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El calendario, la corrupción y la falta de líder amenazan la nueva CDC

CDC no concreta el papel de Artur Mas ni si el nuevo partido acudirá a los comicios de marzo

Artur Mas, a la derecha, y Josep Rull.
Artur Mas, a la derecha, y Josep Rull.M. Minocri

El nuevo partido anunciado por Artur Mas para sustituir a Convergència Democràtica (CDC) afronta un escenario complicado para echar a andar. El posible adelanto electoral en Cataluña en el mes de marzo, el papel que jugará el presidente catalán en la nueva formación y, en consecuencia, la falta de un liderazgo claro, además de los casos de corrupción que afectan a CDC, amenazan ese nuevo partido de centro que pretende aglutinar desde liberales a socialdemócratas en el escenario de una Cataluña independiente.

Tras 41 años de funcionamiento, CDC se disolverá a principios de 2016, según ha anunciado este lunes su coordinador general, Josep Rull. Lo mismo sucederá con todas las formaciones que se integren en el nuevo partido, del que se desconoce su líder y su nombre. Lo que sí tienen claro los dirigentes de Convergència es la voluntad de ocupar “un amplio espectro para ensanchar el espacio del soberanismo y hacer posible la independencia, con gente moderada y de orden”. Una formación capaz de aglutinar a liberales, socialcristianos o socialdemócratas que por encima de eso defiendan la independencia.

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Mas verbalizó el domingo que quería tener “un papel complementario” en el nuevo partido, sin más concreción y Rull se limitó ayer a reproducir esas palabras y no se mojó sobre el papel que él puede jugar ni si el presidente de la Generalitat debería seguir siendo la cabeza visible.

“Queremos que el nuevo partido sea un instrumento útil para los catalanes en los próximos 20 o 30 años”, dijo Rull al acabar la reunión del comité ejecutivo de CDC en el que Mas llamó a cerrar filas para unificar el mensaje a favor de la independencia y descartar la marcha atrás en el proceso soberanista. Rull negó que la nueva formación sirva para tapar los casos de corrupción que implican a Convergència, con 15 sedes embargadas por el caso Palau. Si el proceso acabase en condena se haría mucho más difícil que el nuevo partido hiciera frente a su responsabilidad civil con CDC ya disuelta y sin la posibilidad de perseguir el patrimonio de sus administradores, como sucedería en el caso de disolución de una sociedad.

El escenario de elecciones anticipadas es otra piedra en el zapato, porque no habría tiempo para crear la nueva marca electoral en tres o cuatro meses, como desean sus impulsores. Para ellos, Convergència no se refundará, porque ya ha cumplido su función. “Ha sido un instrumento excelente para la Cataluña autónoma, pero ahora se trata de lograr la independencia y de regenerar la democracia, no de recuperarla”, insistió Rull.

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Convergència admite las elecciones en marzo, aunque reitera la voluntad de seguir negociando con la CUP para lograr un acuerdo que permita la investidura de Artur Mas como presidente de la Generalitat.. “Las elecciones son una alternativa no deseable, pero si se ha de ir, se va”, dijo Rull. El dirigente de CDC constató sin rodeos que la CUP y su partido “están en las antípodas, porque defendemos modelos de sociedad diferentes”, aunque mostró su disposición a que se puedan poner de acuerdo para lograr la independencia.

“Hay margen para el pacto si lo exploramos a fondo. El acuerdo es posible”, insistió Rull, para quien lo deseable sería que el acuerdo llegue antes del 4 de diciembre, inicio de la campaña electoral de las generales, aunque la fecha límite es el 10 de enero.

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