éste es en cierto modo un libro no querido. Cuando el filólogo Joaquim Molas contactó con Rodoreda para pactar la edición de unas obras completas, ya en 1965, la autora de La plaça del Diamant descartó explícitamente la publicación de sus textos de juventud, en especial de cuatro novelas que “querría dejar muertas”, según dijo entonces textualmente: Sóc una dona honrada? (1933), Del que hom no pot fugir (1934), Crim (1936) y Un dia de la vida d’un home (1934). Todas están en esta edición, además de una primera versión de Aloma (1938), único libro de preguerra que Rodoreda consideró salvable tras modificarlo a fondo en 1968. Molas, en un prólogo que dejó antes de fallecer en marzo de 2015, justifica la publicación de estos textos argumentando que era necesario respetar “sus legítimos derechos de autor, pero también los no menos legítimos de los lectores”.
“Dejamos claro que esta selección no forma parte de la obra canónica de Rodoreda”, fija el editor de Grup 62, Jordi Cornudella, que cree que vale la pena recuperar esos textos aunque solo sea para “conocer su prehistoria literaria”. Incluso hace un símil histórico: “También Virgilio y Kafka pidieron que se destruyera su obra, pero al final se impusieron las razones artísticas”. El editor aclara que la recopilación no está formada por documentos inéditos, sino por piezas publicadas en revistas o periódicos y que hasta ahora sólo eran accesibles en bibliotecas o librerías de viejo. Textos como los cuentos infantiles, que sacó el diario barcelonés La Publicitat entre 1935 y 1936 con ilustraciones de Avel·lí Artís-Gener, Tísner.
Esta Obra de joventut será la última editada por Grup 62. No son buenos tiempos para las obras completas, dicen desde el sello catalán del Grupo Planeta: “Ya no es rentable publicar este tipo de volúmenes. No aspiramos a obtener beneficios, pero al menos sí evitar pérdidas”, razona Cornudella. Así, la recopilación y edición del resto de la obra de Rodoreda —teatro, poesía, epistolarios, pintura— correrá a cargo del IEC y la fundación de la autora. Entre lo que vendrá habrá una tesis doctoral sobre Rodoreda y un volumen que recogerá su obra pictórica.
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