Mas asume que no puede contar con la CUP como socio estable
El presidente catalán se siente "tratado como un potencial delincuente" tras su declaración
Los días pasan sin que la negociación entre Junts pel Sí y la CUP para que arranque la nueva legislatura en Cataluña tenga avances significativos. El punto de principal discordia es la investidura del presidente de la Generalitat, Artur Mas, al que la formación anticapitalista no quiere votar. El líder de CDC necesita dos votos para ser reelegido. Mas sugirió ayer a la CUP que, en vez de trazar un programa común, se limite a votarlo para la presidencia y luego pase a la oposición.
“Usted puede investir un presidente de la Generalitat para que pueda formar Gobierno para el país, que es importante, y el día después puede estar en la oposición y decir que no a todo, si se quiere”, dijo Mas en una entrevista en RAC1. El nacionalista presionó a la CUP recordándole la diferencia de votos entre ambas formaciones (1,6 millones para Junts pel Sí, 300.000 para los anticapitalistas) y el objetivo común: la independencia. Si no llegan a un acuerdo en enero —de momento ninguna de las partes da señales de estar dispuesto a ceder—, Cataluña se vería abocada a unos nuevos comicios. Para el presidente catalán, votar su investidura “no compromete nada más que empezar un proceso cuyos objetivos compartimos la CUP y nosotros”.
Mas sugiere una fórmula similar a la que permitió a Susana Díaz ser investida presidenta de Andalucía con los votos de Ciudadanos. La formación de Albert Rivera prometió pasar a la oposición, aunque luego ha apoyado la mayoría de medidas del PSOE, algunas de calado como los Presupuestos. El propio Mas llegó a la presidencia en 2010 por la misma vía, cuando el PSC facilitó su investidura y luego lideró la oposición, con CiU pactando el día a día con el PP. La hoja de ruta independentista, sin embargo, dificulta que esta vez prospere una vía similar: la CUP es la única formación que comparte objetivo con Junts pel Sí, que tendría dificultades para encontrar apoyos en el resto del arco parlamentario.
Las negociaciones con la CUP están abiertas, pero no trasciende ningún resultado positivo para los intereses del presidente catalán. Mas reconoció que todavía “no tiene buenas noticias” de esas conversaciones, aunque espera que prosperen. Para Antonio Baños, líder de la CUP, la nueva legislatura será movida y se caracterizará por la desobediencia al Estado, que su partido quiere concretar en la aplicación de decretos suspendidos por el Tribunal Constitucional o en obviar la ley Wert. “Para obtener la independencia hay que montar un pollo político y jurídico”, sentenció ayer Baños.
Mientras persiste el escollo de la investidura —que podría acabar forzando otras elecciones, en marzo, si no hubiese acuerdo— Mas ya tiene “ideas” sobre cómo debería ser su Gobierno, aunque no tiene decidido el equipo “entero”, dijo ayer. Entre los planes que barajan Mas y sus socios de Esquerra Republicana están los de repartirse las consejerías casi a partes iguales, con una ligera ventaja para Convergència Democràtica. También habrá independientes. Lo que Mas tiene asumido es que deberá prescindir de alguno de los consejeros más polémicos para lograr el acuerdo con ERC y la CUP. Entre los nombres que ya parecen descartados está el del titular de Salud, Boi Ruiz.
Artur Mas, ve agotado cualquier margen de diálogo con el Gobierno actual, y más después de la tensión generada entre ambos Ejecutivos por la declaración de Mas ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña este jueves y la manifestación independentista frente al juzgado. Otra cosa será con el Ejecutivo que salga de las elecciones generales del 20 de diciembre. El presidente de la Generalitat desea que salga un Gobierno "lo más plural posible"; porque considera que facilitará el diálogo con Cataluña.
En la entrevista en RAC1, Mas recordó que el programa de Junts pel Sí establece la posibilidad de negociar con el Ejecutivo los términos de la independencia, e incluso se mostró abierto a aceptar un referéndum por la independencia legal. "Por mí, el referéndum está hecho. Otra cosa es si hay un referéndum último y definitivo que nos lleva a acabar el proceso de independencia. Si en Madrid hay voluntad de diálogo y creen que hay algo que se parezca a esto y que nos lleve al mismo fin, estamos abiertos a hablar".
Convergència no ha concretado todavía bajo qué fórmula se presentará en las elecciones del 20 de diciembre. "Si Junts pel Sí va a Madrid no está decidido. Estamos hablando de diferentes esquemas, y prefiero no hablar de ello".
El líder nacionalista no ve margen de diálogo con el Gobierno actual. Su imputación por la organización de la consulta del 9 de noviembre -suspendida por el Tribunal Constitucional- sirve al presidente catalán para protestar, una vez más, por una presunta persecución del Estado. "Me tratan como un delincuente. Me presentan como un potencial delincuente, insumiso, como alguien que está atizando a todo el mundo", lamentó Mas, que cargó contra el Ejecutivo: "Nos enfrentamos a un Gobierno que usa todo su poder e influencia para destruirnos".
Sobre su posible inhabilitación, una de las penas previstas para cuatro de los delitos que se le imputan (desobediencia, malversación de fondos, prevaricación y usurpación de funciones), Mas insistió en su argumento del jueves: que estaría dispuesto a no acatarla en función de la situación en Cataluña. "Si tenemos un Estado y la justicia se ordena en Cataluña, la inhabilitación no tendría ningún sentido. Si no hemos llegado a ello, los tribunales españoles todavía tendrán un sentido muy grande".
Pese a esa posibilidad, Mas consideró que no se ha saltado la ley: "No he cometido ninguna ilegalidad, no ha habido desobediencia", ha dicho el líder de Convergència, que luego se ha contradicho al definir el 9-N como "el mayor acto de desobediencia" de Cataluña. Pese a la causa judicial, el líder nacionalista subrayó que volvería a convocar una consulta: "Lo volvería a hacer, claro que sí, escuchar a la gente y poner las urnas para que la gente pueda decidir"
El presidente catalán definió el desarrollo de la consulta como un acto que promovió la Generalitat antes de la suspensión del TC y desarrollaron los voluntarios una vez la votación oficial estaba suspendida. "La Administración no podía desobedecer. Teníamos dos alternativas, no hacer nada o hacer otra cosa que se pareciera a la consulta. Así ideamos el proceso participativo, un formato que debían ejecutar los voluntarios", ha concretado Mas.
"Emocionado" por el apoyo recibido frente a los juzgados, el presidente de la Generalitat evitó responder a las acusaciones de atentar contra la independencia judicial que le han llegado de la oposición por las manifestaciones ante la puerta del TSJC. Mas tampoco quiso responder al ministro de Justicia, Rafael Català, que el jueves advirtió de la posibilidad de suspender la autonomía aplicando el artículo 155 de la Constitución. "Una nueva amenaza", se limitó a decir Mas.
La negativa de los radicales “no ha cambiado ni cambiará”
Benet Salellas, diputado electo de la Candidatura d’Unitat Popular (CUP), reiteró ayer que “no habrá un Artur Mas presidente investido por la CUP”. Salellas explicó que están buscando “soluciones de país” más allá de los planteamientos de cada formación, una hoja de ruta que permita alcanzar la república catalana aunque implique renuncias. “No estoy dejando abierto el tema de la investidura”, aclaró. “No investiremos a Mas en ningún momento. Esto no ha cambiado ni cambiará”. En las 12 asambleas que la CUP celebró esta semana, esa decisión se ratificó: “Lo tenemos clarísimo”. “Si estamos por encima de las siglas de partidos, la solución pasa por una república catalana y por que Mas no sea presidente”, zanjó. La CUP quiere cerrar acuerdos antes del 20-D para “blindar la independencia de Cataluña”.
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