Convergència sufre el peor resultado en unas generales en 36 años
Con ocho diputados, el partido de Mas debe conformarse con la cuarta posición Mas señala que “se abren unas puertas interesantes” con el ascenso de Podemos
La nueva Convergència Democràtica tendrá que empezar de muy abajo en el Congreso en plena refundación del partido. La formación, que acudió a las elecciones bajo la marca Democràcia i Llibertat, obtuvo ayer sus peores resultados en unas elecciones generales desde 1979 al lograr solo ocho escaños, según el escrutinio al cierre de esta edición. Se queda como cuarta fuerza catalana, por detrás de Podemos, ERC y PSC, y sin opciones de tener grupo propio, en caso de cumplirse a rajatabla el reglamento. Una situación que le pone difícil negociar en Madrid, como pretendía, el proceso de independencia.
La reválida del 27-S que reclamaba Convergència para estas elecciones generales no ha acabado con buena nota —respecto a las elecciones de 2011, la suma de Democràcia y Llibertat y Unió perdió 385.000 votos— y el papel de sus diputados, encabezados por Francesc Homs, quedará muy diluido en la nueva cámara que sale de las elecciones, con una ERC más legitimada —un escaño más— para liderar el proceso independentista.
Pero tanto Homs como el presidente del partido, Artur Mas, quisieron hacer un “balance razonablemente positivo de los resultados” gracias al empate técnico que se dibuja entre las posibles alianzas PP-Ciudadanos y PSOE-Podemos. Sobre todo por la segunda la última y a la defensa que hace Podemos de un posible referéndum. “El concepto derecho a decidir sale reforzado en estas elecciones”, señaló Mas, quien afirmó que “se abren unas puertas interesantes y Cataluña puede tener un papel si juega bien las cartas”. Homs hizo un balance en el mismo sentido. Sobre todo, por “la altísima complejidad” de los resultados, que “para las perspectivas catalanas se han de entender como una oportunidad”.
Esa fue una de las pocas notas positivas que Convergència puede sacar de sus resultados. Para algunos de sus cargos y militantes queda otra: que Unió, socio durante 20 años y agrio rival desde junio, se ha quedado fuera del Congreso, como ya le sucedió en el Parlamento catalán. La comparecencia de Josep Antoni Duran Lleida para explicar el fracaso fue uno de los pocos motivos de sonrisas en la sede electoral de Democràcia i Llibertat.
El discurso centrado en la independencia y en la intención de negociar la “desconexión” no ha acabado de convencer a la ciudadanía, que únicamente ha dado ocho escaños a Democràcia i Llibertat. Contrastan con los 16 cosechados por CiU hace cuatro años. Son, en todo caso, los peores resultados desde que en 1979 se quedara con ocho representantes en el Congreso, aunque Mas los dio por buenos al considerar que la formación ha sido “despiadadamente atacada” porque se le consideraba “una pieza clave” en el proceso independentista. De hecho, Mas concluyó que de los resultados se puede interpretar que “cascar a Cataluña no tiene premio ni siquiera en España”, en alusión a la pérdida de escaños del PP.
La realidad es que el Grupo Catalán en el Congreso no solo tenía hasta ahora 16 diputados, sino que anoche amenazaba desaparición. Democràcia i Llibertat no lograba en Barcelona el 15% del escrutinio necesario para poder formarlo. Al cierre de esta edición tenía un 13,2%. Sí lo consiguió en el resto de circunscripciones donde se presentaba. Su candidatura —integrada por Convergència, Demòcrates de Catalunya y Reagrupament— obtuvo cuatro candidatos en Barcelona, uno en Tarragona, dos en Girona y uno en Lleida.
Finalmente, ni la activa presencia de Artur Mas durante la campaña, con la que ha intentado proyectar la figura de su exportavoz de Ejecutivo ha acabado de dar los resultados esperados.
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