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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Extrañas elecciones

El cúmulo de siglas, alianzas y posiciones encubiertas de estas autonómicas y el solapamiento de otra precampaña disimulada no ayudan a que los indecisos se aclaren

J. Ernesto Ayala-Dip

Hay que reconocer que las próximas elecciones en Cataluña son muy extrañas. Por una parte, el partido que gobierna (ya no en coalición con UDC) convoca unas elecciones autonómicas en clave plebiscitaria. Ese mismo partido se presenta a estas elecciones en coalición con otros partidos y asociaciones afines, incluido el que funciona como oposición institucional en la Cámara catalana. Su candidato, para aumentar la extrañeza, es una especie de muñeco parlante del candidato (el ventrílocuo que le indica lo que no debe mencionar) que gobernará si gana las elecciones. Su marca es Junts pel Sí.

Por otra parte, está un partido nuevo que no comulga absolutamente con el independentismo, por lo menos no con una declaración unilateral de independencia y sí con un acuerdo gestionado entre el Gobierno central y la Generalitat, además de proponer un parche en la Constitución con tal de garantizar una ordinalidad fiscal para Cataluña. Se trata de una refundación de UDC, un partido que fue socio de coalición con CDC durante más de tres décadas.

Con un fuerte acento social y reivindicativo, se presenta Cataluña Sí que es Pot, encabezado por un bregado dirigente de lucha barrial (aunque no muy conocido por los electores), junto al cual se posiciona Podem (que no se moja inequívocamente sobre la cuestión territorial) e ICV, siglas bajos las cuales hasta hace un poco más de cuatro días militó con altas responsabilidades europeas quien ahora encabeza la lista independentista de Junts pel Sí. Está también el PSC, que orienta su discurso hacia lo social, contra la corrupción y una España federal (sin conocerse a ciencia cierta el grado de simetría o asimetría de su federalismo y sin saberse cuántos barones territoriales apoyarían esa posición). Y al final de este espectro, a medio camino entre la independencia sí o sí y el derecho a decidir encontramos a la CUP, partido que puede darle la mayoría absoluta en el Parlament a las siglas soberanistas y que exhibe pronunciamientos anticapitalistas diametralmente opuestos a los neoliberales de CDC, además de una declaración de independencia ipso facto. Y quedan PP y C´s, unidos ambos por la unidad de España y desunidos por ver quién de los dos se queda con el mayor trozo de la defensa del pastel patrio.

El Gobierno del PP hace precampaña para las elecciones generales de diciembre. Pero sin perder ojo de lo que sucede en Cataluña

Frente a esta situación en Cataluña, tenemos al Gobierno del PP, haciendo precampaña para las elecciones generales de diciembre. Pero sin perder ojo de lo que sucede en Cataluña. Para Rajoy, los comicios catalanes son unas elecciones autonómicas ordinarias (para Artur Mas también, si eso avala contar sólo los escaños). Pero el PP se ha embarcado en una operación de desprestigio del independentismo a base de sonsacarles a los líderes mundiales (desde Merkel hasta Obama) rotundos desaires al invite independentista. El Gobierno central también considera que las elecciones catalanas son autonómicas. Pero sus operaciones exteriores se mueven en el terreno de lo plebiscitario, una manera de desautorizar a Mas y, a la vez, obtener más réditos para la causa antiindependentista (o proespañolista) de cara a próximas generales.

Ante este cúmulo de siglas, propuestas y contrapropuestas, noes y síes encubiertos, autonómicas y plebiscitarias formuladas según convenga y la temperatura de otra precampaña disimulada, se encontrará el votante el próximo 27 de septiembre. También se encontrará con la sorpresa de que nuestro presidente, además de castellano, catalán, inglés y francés, habla el Cherokee, como lo demostró el domingo pasado en un mitin.

Sumadas a estas extrañezas, no es menos extraño que una asociación como la ANC sea tan marcialmente mandona, teniendo en cuenta que se proclama civil. Ahí es nada las órdenes que dio su presidente para que ningún independentista de pro osara asomarse a los espacios compensatorios que TV3 se vio obligada a emitir el domingo por la tarde. Voces de ordeno y mando muy en la línea de Carme Forcadell cuando rugía ante la condescendiente mirada de nuestro presidente, conminándolo hace un año a iniciar el proceso sin más dilación. En fin, demasiada extrañeza para sacar algo en claro. Sobre todo entre los abstencionistas de siempre en las elecciones autonómicas.

Por último quisiera acotar algo sobre el miedo en periodos de crisis. (Eso que el ensayista francés Serge Latouche llama “pedagogía del desastre”). Por mi parte distingo entre el miedo que te meten en el cuerpo, el miedo ideológico (que usa el PP) y el miedo atávico, el que todo ser humano siente ante lo desconocido. El independentismo no debería despreciar este último.

J. Ernesto Ayala-Dip es crítico literario

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