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Tribuna
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Llamamiento por la justicia climática

Las ciudades suman más del 60% de los habitantes del planeta y concentran la mayor parte de las emisiones y del consumo energético mundial

Estos días se celebra en París la cumbre de Naciones Unidas sobre cambio climático. El cambio climático es un problema global causado por un modelo de crecimiento insostenible dominante en el mundo.

Y más allá de reuniones o declaraciones grandilocuentes, lo que no nos dirán es que se nos acaba el tiempo. Ninguna ciudad ni ningún país, por rico y poderoso que sea, puede escapar a las consecuencias del cambio climático. No existe ningún continente que no sufra los efectos cada vez más devastadores de los fenómenos naturales: las sequías se cronifican, el deshielo de los polos avanza, las inundaciones se intensifican. Y las poblaciones más vulnerables reciben los impactos más graves en sus ecosistemas y modos de vida. El cambio climático nos habla de un presente insostenible e injusto, y nos roba el futuro.

Nos queda mucho por hacer y, por supuesto, no podemos hacerlo por separado. Es por ello que nos encontramos en París. La Conferencia del Clima es la constatación de que ningún país puede enfrentarse solo a este mayúsculo desafío. Es la constatación de que la amenaza que supone el cambio climático, lejos de haberse minimizado, sigue aumentado. A pesar de los esfuerzos, las medidas que se impulsan no son suficientes. El clima está cambiando más rápido que las tímidas políticas adoptadas hasta ahora por los Estados. Se acaba el tiempo. Y aún así, todavía siguen existiendo reticencias, en algunos despachos del poder, para librar este combate decisivo.

Las ciudades somos responsables de la actual situación, pero de las ciudades depende también darle la vuelta. Las ciudades sumamos más del 60% de los habitantes del planeta y concentramos la mayor parte de las emisiones y del consumo energético mundial. Debemos compartir la exigencia ética y política de proteger el clima. Pero, ante la inacción de los Estados, las ciudades podemos ser la punta de lanza en la lucha contra el cambio climático.

El Compromiso por el Clima nos exige dibujar una hoja de ruta para los próximos dos años con acciones concretas

Nuestra ciudad afronta los problemas de un consumo energético globalmente elevado, unas fuentes de energía ni suficientemente limpias ni renovables, y una fuerte dependencia de recursos fósiles y nucleares. Como muchas otras ciudades del mundo.

Pero Barcelona es también una ciudad comprometida con la sostenibilidad. Hemos logrado el Compromiso por el Clima, un conjunto de prioridades que 800 entidades ciudadanas han seleccionado, y que desde el Gobierno local asumimos para luchar contra el cambio climático. Lo que hace más valioso este compromiso es que las medidas se han construido conjuntamente y son un mandato democrático de obligado cumplimiento que nace de la voluntad y el trabajo de la ciudadanía.

El Compromiso por el Clima nos exige dibujar una hoja de ruta para los próximos dos años con acciones concretas. Una hoja de ruta orientada a construir una ciudad para vivir, desarrollando mejoras en salud y bienestar de las personas; en seguridad, con respecto a los suministros de agua y energía; en reducción de la dependencia económica de residuos fósiles, y en generación de empleo verde local. Trabajamos para que la ciudad logre dos grandes objetivos en 2030: reducir los niveles de emisiones de CO2 en un 40% respecto a los valores de 2005 e incrementar el verde urbano en 1,6 kilómetros cuadrados, es decir, 1metro cuadrado por cada habitante actual.

La lucha contra la contaminación es también inaplazable. Es por ello clave fomentar la movilidad sostenible en la ciudad, mediante acciones como conectar el tranvía por la Diagonal, invertir la jerarquía en el espacio público para priorizar los peatones y las bicicletas, recuperar los buses de barrio... Todas ellas medidas para hacer de BCN un referente de la lucha contra el cambio climático.

Nos gustaría que esta cumbre sea la definitiva. La que garantice que no se superará el incremento de temperatura más allá de los dos grados, que apueste por transitar hacia un modelo basado en fuentes de energía 100% renovables, y que rechace el mercadeo de emisiones. Pero tanto si esto ocurre o no, nuestra responsabilidad es no rendirnos. En Barcelona no pensamos hacerlo. No pensamos dejar de hacer políticas dirigidas a combatir el cambio climático. Porque nos va la vida, y se nos acaba el tiempo. Pero si las ciudades nos ponemos a trabajar de verdad, podemos vencer a la cuenta atrás y alargar la vida del planeta.

Janet Sanz es regidora de Ecología, Urbanismo y Movilidad del Ayuntamiento de Barcelona

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