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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

A los que dudan

La función de la política es solucionar conflictos y gestionar el bien común. Pero estos años, Mas y Rajoy se han dedicado a crearlos

A cuatro días de las elecciones al Parlament de Catalunya me apetece hacer una pequeña reflexión dedicada a los que dudan, a los indecisos, a los trabajadores, a los jóvenes, a los que tiene miedo a la incertidumbre provocada por Mas y los nacional soberanistas y por el tancredismo de Rajoy y su partido. No les hará ningún bien leer este artículo a los que padecen la fe independentista que han elaborado Junts pel sí y la CUP ni a los inmovilistas del PP y Ciudadanos.

La convocatoria electoral, al plantearse como unas plebiscitarias muestra un grave déficit democrático que se ha intensificado durante la campaña cuando los de Junts pel Sí no han querido hablar de la gestión de su gobierno ni de la corrupción. Para ellos sólo hay un objetivo, la independencia, los medios para llegar a ella no importan, y con la ayuda de la radio y televisión públicas han conseguido enredar a buena parte de la ciudadanía.

Por el contrario, yo creo que estas elecciones son una etapa más para conseguir un cambio social, económico, cultural y político, para superar la desigualdad creada por el sistema capitalista y llegar a la economía del bien común. Esta carrera empezó con el movimiento del 15-M, tuvo sus primeros éxitos políticos en las elecciones municipales de este año con el triunfo de muchas candidaturas, compuestas por partidos políticos de izquierda y ciudadanos socialmente comprometidos, y tiene que culminar con las elecciones generales de diciembre, que servirán para echar definitivamente del poder a la derecha neoliberal y corrupta que ha gobernado Cataluña y España en los últimos años.

Para conseguirlo es necesaria la movilización de las clases populares. Se hizo en las municipales donde muchas persones de los barrios populares salieron de su abulia electoral y decidieron cambiar las cosas partiendo de sus luchas sociales en el barrio hasta llevarlas a los Consistorios. Este aumento de la participación hizo triunfar a las izquierdas en muchas ciudades antes gobernadas por derechas austericidas y corruptas.

La segunda etapa son las elecciones del 27-S. Hay que poner en el frontispicio de la lucha política la creación de puestos de trabajo de calidad, eliminando la reforma laboral del PP y CiU que esclaviza a los trabajadores y con más inquina a los jóvenes, elaborando políticas que hagan frente a las emergencias sociales que padecen muchos ciudadanos y pensar en la necesidad de una renta básica que ponga fin a las desigualdades y a la pobreza. Luchar sin descanso contra el fraude fiscal y la corrupción y elaborar un sistema fiscal donde los poderosos del mundo de la industria, las finanzas y los bancos contribuyan en relación a sus enormes ganancias. Evitar que la derecha siga vendiendo los activos públicos de sanidad, educación y servicios sociales a las entidades privadas y recuperar la gestión pública de estos.

La función básica de la política es la solución de los conflictos sociales y la gestión del bien común. Estos últimos años, tanto los soberanistas catalanes como españoles se han dedicado a crear más conflictos, a meter miedo y desasosiego a la población. Toda esta sinrazón está resquebrajando la cohesión social de nuestro país.

Hay que poner en el frontispicio de la lucha política la creación de puestos de trabajo de calidad, eliminando la reforma laboral del PP y CiU que esclaviza a los trabajadores

Las clases populares tenemos que ganar esta nueva contienda electoral, dejar de lado los cantos de sirena de los soberanistas de ambos lados que nos quieren llevar a su particular Arcadia llena de incertidumbres y banderas. Los mismos que mientras han gobernado nos han empobrecido, se han ensuciado con la corrupción y han sido incapaces de solucionar, a través del diálogo, el conflicto administrativo de encaje territorial de Cataluña en España. Las respuestas que apelan a la Constitución y a la legalidad y las que apelan a salidas unilaterales son la demostración del fracaso, no de la política, sino de los políticos gobernantes de vuelo político gallináceo, algunos de los cuales ahora corren como posesos firmando manifiestos de última hora en favor del diálogo, cuando antes, cuando hacía falta, miraban para otro lado.

Seamos egoístas, pensemos como clase trabajadora — entendiéndola como aquella que vive de sus rentas de trabajo—, llenemos las urnas de votos para vencer, para recuperar nuestra soberanía, para poder decidir en todos los ámbitos de nuestra vida, siempre desde el diálogo, desde la política, desde la izquierda.

Joan Boada Masoliver es profesor de Historia

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