“Los Centros de Internamiento para Extranjeros son indecentes”
“No son centros de acogida, son centros de reclusión para expulsar" "Alemania en materia de asilo es un punto de referencia"
Si hay alguien que sabe de políticas de inmigración y refugiados en la Comunidad Valenciana y fuera de ella. No hay duda. Es el profesor Javier de Lucas (Murcia, 1952). Que estos días, a pesar de su pesimismo, tras más de 20 años investigando y denunciando la grave situación que asola a las personas que huyen de sus países de origen, vive con esperanza la solidaridad ciudadana que ha obligado a los políticos a tomar decisiones sobre el conflicto.
De Lucas fundó y fue el primer director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Valencia. Ha sido presidente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y miembro de la Comisión de seguimiento del Plan Nacional de Derechos Humanos. Además, dirigió El Colegio de España en Paris durante más de siete años. Desde 2011 es, por designación de la directora general de UNESCO, miembro del High Panel on Science, Technology and Innovation for Development (UNESCO HPSD).
Como profesor e investigador ha publicado más de 250 trabajos, entre libros y artículos, sobre la teoría y la filosofía del derecho y los derechos humanos. Entre los numerosos premios recibidos destaca el de ensayo Inmigración Europea, concedido por el Consejo Valenciano del Movimiento Europeo y la Generalitat, que compartió con su amigo y colega, el sociólogo francés y especialista en movimientos migratorios, Sami Naïr. El profesor firma el prólogo del último libro de De Lucas, Mediterráneo: El naufragio de Europa, en el que destaca una frase de la novela Eldorado, del filósofo Edgar Morin: “No hay frontera que nos permita pasar, sin dejarnos huella: todas nos hieren”.
“No hay frontera que nos permita pasar, sin dejarnos huella: todas nos hieren”
Javier de Lucas tiene clara su posición sobre los Centros de Internamientos para Extranjeros (CIE) repartidos por toda la Unión Europea (UE). “Son indecentes. Una ignominia. No son centros de acogida, son centros de reclusión para expulsar. Las personas son retenidas sin que se sepa el delito. Son un instrumento desgraciado que está extendido por toda la UE con diferentes nombres”, destaca el catedrático.
Durante la madrugada, el CIE ubicado en Valencia, fue protagonista de un motín por parte de los internos del centro que fue reprimido por la Policía Nacional, con un balance de varios heridos. “No excuso la violencia, pero las personas que están en esos centros viven en una condiciones de insalubridad total. Y la opacidad que hay en ellos es brutal. No se puede retener a las personas, privarles de su libertad, que es algo muy serio, por una irregularidad administrativa”, agrega De Lucas, que añade los numerosos informes en contra que han elaborado desde el Parlamento Europeo, y la “dura” sentencia que emitió el Tribunal Supremo, que anuló cuatro artículos del Reglamento de los CIES tras admitir parcialmente los recursos presentados por Sos Racismo, Federación Andalucía Acoge y la Asociación Proderechos humanos.
El libro, que no ha sido todavía presentado al público, aparece durante la mayor crisis humanitaria en la Unión Europea desde la Segunda Guerra Mundial. En él, De Lucas, analiza y trata de ofrecer propuestas para evitar que la UE, sus principios y valores, naufraguen en la tragedia, que despertó de su letargo tras ver la fotografía del niño sirio de tres años, Aylan Kurdi, yaciendo en una playa de Turquía.
Pregunta. ¿Qué está pasando?
El Consejo de Europa ha pedido varias veces que se abandone la lógica nacional y que el consejo posibilite que la Comisión tome las riendas
Respuesta. Que la propia comisión, con capacidad limitada, y sobre todo el consejo, que es el que manda, no es capaz de imponerse a las reivindicaciones de los estados que tratan las cuestiones de inmigración y asilo como una cuestión nacional. Los estados siguen pensando que inmigración y asilo siguen tocan núcleos de la soberanía, que la circulación exterior en la UE sigue siendo competencia básica de los estados y que tienen que poder manejarla como a ellos les convenga.
P. ¿Hay algún mecanismo, alguna medida que se pueda adoptar para evitar lo que está sucediendo?
R. La directiva sobre Protección Temporal del Tratado de la UE o el artículo 78(3), [ambos prevén un mecanismo de solidaridad en caso de llegada masiva e imprevista de personas desplazadas], pero sería por encima de la soberanía estatal de cada país. Y el problema es que los países que integran la UE se resisten a ceder en cosas comunes.
P. ¿Se ha avanzado en algo?
Hay una opinión pública en Alemania que en esta materia es mucho más avanzada que la mayoría de los Estados europeos
R. En lo único que se ha avanzado es en las medidas puramente sancionadoras y represivas de lo que se llama inmigración ilegal. En eso se han puesto de acuerdo. En el resto, cada Estado hace lo que a él le convenga. Eso explica esa lógica obtusamente soberanista de los en este reducto. Y el espectáculo sobre las cuotas. La reacción de la Comisión es el primer gesto fuerte. Porque el Parlamento lo ha pedido mil veces, y la Asamblea también. El Consejo de Europa ha pedido varias veces que se abandone la lógica nacional y que el consejo posibilite que la Comisión tome las riendas en un asunto como este. El problema es que el Consejo lo componen los ministros de los diferentes países. Y están encallados en el Tratado de Dublín, que señala que el primer país donde se llega es el país competente. Y eso ha generado muchos conflictos entre Francia e Italia, por ejemplo.
P. ¿Y que me dice de Angela Merkel?
R. Paradójicamente es la única que está dando una perspectiva distinta. Merkel, que encarna Europa, ha reivindicado la prioridad del cumplimiento de las obligaciones de derecho internacional en todos los Estados que han suscrito la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su protocolo de 1967.
Creo que ahora son más importantes las medidas de carácter urgente como los asentamientos con carácter extraordinario, los pasillos humanitarios
P. ¿Está diciendo, que la dirigente alemana, a la que todo el mundo critica, es la que mejor se ha comportado?
R. Quiero decir, que a esta mujer a la que todos criticamos y ponemos a parir, es la que en materia de refugiados ha ofrecido la posición menos indigna. No solo ella. Hay una opinión pública en Alemania que en esta materia es mucho más avanzada que la mayoría de los Estados europeos. Una opinión, que pese a ciertas reacciones xenófobas, es más progresista que la francesa, porque reivindica el derecho al asilo, que es un derecho fundamental. Fíjate en la iniciativa ciudadana Flüchtlinge-willkommen [refugiados bienvenidos], que es más amplia que la de las ciudades - asilo. Por su cuenta y riesgo los ciudadanos alemanes se han organizado para tratar de hacer un registro de domicilios que estén dispuestos a acoger refugiados. Alemania, pese a todo, en materia de asilo que no de inmigración, es un punto de referencia. No hay más que escuchar los gritos de los refugiados pidiendo ir allí.
P. ¿Y España?
R. España ha sido junto a Hungría, el país que más dificultades ha planteado a una política común de asilo La que no ha aceptado los criterios. El país que ha dicho que tenía una situación límite de inmigración.
P. ¿Es usted optimista sobre la solución al conflicto?
R. No. Sigo siendo pesimista y más a mi edad. Y con todo lo que sé. Pero tengo cierta esperanza al ver la respuesta muy positiva que están dando los ciudadanos ante el bochorno que causa el espectáculo que llevamos viendo todo el verano. Es el resultado del hartazgo de los ciudadanos ante la inoperancia de unos estados que hacen un discurso completamente falso. Han dicho basta ya. Hemos alcanzado un punto y esto no puede seguir. Hay que ver cuánto dura.
P. ¿Qué propone en su libro?
R. Aumentar el número de consulados en los países en conflicto, como se ha dicho, no me parece una buena idea. Creo que ahora son más importantes las medidas de carácter urgente como los asentamientos con carácter extraordinario, los pasillos humanitarios, los visados de carácter humanitario que permitan circular, los acuerdos con países de tránsito que no son de la UE, como Turquía. La UE tiene una deuda muy importante con los países que de verdad están soportando, entre comillas, el peso de los refugiados. La comisión habla de 120.000, pero no es ni la quinta parte de los refugiados de Jordania y Líbano. Países cuyo PIB no tienen ni asomo de comparación con el PIB más bajo de la UE. Es cierto que la gente no llega allí porque adore esos países sino porque son los países de al lado. Esa es la historia de los refugiados. ACNUR está cansado de explicarlo. Frente a esos estereotipos de que todos los refugiados llegan a la UE, hay que insistir en que son muy pocos los que consiguen llegar. El mayor campo refugiados del mundo no está en Europa, está en Kenia. La mayor parte de refugiados de Afganistán llegan a Pakistán. A Europa llega un grupo muy reducido.
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